La batalla contra el paso del tiempo aparece otra vez en foco. Pero esta vez desde la historia de tres amigas danesas, de buen pasar, que deciden ir juntas a matar sus penas a un club de cocina en el sur de Italia. Las tres vienen con mochila a cuestas: Marie acaba de ser traicionada por su marido tras 44 años de casados; Vanja enviudó hace 8 años y no puede ni siquiera imaginar un romance con otro hombre; y Berling dispara sensualidad y parece la más osada, pero esconde una aguda tristeza ya que su hija la desprecia. Todas con más de 70 años y sin urgencias de bolsillo, se encuentran en una suerte de no lugar, como diría Marc Augé, porque ese espacio paradisíaco donde todos los días se enseña una nueva recetales da un anonimato y le abrirá los sentidos. Son las mismas pero ahí son otras. Y en ese proceso, aparecerán el deseo, las carcajadas y las ríspideces de la convivencia, todo sazonado con el descubrimiento de otros sabores, que les permitirá pispear lo que suelen llamar la sal de la vida. Más allá de que la temática ha sido visitada en otros films, la directora danesa supo combinar con maestría los pasos de comedia con las situaciones dramáticas y de paso le dio un palito a los militantes de la vida sana que orillan los 40 y se burlan de quienes andan por los 70. El resultado es una película disfrutable y divertida, que no apuesta al golpe bajo ni a los subrayados para que llegue su mensaje. Una receta simple, pero que se saborea.