Seis miembros de la secta Aum, responsable del atentado con gas sarín en el subterráneo de Tokio en 1995, fueron ejecutados ayer, sumándose a otros siete ahorcados a principios de mes. La ministra de Justicia, Yoko Kamikawa, confirmó que los seis miembros de la secta que seguían en el corredor de la muerte fueron ejecutados en la mañana del jueves. "Di la orden de ejecutarlos tras una reflexión extremadamente cuidadosa", dijo la ministra. Japón mantiene la pena de muerte pese a las críticas internacionales.
Con las ejecuciones de este jueves, ya fueron ejecutados los 13 miembros de la secta Aum Shinrikyo o "Verdad Suprema" condenados a la pena capital hace casi 20 años años, entre ellos el jefe y gurú Shoko Asahara, ahorcado a principios de mes. Otros 190 miembros de la secta recibieron diferentes condenas. Cuatro de los ejecutados ayer tuvieron actuación directa en el atentado.
El 20 de marzo de 1995, miembros de la organización creada por Shoko Asahara esparcieron gas sarín en líneas del subte que confluían en el corazón administrativo de Tokio. En plena hora punta, numerosos pasajeros salían del metro con agudos síntomas de sofocación. Otros se tambaleaban mientras les salía espuma de la boca y sangraban por la nariz. Trece personas murieron, decenas quedaron en estado vegetativo y 6.500 fueron intoxicadas.
En el cuartel general de la secta, en el monte Fuji, se descubrió una planta capaz de producir suficiente sarín como para matar millones de personas.
La primera pena capital por el atentado se pronunció en 1999. La sentencia de Shoko Asahara fue confirmada en 2006, pero no se ejecutó hasta el 6 de julio. En el atentado, además de los 13 fallecidos, otras 6.500 resultaron intoxicadas. La secta Aum es responsable en total de la muerte de 29 personas y 6.500 heridos, dado que cometió otros atentados.
Hace tres semanas, cuando se llevó a cabo la primera serie de ejecuciones, la ministra de Justicia dijo haber tomado "tras una prudente reflexión, la decisión de firmar la orden de ejecución", ya que "unos actos de tal gravedad, sin precedentes en Japón, no deben repetirse jamás". "Con la ejecución de los 13 miembros, quizás el caso está cerrado desde el punto de vista de la justicia", dijo Shizue Takahashi, viuda de un empleado que murió en el atentado y presidenta de una asociación de víctimas. Pero "el daño hecho a las víctimas continúa incluso después de las ejecuciones. Para mí es muy duro", añadió.