Por Rodolfo Bella
Identidad, cultura, revisionismo, lo masculino y lo femenino son algunos de los conceptos que guiaron a la actriz Laura Azcurra y a la bailarina Mariana Astutti en la construcción de "Salir del ruedo", un espectáculo que une danza, teatro y música para resignificar el arte del flamenco hecho por dos mujeres argentinas en el siglo XXI y a la luz de las transformaciones sociales. "Bailamos durante mucho tiempo de la forma clásica, el vestido a lunares con el formato de tablado, pero eso ya no nos representaba. Había algo de eso que no tenía que ver con lo que queríamos contar y que era dos mujeres de Buenos Aires que aman el flamenco y no quieren bailar igual que las chicas de Sevilla", explicó Azcurra sobre el show que presentan mañana, a las 21, en Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza). La actriz, que protagonizó durante nueve temporadas la obra "Toc Toc" y a que acaba de grabar la serie "Go! Vive a tu manera" para Netflix, dictará un taller sobre técnicas teatrales, el sábado de 11 a 15.
¿Cómo es el espectáculo?
—Es una composición de 9 meses de trabajo que empezamos a trabajar a partir de 2016. Las premisas fueron deconstruir el flamenco tradicional. Las dos veníamos del flamenco tradicional. Llevo 20 años investigando el flamenco. Nosotras bailamos durante mucho tiempo la clásica forma, vestido a lunares, formato de tablado. Pero eso ya no nos representaba, que había algo de eso que no tenía que ver con lo que queríamos contar y que eran dos mujeres de Buenos Aires que aman el flamenco y no queremos bailar igual que las chicas de Sevilla. Tenemos otras cosas para contar. Ahí empezó el gran laburo de deconstrucción y logramos en escena una mezcla de danza, teatro, teatro físico, música, mucha intensidad y sensorialidad, pocos diálogos. Es una unión de género Mamushka, es teatro adentro de danza adentro de música.
—¿Qué lazos tiene el flamenco con Argentina?
—Es también abrazar la identidad que tenemos. Siempre nuestra mirada es que los españoles nos colonizaron, hablamos el español por ellos, tenemos la tendencia católica y religiosa por ellos. De alguna manera es decir, sí, eso también somos. "Salir del ruedo" también toca ese revisionismo con la Madre Matria.
—¿Es difícil imaginar a una andaluza bailando una zamba?
—Esto también tiene que ver con una tendencia de fusionar y sacarle las etiqueta a las cosas. ¿O por qué una pareja de japoneses no puede bailar maravillosamente el tango en un pueblo perdido de Japón? ¿Deja de ser menos auténtico, menos autóctono? No, atraviesa fronteras y se transforma en otra cosa. Y eso también es interesante de ver, qué le suman al género.
—¿Usás la palabra ruedo en el sentido de toreo, de lidia?
—Ruedo como escenario en el que se encuentra un humano y una bestia y que es un espacio de lidia, de lucha y generalmente alguno de los dos muere o termina bastante herido. Es salir de ese espacio. No tenemos por qué entrar en un estado bélico a pesar de que necesitamos una transformación para crecer y poder vernos distintos. Eso se ve en el vínculo de dos mujeres que empieza de una manera y que se va transformando a lo largo de la obra, y que también estas bestias se van humanizando. Es también una metáfora de los humanos, de cómo está la humanidad, de viejos modelos que fueron instalados y que fueron muy nocivos.
—¿Eso se relaciona con tu mención de la Madre Matria y las reivindicaciones de género?
—Sí, es reivindicarlo, resetearnos en cuanto a los géneros, a empezar a pensarnos de una forma distinta a la que durante tantos siglos hemos sido observados y en este momento verdaderamente es un momento de cambio aunque a algunos no les guste o les cueste, que sea un momento incómodo o inesperado. Es parte de este siglo XXI y de querer plantear las cosas de otra manera.
—¿De qué manera se filtra el sexismo en el flamenco?
—Esas formas en las que tenemos que repreguntarnos: ¿la fuera arriba del escenario de un bailaor y una bailaora solamente se vincula a la una fuerza masculina? ¿la fuerza que un cuerpo exhibe en escena nos remite a algo varonil? Son los cuestionamientos que nos hicimos a la hora de deconstruir el flamenco porque sentimos que en esa antigua forma de la bailaora con su vestido a lunares haciéndose la linda arriba del tablado con cinco hombre tocando la guitarra, cantando, tocando y llevando ellos el tempo de la bailaora, es una forma antigua y un poco patriarcal. De todas maneras siempre estamos buscando el equilibrio. Y muchas veces eso es así también para el hombre al que muchas veces no se le permitió expresarse ni llorar porque también es víctima del patriarcado. En todo esto hay una segunda lectura y mucho para debatir. El arte es para interpelarnos.