Pocas veces el público en general tiene la posibilidad de abordar a su ídolo e interpelarlo. Se trata de un ritual, a veces capcioso, pero que irremediablemente terminará en una carcajada. En cada anécdota, el protagonista de la noche se luce y obnubila a sus fans con detalles desternillantes y remates de apoteosis. Es más, su estampa merece respeto, quizás menos que su vehemencia deportiva, pero, humilde, y no deja pregunta por contestar desatando la reverencia de la platea. Como siempre enfundado en su equipo de gimnasia, el antihéroe más conocido del fútbol argentino subió al escenario montado en la Terraza de la Cúpula de la Plataforma Lavardén y dio cátedra de fútbol y de humor. Lo hizo en el marco de "Eber Ludueña a la carta", el espectáculo que el comediante rosarino Luis Rubio ofreció la semana anterior en Rosario y en el que le toca presentar al más popular de sus personajes.
Rubio es un actor que se inició en la televisión rosarina con el grupo que hacía "Propuesta joven" en Canal 3 y Cablehogar en la bisagra entre los 80 y los 90. Luego, en Buenos Aires trabajó en radio y en televisión, hasta que en 2002 creó un personaje que le dio su actual visibilidad en el programa "Mar de fondo" que se veía por TyC Sports. El también guionista fue nombrado por el Concejo Municipal, en noviembre pasado, artista distinguido de Rosario. Ganador de cinco premios Martín Fierro por sus labores en radio y TV hoy el humorista protagoniza tres envíos: "La comedia no se mancha" por TNT Sports, "TV or not TV" que se ve por TBS, y "Supermartes", que va los jueves por TyC Sports.
De civil. Como si fuera un partido de fútbol, el espectáculo se divide en dos. En la primera parte, el actor se presenta con ropa "de civil" y le encara a un monólogo en el que se ríe de sí mismo, de sus apetencias gastronómicas y de la relación que traba con los ocasionales mozos que lo atienden. A lo mejor comer sea uno de los deportes preferidos de los argentinos y, por eso, la química con la gente es instantánea.
Se trata de un monólogo que, en estos tiempos, podría asemejarse a un paso de stand up con vivencias y reflexiones personales siempre regadas de un humor blanco.
Y éste último no es un dato menor. Rubio no utiliza palabras soeces ni exabruptos. No hay dobleces en su humor ni intenciones oblicuas. Todos sus chascarrillos remiten a una inesperada e insólita situación que el intérprete usa para construir una complicidad con el público que, por supuesto, se afianzará con la llegada de la segunda parte del show.
De jogging. El segundo tiempo no tiene desperdicios. Siempre ataviado con su jogging y sus botines Sacachispas, y su larga y blonda cabellera, Eber Ludueña hace su aparición y la tribuna estalla. La televisión lo ha hecho famoso, pero no menos que sus hazañas deportivas, descriptas con gran minuciosidad.
Luego, el antihéroe se someterá llanamente al interrogatorio de la platea, momento en el que Rubio demostrará no solamente su humor sino también su capacidad de improvisación y su ductilidad para jugar con la gente.
Puede ser que alguien se pierda de algún chiste si su cultura futbolera es escasa, debido a la profusión de historias y personajes del fútbol argentino e internacional que se mencionan, aunque esa situación se remonta fácilmente gracias a la comicidad y desfachatez que emana el personaje. Con todo, "Eber Ludueña a la carta" es un show en el que Luis Rubio se mofa de las costumbres argentinas apelando a relatos gastronómicos y deportivos aptos para todo público. Imperdible.