Las autoridades tailandesas, preocupadas por el creciente peligro de que las fuertes lluvias monzónicas dificulten aún más su trabajo, alertaron ayer que tal vez necesiten ir al rescate de los 12 niños y su entrenador de fútbol de la cueva parcialmente inundada. Hasta ayer las condiciones para un rescate habían mejorado porque no había llovido durante varios días, pero volvieron las precipitaciones. Tailandia, como todo el sur de Asia, tiene una temporada de lluvias intensas, el monzón. Esa temporada termina en noviembre y esperar hasta esa fecha tan lejana no parece una opción. De manera que intentar retirar a los niños ayudándolos a hacer inmersiones arriesgadas en agua fangosa para sacarlos del laberinto subterráneo de 4 kilómetros de largo parece por ahora la única alternativa.
Los chicos, de 11 a 16 años de edad, y su entrenador de 25 años, han estado atrapados durante dos semanas —desde el 23 de junio—, cuando fueron a explorar la cueva Tham Luang Nang Non, en el extremo norte de Tailandia. Las inundaciones provocadas por las lluvias de los monzones bloquearon su salida e impidieron que los rescatistas los encontraran durante casi 10 días. La única manera de llegar a ellos ha sido buceando por pasadizos oscuros y estrechos llenos de agua fangosa y corrientes fuertes, así como zonas con bolsas de aire pero sin suficiente oxígeno.
Salir por la misma ruta parece la única opción, pero es de alto riesgo, dijeron las autoridades. Los expertos en rescate en cuevas consideran que un escape bajo el agua es el último recurso, especialmente para personas sin entrenamiento en buceo, como son los niños atrapados. El camino de salida se considera especialmente complicado debido a los fuertes desniveles, recovecos y pasadizos inundados y estrechos. Los profesionales que asisten a los chicos, todos ellos buzos de rescate muy bien entrenados, tardan once horas en llegar al fondo de la caverna, dejar provisiones y regresar al ingreso. Esto da una clara idea de las enormes exigencias físicas que tendría la salida de la cueva para los 12 niños, aún cuando vayan asistidos por uno o dos buzos cada uno.
Se trata de una opción muy arriesgada, ya que el camino hasta la salida pasa por zonas oscuras, otras anegadas y puede durar al menos cinco horas. Aun así, los jóvenes ya han recibido las primeras lecciones de buceo para emprender la salida acompañados de rescatistas, aunque algunos ni siquiera saben nadar bien. Los rescatistas necesitan unas seis horas para llegar hasta ellos.
Otra posibilidad es taladrar un agujero de 600 metros de alto en el techo de la cueva y sacar a los chicos por allí. Pero esta opción todavía está en fase exploratoria.
Ayer se apreciaba poco movimiento ante la cueva y no había rastro de los helicópteros que en los últimos días sobrevolaban las montañas. Al gobierno tailandés le gustaría retrasar el comienzo del rescate. Sin embargo, el tiempo juega en contra. Los últimos días no llovió pero en la tarde de ayer comenzó a hacerlo y para los próximos se pronostican fuertes precipitaciones que podrían inundar aun más la cueva y hacer más difícil la salida buceando. La temporada de lluvias, el monzón asiático, se prolonga de junio a noviembre. Esperar hasta noviembre no parece una opción. Además, los intentos de bombear agua de la cueva han tenido que suspenderse cada vez que la lluvia se vuelve intensa. Ayer se continuaba con estas tareas, que han permitido retirar volúmenes importantes de agua de las diversas "piscinas" internas. También hay un tramo casi en "U" totalmente inundado, que los buzos consideran el más exigente.
El general de división Chalongchai Chaiyakam dijo ayer que los socorristas "están en guerra" y que los expertos le dijeron que la inundación por las nuevas lluvias podría reducir el espacio no inundado en donde se albergan los niños a apenas 10 metros cuadrados, una pequeña playa al fondo de la caverna.
El gobernador local que supervisa la misión de rescate comentó que el tiempo templado y la caída de los niveles de lluvia en los últimos días han creado las condiciones apropiadas para una evacuación bajo el agua, pero que no durarán si vuelve a llover.
También hay preocupaciones en cuanto a la disminución del oxígeno en el aire en el espacio en donde están los chicos y el aumento de dióxido de carbono, una grave amenaza. Ayer los socorristas no lograron extender una manguera de aire hasta donde están los niños. Por esto, les han llevado tanques de oxígeno. Precisamente el viernes un buzo murió mientras cumplía esa misión. El hombre, un voluntario que fue buzo de la marina tailandesa, murió al regresar de la caverna, porque su tanque se quedó sin aire.
Los chicos deberían recorrer los 4 km de la gruta durante cinco o seis horas y sumergidos en algunos tramos