Un colectivo de rosarinos, provenientes de 16 parroquias de Rosario, llegó el domingo a Santiago de Chile para poder ver al Papa. Ayer estuvieron en la misa que celebró Francisco en el parque O'Higgins, en el encuentro más multitudinario de la gira del pontífice en su viaje al país vecino.
A las 5 de la madrugada, cuando el frío se hacía sentir en el parque O"Higgins de Santiago, los rosarinos ingresaron al sector D2, el más lejano al altar, para seguir la misa del Papa a través de una pantalla. La ubicación al principio los desalentó, porque realmente no se veía el altar, pero grande fue la sorpresa cuando el Papa eligió ese lugar para ingresar al Parque. Los ojos se humedecieron, las voces gritaron y la sonrisa iluminó los rostros de todos. Para los rosarinos ya el viaje a había valido la pena.
Liliana y Alejandro Carazzo son un matrimonio de rosarinos que vino en ese colectivo. Viven en zona oeste y es la primera vez que viajan "solos". Dejaron a sus seis hijos, de entre 18 y 6 años, para ver al Papa. "Nuestros hijos nos alentaron a venir. Es la primera vez que viajamos a Chile y fue precioso conocer la cordillera", contó la mujer de la parroquia María Reina, contenta de estar en Santiago. Ellos trajeron cientos de fotos y pedidos de oraciones de gente de Rosario que no pudo viajar. "Queremos recibir la bendición del Papa para todos y esto para nosotros es lo más importante", destacó Alejandro.
A su lado, Cristina Montenegro, de la parroquia Nuestra Señora del Carmen, dijo que al ver al Papa en este viaje sintió una emoción tan fuerte como la que la invadió cuando vio que el cardenal Jorge Bergoglio salió elegido Papa en Roma, y cuando lo vio en el viaje a Paraguay, al que también asistió. "El Papa tiene luz propia, infunde lo que dice: paz, alegría y mucho amor", agrega la mujer a la que la llamaron "la buena onda del grupo".
Detrás de las banderas argentinas donde se leía "Rosario, Argentina", se ubicaba otro grupo de rosarinas: Graciela Fernández de Carletti, Miriam Ortiz de Morán, Alicia Oldani de Campello y Liliana Weis son amigas y forman parte de la Pastoral Vocacional de la parroquia San José Obrero. Estaban impactadas por la cantidad de jóvenes chilenos que vieron trabajando como voluntarios en estos días, y por el cariño que demostraron los chilenos hacia el Papa.
"Cuando escuchamos que se estaba organizando el viaje dijimos: ¡vamos!, aunque no sabíamos cómo lo íbamos a pagar", relató Graciela mientras esperaba la llegada del Papa en el Parque O?Higgins. "Vinimos porque queremos demostrarle al Papa que lo queremos, y que lo apoyamos" exclamó acompañada de sus amigas. "Para nosotros el Papa es Cristo", remató.
Por su parte, Alicia contó que los chilenos los trataron muy bien, aunque algunos no estaban de acuerdo con la visita del Papa, "pero fueron muy respetuosos", apuntó.
Miriam, muy emocionada contó que para ella ver al Papa "es un sueño que pude cumplir en Chile". Cuando Juan Pablo II visitó Rosario, en 1987, no lo pudo ver porque estaba en reposo por un embarazo. Ahora ese hijo fue el que le pagó la mitad del viaje para poder llegar.
Estas mujeres acompañaron al padre Edgardo Montaldo cuando estuvo muy enfermo. Como integrantes de la Pastoral Vocacional, rezan especialmente por las vocaciones en la Iglesia y acompañan a sacerdotes y religiosos ancianos y enfermos, con el único deseo de "devolverles todo lo que hacen por nosotros", indicaron.
Al terminar la misa los rosarinos partieron de vuelta para la Argentina. Las organizadoras de este viaje fueron Liliana Maidana y Gabriela Sacro, de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, de Empalme Graneros. Contaron que "hace más de tres meses empezamos a organizar y como se sumó gente de tantas parroquias, contratamos un colectivo que nos trajo, nos quedamos dos noches y ya nos volvemos". Fue un trayecto largo, tardaron 24 horas. Y regresan inmediatamente porque "hay que volver a trabajar", explicaron.
Llegaron el domingo a la mañana. "La aduana fue muy rápida", comentaron. Solo esperaron una hora. Y regresaron felices porque pudieron ver al Papa muy cerca cuando el lunes pasó a una cuadra del hotel donde estuvieron alojados, y ayer lo vieron pasar en el papamóvil justo donde estaban. "¿Por qué vinimos? Por la fe, porque creemos que el Papa es el representante de Cristo en la tierra", explicó Liliana, y a su lado, Gabriela señaló que espera que este viaje "signifique un poco de unión entre Argentina y Chile". Con estos sentimientos y una gran alegría regresaron a Rosario decididas a contar cómo vivieron estos días.
"Cuando nos ven con la bandera argentina nos preguntan qué pensamos de que el Papa no vaya a nuestro país, y nosotros contestamos que él tiene sus motivos. Lo pienso como mamá, uno esta primero con el hijo que más lo necesita, y ahora ese hijo es Chile. Cuando Francisco vea que el pueblo argentino está sufriendo mucho, entonces viajará a traernos fuerzas y esperanza", manifestó Liliana Carazzo de zona oeste.