La Catedral de Notre Dame de París, o sea, Nuestra Señora de París, es uno de los monumentos más perdurables y simbólicos de la capital francesa y una de las iglesias más famosas de Europa y del mundo. El arrasador incendio que sufrió ayer, transmitido en directo y en alta definición, ha conmocionado al mundo entero.
Para muchos parisinos, este monumento de 850 años de antigüedad es simplemente el corazón de su ciudad; sus dos torres cuadradas góticas que se elevan sobre los edificios circundantes a lo largo del río Sena, "son" París. Tanto o más que la moderna Torre Eiffel. Es para muchos "la catedral de las catedrales" francesas, aunque hay otras que la superan en esplendor visual, como Amiens, Reims y Chartres, de una etapa más madura del movimiento gótico. Pero Notre Dame está en París, el corazón de Francia. Tiene una increíble historia: fue el lugar de las bodas reales, de la consagración de Napoleón Bonaparte como emperador y de la beatificación de Juana de Arco. Fue en Notre Dame en 1431 cuando Enrique VI, rey de Inglaterra, fue coronado rey de Francia, y Jaime V, rey de Escocia, se casó con Magdalena de Francia en 1537. Allí se celebraron misas de réquiem por los presidentes Charles de Gaulle y François Mitterrand.
La catedral fue encargada por el rey Luis VII, que quería que fuera un símbolo del poder político, económico, intelectual y cultural de París. Era el siglo XII y París ya había surgido como centro de poder en Francia. El lugar elegido, la isla de la Cité, una de las dos islas del Sena, fue designado por el rey en persona, y lo que había allí fue demolido para construir la nueva catedral. Se dice que la primera piedra de lo que iba a ser un edificio macizo de 130 metros de largo y 48 de ancho, fue colocada en 1163, en presencia del Papa Alejandro III. Pero se necesitaron otros 200 años para completarla y se la sometió a frecuentes modificaciones en los siglos siguientes.
La catedral fue alterada sustancialmente a finales del siglo XVII, durante el reinado de Luis XIV. El Rey Sol no podía dejar de imponer su impronta: sepulcros y vidrieras fueron barridos, sustituidos por elementos más al gusto del rey y del estilo de la época, el Barroco. Mucho después, en el siglo XIX, el Gótico se tomaría revancha con las prolongadas tareas de restauración realizadas entre 1844 y 1867. Entonces surgieron de a miles las famosas gárgolas: nada más medieval que ellas, pero fueron talladas en pleno siglo XIX.
En cuanto a las famosas dos torres de la fachada oeste, de 69 metros de altura, fueron construidas a principios del siglo XIII. La torre norte era hasta ayer accesible a los visitantes a través de una escalera de 387 escalones, mientras que la torre sur es el hogar de las 10 campanas de la catedral. Entre las más famosas de las campanas está "Emmanuel", que ha tocado en la mayoría de los eventos importantes de la historia de Francia, incluyendo la coronación de reyes, visitas papales y el final de las dos guerras mundiales. También se tocó para marcar la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. La aguja original, construida alrededor de la misma época que las torres, fue retirada en el siglo XVIII, pero posteriormente restituida. Esta hermosa aguja cayó ayer envuelta en llamas, ante el horror de los parisinos.
El incendio ha sido la peor agresión que ha sufrido Notre Dame, pero no ha sido la única. La llegada de la Revolución Francesa (1789) fue traumática y muchas veces destructiva para las iglesias de toda Francia, incluyendo Notre Dame. Todas fueron transformadas en "Templos de la Razón" y las estatuas y pinturas cristianas fueron retiradas de Notre Dame y vendidas "para financiar la revolución". La estatua de la Virgen María fue reemplazada por la Dama Libertad, luego llamada la Diosa Razón.
En 1794, Robespierre, moderó este ateísmo de Estado e introdujo el "Culto del Ser Supremo". Con la caída y ejecución de Robespierre ese mismo año, el nuevo culto perdió influencia y fue oficialmente prohibido por Napoleón ocho años después. Notre Dame, que se había convertido en un depósito de alimentos durante la Revolución, fue renovada y se restauraron las reliquias religiosas. Napoleón fue coronado emperador allí en 1804, ante la presencia del Papa.
En 1844 llegó una era de restauraciones que duró 23 años. El afamado arquitecto Eugène Viollet-le-Duc dirigió las obras. Había pasado la era del racionalismo radical y la Edad Media, el Cristianismo y el gótico estaban de vuelta, de la mano del Romanticismo. Entre las obras que se hicieron figuran el rosetón, enteramente nuevo, el cambio de la piedra de los arbotantes por piedra nueva, la reconstrucción de todas las capillas interiores y altares, y estatuas en la Galería de los Reyes; también se añadieron las numerosas gárgolas, tan populares y asociadas a Notre Dame. Fueron un homenaje a la novela de Víctor Hugo de 1831 y a su protagonista, Quasimodo.En 1871, con la Comuna de París, la catedral casi fue incendiada por los revolucionarios.
Ahora, además del techo de madera con bóveda que ha sido destruido por el fuego, se teme por los tres extraordinarios "vitrales rosas" y por los numerosos objetos históricos que se encuentran en el interior de la catedral, entre los que se halla el afamado órgano del siglo XVII, sin dudas destruido por las llamas. Varias reliquias preciosas, como la corona de espinas de Jesús, fueron rescatadas a tiempo de las llamas.
Además de ser un monumento histórico único y una gran atracción turística que es visitada por unos 13 millones de personas al año, Notre Dame es el corazón de la Iglesia Católica de París. Mientras el incendio era aún combatido por 400 bomberos y devoraba el antiguo edificio, el ex alcalde de París Bertrand Delanoe comentaba que estaba "inmensamente triste. Es una pérdida inestimable... Notre-Dame de París tiene que vivir. No debemos resignarnos a esto, es patrimonio de toda la humanidad". Ese sentimiento fue ratificado poco después por el presidente Emmanuel Macron: Notre Dame, dijo, será reconstruida. Los parisinos, mientras filmaban con sus celulares el terrible incendio, improvisaban rezos y cantos religiosos. Ese sentimiento tan hondo da un gran respaldo a la afirmación del presidente galo.