Un sacerdote argentino aparece en el escándalo de pedofilia que lleva adelante la Justicia de Estados Unidos contra más de 300 miembros de la Iglesia católica de ese país. Entre los acusados de abuso sexual en un informe judicial difundido la semana pasada, surge, algo perdido en la página 880, el nombre de Carlos Urrutigoity. Es un cura mendocino de 54 años, que nunca ejerció en el país, pero que tiene una "licencia sabática" como sacerdote de la diócesis paraguaya de Ciudad del Este, en la triple frontera paraguaya.
El testimonio que en 2003 dio ante la Justicia de EEUU un adolescente de Pensilvania, identificado con el pseudónimo "John Doe", fue lo que permitió incluirlo en esa lista. Urrutigoity también aparece mencionado como uno de los curas pedófilos al final de la película Spotlight, que cuenta la investigación periodística que destapó los abusos en Boston.
Este joven comenzó a tener un contacto traumático con el sacerdote en 1999, cuando cursaba segundo año en la Sociedad de San Juan, un grupo católico que dependía de la diócesis de Scranton, en Pensilvania, donde participaba de los campamentos y debates sobre la fe. Allí conoció al cura mendocino, que pronto se convirtió en su guía. "Le tenía una gran confianza y respeto, pensaba que era un sacerdote perfecto", declararía años más tarde sobre su relación con Urrutigoity, que había terminado el seminario siete años antes. En esa misma declaración, el joven recordó que el sacerdote le propuso dormir juntos y que cuando él lo rechazó, el cura, enojado, le contestó que se debía a "una mala relación con su padre". Las insinuaciones siguieron hasta que no hubo más dudas: una noche se despertó con la mano del sacerdote sobre sus genitales.
El menor "John Doe" y sus padres intentaron llevar al cura ante la Justicia. Aunque el caso había prescripto, en un acuerdo extrajudicial el obispado terminó pagándoles 380.000 dólares. De todos modos, 14 años más tarde, el testimonio de "John" fue tomando en cuenta para incluir a Urrutigoity en el informe difundido por la Corte Suprema del Estado de Pensilvania. A lo largo de 1356 páginas, el documento detalla los abusos cometidos durante 70 años contra más de 1000 víctimas solo en ese Estado. El informe, difundido por la Corte Suprema de Pensilvania, es la investigación "más amplia y exhaustiva sobre el abuso sexual infantil dentro de la Iglesia católica que se haya producido en los Estados Unidos", indicó el fiscal general de Pensilvania, Josh Shapiro, quien resumió la escala del abuso en una frase forjada por los jurados: "Ahora sabemos la verdad. Pasó en todos lados".
Debido al encubrimiento de la Iglesia, casi todos los casos de abusos detallados son demasiado antiguos para ser llevados ante la Justicia. Los jurados escucharon el relato de víctimas de más de 50, 60 o 70 años, e incluso una persona de 83 años. "Debemos condenar con fuerza estas atrocidades", dijo sobre el informe el Papa Francisco el lunes pasado, pocos antes de iniciar su visita histórica a Irlanda (ver aparte), donde se reunirá con víctimas de sacerdotes.
Fue por orden del Papa que, en 2015, Urrutigoity fue trasladado de su último destino, en Paraguay. A pesar del desplazamiento, el cura no recibió hasta el momento ningún tipo de sanción, y hoy reparte su tiempo entre Mendoza, donde vive, y sus estudios en Buenos Aires.
El diario porteño La Nación se comunicó con el sacerdote, quien les respondió que las preguntas serían respondidas por escrito por su hermano y abogado. Javier Urrutigoity, el hermano, respondió: "No ha sido condenado ni sancionado, ni por la Justicia norteamericana, ni la paraguaya o por la canónica. En la Iglesia no hubo, tampoco, ningún proceso canónico formal que pudiera resultar en sanciones eclesiásticas. Tampoco hubo acusación de abuso sexual a menores".
Se le preguntó entonces por qué estaba denunciado su hermano. "Para los fiscales norteamericanos que investigaron el caso en cuestión, se trataba de investigar supuestas ‘felonías' o ‘faltas', que prescriben en un año, no ‘delitos' o ‘crímenes', que prescriben en ese Estado a los 10 años. Si hubiera habido acusaciones de crímenes sexuales creíbles contra mi hermano, hubiera habido ciertamente un proceso penal", respondió.