Más de un cuarto de siglo de negociaciones han pasado, y las ambiciones climáticas continúan siendo duramente cuestionadas por no haber logrado estar a la altura de la crisis climática y ecológica. El pasado 6 al 16 de junio, la ciudad de Bonn (Alemania) volvió a ser sede de las negociaciones de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC), donde los Estados miembros se volvieron a encontrar antes de la 27 0 edición de la Conferencia de las Partes.
La COP 26 en Glasgow (Reino Unido) cerró el libro de reglas del Acuerdo de París; y la ruta hacia la COP 27 en Sharm-El-Sheik (Egipto) tiene todas las expectativas puestas en la implementación y la facilitación de mecanismos de financiamiento, especialmente para países del Sur Global La intersesional de Órganos Subsidiarios en Implementación (SBI) y de Asesoramiento Técnico y Científico (SBSTA) abarcó temas de adaptación, mitigación, transparencia, financiamiento, tecnología, género, desarrollo de capacidad y agricultura, en vistas a acelerar la puesta en marcha del Acuerdo de París sin dejar a nadie afuera.
Desde la sociedad civil nos hicimos presentes; portando nuestras credenciales de color amarillo que nos diferencian de las rosadas, propias de las delegaciones nacionales de negociadores. Sorteando las barreras para tener representación en una conferencia internacional la participación activa de la sociedad civil no es sólo parte de las buenas prácticas, sino que es un derecho ganado, una responsabilidad y una obligación para garantizar la inclusión, la transparencia y la rendición de cuentas en estos procesos que definen el futuro planetario.
En este marco, la convención nos plantea que la "Acción para el Empoderamiento Climático" (o ACE, en inglés) es el instrumento que desde la sociedad civil debemos internalizar y aplicar, y está enmarcado dentro del artículo 6 de la Convención (1992) y el artículo 12 del Acuerdo de París. Bajo el concepto de ACE, se engloban 6 elementos claves para garantizar una gobernanza climática centrada en las personas: educación, entrenamiento, sensibilización pública, participación pública, acceso a la información y cooperación internacional
De la protesta a la propuesta
Argentina ha avanzado en materia climática a través de la ratificación del Acuerdo de Escazú, la Ley Nacional de Educación Ambiental y la Ley Yolanda, posicionándose un paso adelante en el empoderamiento ciudadano en materia ambiental y climática. Sin embargo, aún estamos en proceso de ver sus efectos localmente, y debemos seguir exigiendo su implementación. Una estrategia de acción climática con perspectiva en ACE y una correcta implementación, es la mejor manera de que la sociedad se apropie de los Planes de Acción Climática Local, colaborando en alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y protegiendo a sus comunidades y su entorno.
Desde su adopción, ACE fue un área poco prioritaria en las agendas climáticas y, por lo tanto, desfinanciada. Por primera vez, durante la intersesional de Bonn se realizaron mesas de trabajo que conectaron a negociadores y sociedad civil en igualdad de condiciones para pensar en conjunto la co-creación de las estrategias botton-up de implementación en empoderamiento para la acción climática en todos los niveles. En ese sentido, desde el Observatorio de ACE, se lanzó la alarma de la existencia de "esfuerzos crecientes, pero fragmentados, en la generación de políticas climáticas centradas en las personas, con herramientas participativas a nivel local, nacional, regional e internacional que no siempre están correctamente articuladas, con inclusividad y transparencia. Es necesario coordinar los compromisos con la ciudadanía en su conjunto"
Resulta pertinente reforzar la necesidad de proveer participación donde se creen puentes entre las expectativas de la sociedad civil y las acciones climáticas locales. La parte más técnica de todo ésto, es la creación de indicadores medibles que permitan monitorear, evaluar y hacer un seguimiento de la gobernanza. Esto permitiría generar un entramado multi-actoral que refuerce y potencie los procesos de toma de decisiones, financiamiento, transferencia de conocimiento, tecnología e innovación.
"Todos somos expertos de nuestra propia experiencia", fueron las palabras de Kasha Slavner, una joven documentarista que registra los aportes claves de movimientos de base en la acción climática. Y creo que resume la importancia de garantizar una silla en la mesa de discusión y cocreación de soluciones a todos los actores de la sociedad que habitan los territorios, vivencian a crisis climática en primera persona, que estudian desde los distintos campos del conocimiento las ciencias de base y trabajan en la búsqueda de soluciones.
Es importante internalizar que nadie puede hacer esto sólo: es imposible dar respuesta a la multiplicidad de desafíos de esta crisis climática sin la participación ciudadana. La herramienta más poderosa que podemos construir es una masa crítica, de sociedad civil, comprometida e informada formando parte de los procesos de coconstrucción de la acción climática local y global Debemos defender y abogar por una gobernanza climática en todos sus niveles, donde existan procesos participativos, construcción de capacidades y entrenamiento con la sociedad en su conjunto, involucrando a quienes ya sufren los efectos de la crisis climática, científicos, técnicos, juventudes, los y las defensores de la Tierra y a las minorías históricamente menos representadas. Una sociedad civil que es parte, y no netamente espectadora, será parte de la búsqueda de soluciones, ampliando la transparencia y la rendición de cuentas.