El mendocino acusado de violar a su hija de 35 años y de tener siete hijos con ella ya habría violado a tres hijas de su primer matrimonio y a una de sus hijas y nieta al mismo tiempo, según publicó ayer el diario Uno de Mendoza. Hoy lo indagarán.
El mendocino acusado de violar a su hija de 35 años y de tener siete hijos con ella ya habría violado a tres hijas de su primer matrimonio y a una de sus hijas y nieta al mismo tiempo, según publicó ayer el diario Uno de Mendoza. Hoy lo indagarán.
Los vecinos de la Cuarta Sección, donde hasta anteayer vivía esta familia muy particular, aseguran que todo el barrio sabía del tema. Pero no son los únicos. Un hermano de la mujer de 35 años abusada durante 20, y con siete hijos aparentemente incestuosos, habló con la condición de mantener en absoluta reserva su identidad o más datos identificatorios.
El presunto violador tendría seis hijos con su actual pareja, una mujer que trabaja en el Poder Judicial. También tiene ocho descendientes de su primer matrimonio. A esto hay que agregar los siete hijos presuntamente incestuosos con su hija de 35 años.
De la charla con el hombre de identidad protegida se supo que el drama del entorno del acusado comenzó hace 45 años, con el primer matrimonio. Pero a él le tocó vivir la segunda etapa, que se inició hace 23 años en el asentamiento Las Tablitas, de Godoy Cruz. Entonces el acusado ya no trabajaba, se había juntado con la mujer que se desempeñaba en la Justicia y uno de sus hijos salía a buscar comida al mercado.
Un día, al volver, se encontró a una de sus hermanas llorando. No se trataba de la que hoy tiene 35 años y siete hijos de su propio padre. Por varios medios intentó convencer a su madre, la oficial de Justicia, para que hiciera las denuncias correspondientes. Esto le llevó mucho tiempo, porque toda la familia estaba constantemente amenazada, según contó. También explicó que la mujer de 35 años es hija de la empleada judicial.
La situación habría continuado igual y a diario incluso hasta cuando se mudaron al barrio Huarpes y abandonaron la villa.
El muchacho no dejó bien en claro de qué manera ni cómo hicieron las denuncias durante ese tiempo. Sí detalló que hablaron con "jueces" o en "comisarías". Pero nadie les dio una respuesta concreta ni accionó por el tema. Sólo accedieron a consejos informales.
La mujer decidió someterse a un pacto de silencio que duró 26 años. En la opinión de uno de sus hijos, fue por miedo a perder el trabajo, las amenazas de su concubino o, simplemente, vergüenza. Tampoco descarta que su madre haya encontrado la forma de retrasar las denuncias con algún tipo de contactos por su trabajo.
De todas formas, consideró que la mujer no es una madre. "Una madre no permite que esto les pase a sus hijos. Para mí, después de tantos años es cómplice. Por eso me decidí a hablar", dijo.