Una ardilla originaria del sudeste asiático tiene en alerta a algunos municipios del Conurbano bonaerense, ya que en los últimos tiempos comenzó a invadir plantaciones y roer cables. El animal también puede transmitir la leptospirosis, aunque este peligro existe en muchos otros animales, sean autóctonos o no. También se ha detectado en la provincia de Santa Fe.
El Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible (Opds) ya se recibió quejas de productores frutihortícolas, usuarios de telefonía y televisión por cable y profesionales de la salud. Las ardillas fueron avistadas en Berazategui y Moreno. Su origen data de los años 70, cuando una persona trasladó unos pocos ejemplares de "Callosciurus erythraeus" a Luján. Al cabo de un tiempo, fugaron del cautiverio y rápidamente proliferaron. Todas las especies de ardillas son muy adaptables, con una tasa muy alta de reproducción y un espectro de alimentación muy amplio. Hoy se ven además de los partidos citados en Escobar, Arrecifes, 25 de Mayo, Capitán Sarmiento, Salto, San Miguel, Daireaux, San Antonio de Areco y Lobos. Ocurre que no tienen predadores naturales, salvo los gatos domésticos y en menor medida los perros.
El Estado nacional ya lanzó una campaña de comunicación, a la que se sumó la provincia de Buenos Aires. "El mensaje principal para los vecinos es que no las trasladen, no la alimenten, ya que no es una mascota y puede trasmitir parásitos y enfermedades como la leptospirosis", advirtió la directora de Recursos Naturales del Opds, Adriana Ricci. Es que la reacción espontánea de mucha gente es de afecto y acercamiento, en contraste con otros roedores.
Según el Grupo de Ecología de Mamíferos Introducidos (EMI) de la Universidad Nacional de Luján, la población de esta ardilla ya supera los 100 mil individuos e invade 2.186 kilómetros cuadrados, diez veces la Ciudad de Buenos Aires, donde también se detectó, así como en las provincias de Córdoba y Santa Fe.
"Es un roedor, necesita usar continuamente sus dientes porque estos crecen sin cesar", agregó Ricci. Además de esta molestia, y como otros roedores, las ardillas pueden transmitir parásitos y leptospirosis. Pero hay que decir que este peligro se extiende a animales domésticos, pájaros y reptiles. La dieta de la ardilla se basa en semillas y frutos, incluidos cítricos, nueces, duraznos, higos, kiwis, manzanas y peras. Además, descortezan árboles, favoreciendo que se sequen. Se destacan también por roer mangueras, cables de electricidad, televisión y telefonía y transformadores eléctricos. Un daño que también producen las diversas especies de ratas, así como los roedores autóctonos.