Los fundamentalistas de la pizza tienen gustos férreos y no dudan en hacerlo saber. No solo eso, frente a las innovaciones de algunos maestros pizzeros, que experimentan con nuevos agregados, ponen el grito en el cielo.
Los fundamentalistas de la pizza tienen gustos férreos y no dudan en hacerlo saber. No solo eso, frente a las innovaciones de algunos maestros pizzeros, que experimentan con nuevos agregados, ponen el grito en el cielo.
Así fue como el presidente de Islandia, Gudni Johannesson, confesó finalmente que no prohibirá la pizza hawaiana como había sugerido, subrayando que en cualquier caso no tiene el poder para hacerlo.
El asunto es en parte una broma, revelada por los medios de comunicación nacionales, que surgió después de que el jefe de Estado visitara a mediados de febrero un instituto de Akureyri, ciudad situada en el norte de la isla. Una alumna le preguntó qué opinaba sobre la piña en las pizzas, y Johannesson respondió que la detestaba y que, si pudiera hacerlo, la prohibiría.
Ccuando el caso ya traspasó las fronteras del pequeño país, el presidente volvió a hacer referencia al asunto en Facebook, con un tono más serio: "No tengo el poder de hacer leyes que no le permitan a la gente poner ananá en sus pizzas. Me alegra no tener un poder así. Los presidentes no deben tener un poder ilimitado", explicó. "Para las pizzas, recomiendo el marisco", concluyó.
Johannesson, de 48 años, fue elegido en 2016. En el último sondeo sobre su popularidad, publicado el 24 de enero, obtuvo un 81,4 por ciento de opiniones favorables.