Los actores Nicolás Cabré y Laurita Fernández, una de las parejas del momento, protagonizan en el teatro porteño Lola Membrives la obra “Departamento de soltero”, proyecto en el que conjugan la pasión por la actuación y la felicidad de poder estar juntos arriba y abajo del escenario.
“Tener la posibilidad de darme vuelta, verla y disfrutarla en el escenario es un plus”, expresó Cabré en relación a compartir esta puesta con Laurita Fernández. En ese sentido Fernández agregó: “Hoy me levanto al lado del hombre que amo, es la primera cara que veo, hago mis actividades y a la noche voy a trabajar y está él. Estoy feliz, encontré el equilibrio en mi vida”.
La obra, dirigida por Daniel Veronese, aborda la historia de un recatado empleado de una empresa de seguros (Cabré) que presta su departamento a sus superiores para distintos encuentros amorosos, con la ilusión de crecer y ser alguien en la compañía, hasta que se cruza con la recepcionista (Fernández), la amante del gerente, y a partir de ese momento deberá elegir entre su aspiración profesional y lo que siente por ella.
La pieza, que es una adaptación de la multipremiada y célebre película de Hollywood “Piso de soltero”, escrita y dirigida por Billy Wilder, cuenta con un elenco conformado por Martín Seefeld, Gonzalo Urtizberea, Daniela Pantano, Paula Ituriza, Pablo Finamore y Pablo Fusco y se presenta en el teatro Lola Membrives porteño con singular éxito, tanto es así que agregarán funciones para las vacaciones de invierno.
—¿Qué los atrajo de esta propuesta en un momento en el que se pueden dar el lujo de elegir cualquier proyecto?
Cabré: Me encantó la historia. Me pareció que era el momento para hacerlo, a veces te proponen cosas que no sentís o hacer un personaje que resulta forzado. En este caso me da la oportunidad no solo de hacer comedia sino que la obra brinda un paseíto por varios lugares y básicamente saber quiénes iban a formar parte del elenco.
Fernández: A medida que leía el guión me imaginaba en ese rol, encajaba con lo que tenía ganas de hacer. Me gustó porque es un cuento que no es pretencioso pero a la vez toca puntos bastante profundos para todos. Es una hermosa historia de amor y además es divertida. Por otro lado, quería hacer algo diferente, algo que no sea solo musical, algo que me signifique un desafío, pero sintiéndome capaz de hacerlo.
—¿Cómo definen esta adaptación a casi 60 años del estreno de la película?
Cabré: Entendemos que a veces tenemos que tener la libertad de ponerle a algo de otra época un toque moderno, un chiste o un modismo actual y viceversa, poder sacarle algunas cosas que hoy no son graciosas, que no suman y a lo mejor distraen. Esta es una comedia blanca y familiar. Se habla de soledades, de amor, de relaciones, de tristezas, de frustraciones y de ilusiones.
Fernández: Hay situaciones que marcan el rol que tenía la mujer en aquel momento y que no hace falta ser obvio, con sutilezas a la gente le queda claro cómo era en esa época. No hace falta ser explícito y tampoco podés negar las cosas que pasaban o cómo eran.
—¿Cómo fue el armado de sus personajes, que aportaron ustedes?
Cabré: No vi la película. No soy un cinéfilo, a Jack Lemmon lo conocí cuando hice “Sugar”. Prefiero no ver porque uno después inconscientemente algo rasguña de ahí. A las cosas les tenés que sacar el polvo y aggiornar un poco porque lo que antes era divertido ahora ya no lo es. Intento estar conforme con lo que nosotros contamos. Este personaje que habla con el público, que me da lo posibilidad de hacer reír, toca muchas fibras. En los ensayos decía “hay que tirar olor a chocolate”, esto es como una cajita de bombones, tiene momentos muy dulces.
Fernández: Yo sí vi la película y me sirvió en cuanto a modismos o formas de hablar que no viví y me gusta tener consciencia de las cosas que voy a interpretar y no por eso busco hacer algo similar. Me gustó porque no es un personaje chato, atraviesa momentos dramáticos y a la vez tiene momentos divertidos.
—¿Cómo es trabajar juntos siendo pareja?
Cabré: Cuando nos propusieron hacer la obra no sabían de nuestra relación y dudábamos, pero indudablemente el personaje era para ella. Lo disfrutamos, el año pasado casi ni nos veíamos y ya teníamos la experiencia de haber trabajado juntos (en “Sugar”), sabíamos cómo era. Es un placer estar en un teatro en el que trabajo hace cuatro años y en el que veo correr a mi hija por los pasillos. Hoy todo pasa por ahí, estar en los lugares donde quiero estar y con quien quiero y si le sumo tener a mi lado a la persona que amo, puedo afirmar que soy feliz.
Fernández: Decíamos que si empezábamos a salir no trabajábamos más juntos y estaban lo que nos decían que era mejor no hacerlo para no empastar la relación. Pero no encontramos ningún punto negativo. En el modo de trabajar es donde más nos parecemos y en escena me pasa que estamos contando una historia de amor y se me hace mucho más simple estando con él, entonces termina sumando.