Con poca información oficial, mucho oficio y la certeza de que lo principal es cuidar las condiciones sanitarias, los docentes empiezan a planificar el próximo ciclo lectivo de alternancia semanal, horarios reducidos y burbujas sanitarias. Este esquema debutará la semana próxima cuando vuelvan al aula los alumnos de séptimo de la primaria, quinto de la secundaria y sexto de las escuelas técnicas; pero según advierten docentes y directivos aún “sobra incertidumbre” sobre cómo organizar el año escolar.
Los maestros, profesores y asistentes escolares empezaron ayer a volver a las escuelas. En grupos de acuerdo a su antigüedad cumplieron con los trámites administrativos que se realizan en esta época del año. En algunos casos, la toma de posesión del cargo se realizó en el patio de cada colegio, en otros la gestión se realizó en forma virtual.
“A falta de instrucciones claras, cada escuela lo resolvió como pudo como se hizo durante todo el año”, aseguró Guillermo de los Hoyos, profesor de seminario y de formación ética en el nivel secundario del Normal N° 2 y en el Nacional N° 2, dos escuelas centenarias del centro de la ciudad.
Al docente le toca terminar sus vacaciones el 18, un día después de que sus alumnos de quinto vuelvan a clases. Sin embargo, ayer ya empezó a recibir consultas por Whatsapp de los adolescentes que, confiesa, no siempre puede contestar porque “a las escuelas no llegó información, apenas lo que circula en los medios de comunicación”.
Sí se entregaron, aclara, algunas partidas para pequeños arreglos y compra de insumos de limpieza, unos 196 mil pesos durante el año pasado, y varias promesas incumplidas de completar los concursos para incorporar preceptores y docentes.
El sábado pasado la ministra de Educación de la provincia, Adriana Cantero, dio precisiones sobre cómo se desarrollará el próximo ciclo lectivo. Habló de un sistema de alternancia semanal, con jornadas de tres horas separadas por un recreo largo, con ingresos y salidas escalonadas y controles sanitarios antes de acceder al aula.
La directora de la Escuela N° 1080 Gabriela Mistral, Miriam Ramello, la escuchó atentamente y decidió adelantar el fin de sus vacaciones. Ayer, ya estaba en la escuela de San Lorenzo y Wilde donde unos 360 chicos cursan del 1 al 7 grado de la primaria. “Hay muchas cosas para hacer”, explica.
Y si bien agradece la tarea que la casera, los cooperadores escolares y el Fondo de Asistencia Educativa realizaron en el edificio escolar, señala que aún resta limpiar el tanque de agua, desinfectar porque en un sector encontraron alacranes y desmalezar la huerta.
También organizar la entrega de bolsones alimentarios a las familias y citar a los profesores de 7 para planificar las actividades que desarrollarán con los chicos, sobre todo con aquellos que durante el año lidiaron con poca conectividad, para que puedan cerrar el año escolar. “Los protocolos sanitarios los conocemos, pero en el aspecto pedagógico está todo por hacer”, señala.
Intuición y experiencia
A fuerza de intuición, años de experiencia en la dirección, conocimiento de la comunidad educativa y el apoyo del equipo directivo y de la supervisión; Ramello pudo tomar algunas “decisiones institucionales” para el funcionamiento del próximo ciclo lectivo. Por ejemplo, que los docentes pasen de grado junto a sus alumnos para que puedan seguir acompañando el proceso de los niños. Pero aún falta organizar horarios, establecer burbujas, comunicar el nuevo modo de funcionamiento a las familias. En escuelas más numerosas, todo esto parece casi una misión imposible.
“Es complicadísimo”, señala Héctor Miranda, profesor de educación física del nivel inicial, primaria y secundaria del Normal N° 1, por donde a diario pasan unos 3 mil alumnos en tres turnos. Para el docente, resulta “imprescindible” que el Ministerio de Educación provincial “baje a las escuelas” información oficial y adecuada a cada ciclo sobre cómo organizar las actividades escolares.
“No sabemos, por ejemplo, cómo se trabajará en el nivel inicial. Se habla de jornadas de tres horas con 30 minutos de recreo para limpiar las aulas, pero el nivel inicial no tiene recreos”, apuntó. Para el docente, “es necesario volver a la presencialidad, pero hay que garantizar las condiciones de salud y que los chicos puedan estar bien atendidos”.
El problema no es sólo el primer ciclo de la escolaridad. Claudia Etcharry es vicedirectora del turno noche de la Escuela N° 435 José María Drago, de Regimiento 11 y Buenos Aires, donde cursan la secundaria unos 950 alumnos.
“A partir del 18, tenemos que empezar a citar a los alumnos de quinto año, pero la verdad es que no tenemos mucha más información oficial que esa. No hay nada concreto”, advirtió y si bien señaló que el colegio reúne todos los requisitos para trabajar en pequeños grupos y con un sistema de alternancia, están desde noviembre del año pasado reclamando para que se solucione la falta de agua en el primero y segundo piso.
La posibilidad de formar burbujas de alumnos y profesores, y cambiar horarios, también parece lejana en el nivel medio donde “los docentes trabajan en varias escuelas y con diferente carga horaria”. Por eso, explicó, “necesitamos que Educación defina instrucciones para ver cómo cada institución organiza el regreso a clases”.
De mal en peor
La vuelta a la presencialidad parece mucho más lejana en otras escuelas. Una de esas es la ARA General Belgrano, de barrio Las Flores, vandalizada una decena de veces durante el año pasado. En una de esas intrusiones, los ladrones se llevaron la bomba de agua y pelaron al edificio del tendido eléctrico.
Ayer, en la escuela se suspendieron las actividades previstas porque el edificio seguía sin agua ni luz, confió Marisa Aybar, maestra de 5° grado de la escuela. “Últimamente en el grupo de whatsapp de la escuela no hay más que malas noticias”, se lamentó Aybar.
Vale recordar que el miércoles de la semana próxima, los chicos deberían volver a clases.