La vida es una moneda, quien la rebusca la tiene". Desde Cataluña, el rosarino Eduardo "Colo" Fernández escucha la canción interpretada por Juan Carlos Baglietto y sabe bien de qué hablan esas estrofas. También rosarino como el cantante de la trova local, pero a sus 74 años, el Colo -ex preso político por cinco años, tres de ellos en Coronda, y actual gestor cultural en el centro cultural autogestionado El Cargol en un barrio de Tarragona- conoce qué significan momentos como una "hoja en blanco" y sólo contar con un "manojo de palabras".
Vivió todo y con todo: "Con un amor, sin un amor" y con "la cordura de todos los días".
El Colo, nieto de inmigrantes socialistas, intentó escribir desde niño. Quiso ser militar en su adolescencia, pero abandonó ese proyecto. Dio triple salto mortal y fue uno de los tantos militantes que terminó en la cárcel como preso político durante la dictadura, tramo que relató en un libro colectivo testimonial titulado "Del otro lado de la mirilla", con prólogo del premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel.
Se enamoró, perdió dos hijas y con los años llegó a tener cuatro varones y varios nietos. Se separó y se volvió a enamorar de Mabel, con quien todavía vive. Se tuvo que ir del país sin opción. Trabajó en todo lo que pudo, padeció una enfermedad feroz por la que habla con dificultad pero recuerda y cuenta "una vida ligada a la clase obrera".
Cargol significa caracol en catalán. Es un rosarino por el mundo con la casa y la historia a cuestas: la vida es una moneda.
Calle Menorca, 3. Esa es la dirección del Centre Social Autogestionat El Cargol, en el barrio La Granja, un vecindario multicultural que aglutina a españoles no originarios de Cataluña y también a gitanos, árabes, chinos y africanos. Un territorio separado del centro de la ciudad por un río que, comparado al Paraná, parece un arroyo: el Francolí.
Allí, en pleno cordón industrial petroquímico de Tarragona, se levanta un espacio con nombre de un plato tradicional de la cocina catalana. La spineta amb caragolings, por ejemplo, es el espinazo con algo de carne de bacalao que se refuerza con caracoles, una comida "típica de pobres y que se acostumbra a comer el Día de Santa Tecla o Sant Magic, ambos patrones de la ciudad".
Desde 2015 El Cargol es un espacio de arte popular atravesado por reclamos políticos, un hilo conductor en la vida de el Colo. "Acuden niños y adultos del barrio a los talleres. Por la pandemia todo se detuvo, esperaremos a ver qué pasa en septiembre".
El lugar tiene entre otras cosas una editorial que se llama El Bastón, y una imprenta. Además, ofrece actividad física al aire libre como el senderismo, conferencias y asesoramiento laboral.
Es un reducto barrial que aglutina a cantautores de Madrid y Barcelona. En meses "normales" se ofrecen conciertos de guitarra, cine, magia, espectáculos de cantadores de flamenco, cuenta cuentos, poesía y danza. Todo a la gorra.
También hay charlas: de psicoanálisis y de política (desde la formación de la clase obrera hasta el análisis del capitalismo y el feminismo).
El abuelo paterno del Colo, Manuel, fue el fundador de la Salinera Argentina, el primer molino de sal de esta ciudad portuaria. Su otro abuelo, Silvio, era obrero de la Yerbatera Martin. "Socialista en Italia y peronista en Argentina", dijo sobre una familia que arropaba tanto a la burguesía como al proletariado..
El Colo nació en el barrio de la Sexta, al sudoeste de Rosario, es uno de los tres hijos de un padre asturiano y una madre francesa, quienes habían partido muy pequeños desde Europa. Ahora él pegó la vuelta de esa historia familiar.