Fue una pérdida dolorosa, que angustió a toda la familia. Sarah Covell y los suyos vivieron la triste pérdida de Crumpet, su cachorrita de Jack Russell, a tres meses de tenerla en casa. La perrita desapareció del jardín de su casa en 2010 y, aunque la buscaron incansablemente durante un año, finalmente perdieron las esperanzas de encontrarla. La historia parecía estar cerrada para siempre, pero no era así.
Este junio, su querida mascota reapareció inesperadamente. Fue un shock para los Covell, que después de 11 años volvieron a disfrutar de Crumpet, ahora jugando con Totty, otra de sus mascotas, en el jardín trasero de su vivienda. Sarah, de 57 años, se enteró del hallazgo estando en casa de una vecina y, cuando le avisaron de la buena nueva, volvió apresuradamente a reencontrarse con la perra que ya no era una cachorrita.
La familia, afincada en la localidad inglesa de Sherborne, en el Reino Unido, había quedado devastada cuando se perdió Crumpet. Inundaron el barrio con carteles en los que ofrecían una recompensa de 300 libras a quien la encontrara. Al mismo tiempo fueron a la asociación de perros perdidos, repartieron folletos, llamaron a la compañía de microchips para perros y nada, ni rastro de la pequeña perra perdida.
"Era muy inusual que Crumpet se escapara, nunca lo había hecho antes y se encariñó mucho con mi perra mayor, que era una especie de madre para ella", aseguró al diario británico Mirror, y añadió: "No es normal que se haya escapado, pero era muy simpática y probablemente no me habría enterado si alguien hubiera entrado en mi casa para llevársela".
El 12 de junio, 11 años después de la gran pérdida, recibieron la llamada de un veterinario de urgencias que les informó de que habían encontrado a su perrita en un campo de golf a pocos kilómetros de su casa. "Mi reacción al recibir la llamada fue de ligera incredulidad, la verdad", explicó Sarah, y agregó: "Ni siquiera sabíamos si la reconoceríamos tras 11 años".
"Pero, obviamente, en cuanto la vimos, se puso a contonearse y mover la cola y salió corriendo hacia nosotros", añadió sin ocultar su alegría la dueña, y afirmó: "Pensamos que si alguien se la había llevado, con suerte la habrían cuidado, pero eso es lo más triste: no la han cuidado. Siento que la han abandonado. Ha tenido cachorros y ahora necesita mucho trabajo médico, no parece que haya ido nunca al veterinario".
"Sus orejas estaban muy infectadas, realmente inflamadas con enormes bultos en ellas. La operaron el lunes y dijeron que estaba completamente sorda, pobrecita. Si la hubieran llevado antes al veterinario seguro que ahora no estaría sorda. Creo que la han descuidado, es criminal que le hayan dejado las orejas así porque eso tiene fácil solución. Ahora va a tener que estar con esteroides el resto de su vida", reflexionó.
Más allá de estos avatares, Crumpet sigue siendo la misma perrita que con tres meses era dulce y amable con la familia. Por eso, Sarah está encantada de haber podido recuperarla, aunque haya sido 11 años después, y orgullosa de haberle puesto el microchip: "Es una muy buena lección para cualquiera: hay que ponerle el microchip a tu perro y mantener los datos actualizados".