"Ligera y dinámica", así caracteriza la arquitecta Alejandra Linares a la única
vivienda de forma circular del club de campo Kentucky, ubicada en un terreno en esquina que mira
hacia el lago. El movimiento brota del gran arco principal de la planta baja donde se encuentra el
living comedor, diseñado para apreciar la vista del espejo de agua y su isla con palmeras y
animales.
"Por eso la gran curva es todo un vidriado fijo de una altura considerable",
explica la profesional que junto a su socia, Cecilia Casiello, se arriesgaron a trabajar con líneas
curvas dentro de un estilo racionalista. La cocina bañada de sol, instalada en el ambiente
contiguo, compone un perfecto cuarto de círculo que mira a la galería posterior.
Concretar esas curvas no fue sencillo. Desde colocar piedras, plantillar mesadas
o realizar muebles de cocina curvos, fue mucho más tedioso que hacerlo en forma recta. Para las
autoras fue un gran desafío lograr perfección en los detalles.
Atenta a las necesidades del comitente, la vivienda refleja su deseo de
disfrutar los espacios en el tiempo libre, como también de relajarse y descansar. El ala superior,
destinada al dormitorio, vestidor y baño privado, reserva un área llamada por los dueños el spa:
"tiene dos poltronas de ratan para mirar televisión, un techo de vidrio redondo y la escalera
helicoidal tan llamativa por la cual se puede acceder a la parte del solarium y pileta,
directamente desde la suite".
Según Linares, muchas veces la vivencia supera al propio proyecto y la
experiencia de recostarse en las reposeras a mirar el cielo en una noche estrellada o de observar
el amanecer en la terraza frente al lago, no se puede percibir en los planos. "Un viernes, nos
invitaron a cenar, la pileta se veía toda iluminada, con burbujas, y nosotros estábamos en el
comedor. Fue una gran emoción porque vos pensás: Nos dieron este terreno vacío y ahora estamos acá
disfrutando de mucho más que una obra terminada", confesó una de las titulares del estudio de
arquitectura Clad.
La escalera de madera separa el living comedor del sector de servicio, que
incluye baño, un lavadero, un dormitorio de servicio, un baño auxiliar y deposito. Además, un
cómodo escritorio con biblioteca que da al jardín, en la cual libros, colores y objetos
decorativos, elegidos con celo profesional, combinan en perfecta armonía. "Somos obsesivas de los
detalles. Por ejemplo, me acuerdo del baño de la suite que tiene un ventanal del piso al techo. Y
era todo un tema ponerle a ese gran ventanal la cortina, colgar los espejos desde arriba y hacer a
medida los aceros inoxidables", describe la arquitecta acerca del esfuerzo por alcanzar precisión
en el diseño.
En cuanto a la elección de los materiales, prefirieron utilizar poca variedad y
respetar un sentido estético: “Es una casa que está toda terminada con parex, los muros
curvos son los únicos hechos en piedra (pirca travertina) y a la madera la combinamos en varios
tonos. El piso queríamos que sea práctico y usamos un nuevo porcelanato italiano del mismo color
que la piedra, que parece una pieza única por el tamaño que tiene cada una”.
Eso acentúa la continuidad espacial planteada en el proyecto, donde el
predominio de las transparencias amplifica las visuales: “Cuando vos abrís los vidrios de la
galería te fluye el espacio adentro y afuera, no hay escalón, hasta llegar al agua de la
pileta”, aseguran las responsables del proyecto.
Partidarias del racionalismo en arquitectura, se identifican con el lema
“menos es más” y proponen desarrollar un producto íntegro como la obra de un escultor,
que no precise ornamentos: “Tratamos de hacer arquitectura contemporánea, intentamos respirar
convicción y conciencia en lo que producimos. Privilegiamos el diseño y la alta calidad de los
detalles”, aseguran Linares y Casiello.