Con pelucas enruladas y los acordes de "Are You Gonna Go My Way?", el hit de
Lenny Kravitz luego empalmado con "Salir a asustar", Mollo, Arnedo y Catriel abrieron el show de
Divididos, que pasó a ser el número principal de la noche. Fueron en total 22 temas, una típica
maratón de la aplanadora. Kravitz volvió a aparecer en dos ocasiones: primero, cuando Mollo le
deseó "que se recupere, que se ponga las pilas", y luego en "Guanuqueando", una melodía norteña que
contó con los músicos del Maestro de la Quebrada Ricardo Vilca, precedida por un grito del público:
"Y ya lo ve, es para Lenny que lo mirá por tevé" (y sí, no es lo mismo con Lenny que sin Lenny).
"¿Se lo imaginan con los rulos y una bolsita de agua caliente en el pecho?", bromeó Mollo.
Como es uso y costumbre en los shows de la banda, Mollo tocó "Voodoo Chile", de
Jimi Hendrix, e hizo llorar a su guitarra primero con una suela de zapatilla arrojada desde el
campo y luego con su boca. Como es uso y costumbre, también, el pogo alcanzó su pico en "Cielito
lindo". Como es uso y costumbre, por último, ensayaron los acordes de dos temas de Sumo: "Silver
moon" y "Next week". Pero atención: hubo, esta vez, algo diferente. "No esperen mucho de esto",
dijo Mollo. Arrancó con unos rasguidos de reggae y luego se mandó a rockear un tema nuevo, el
primero en cinco años. "Mañana estará en YouTube", afirmó después del último acorde.
Durante las casi dos horas que duró el show, Mollo tuvo una sonrisa pintada en
su rostro, ¿o acaso es su mueca usual en el escenario? Gastó (y desgastó) seis guitarras, incluida
una de doce cuerdas en "Par mil", y lució en su chaleco verde un prendedor de la Unión Soviética
(estrella roja, martillo y hoz), signo de una revolución ya caduca. Arnedo, más sobrio, pasó casi
desapercibido, todo de negro y con lentes de sol, al mejor estilo del rock de los '80. Debe ser,
acaso, que el pueblo siempre tiene razón: fue para Lenny, si es que lo miró por tevé.
Catupecu con sorpresas
Una sorpresa cortó la noche del Quilmes Rock: un power trío encabezado por Carca
(que ya había hecho su aparición en la primera fecha) hizo crujir sus instrumentos durante diez
minutos en un escenario menor. "Es un tributo con amor y respeto a aquellos que se atrevieron a
cantar en español cuando no existía todo esto", dijo luego de arremeter con una versión de "Fiesta
Cervezal". Su minishow terminaría con "Rutas argentinas", no sin antes atravesar turbulencias:
"¡Puto, puto!", le gritó un grupo de fans de Catupecu. A lo que Carca, viejo lobo de mar,
respondió: "¿Ser puto es algo malo? Sepan disculpar a este grupete". Una hora más tarde, repetiría
su miniset de homenaje al rock nacional ("A Pappo todos le debemos todo", diría más tarde, luego de
su versión de "El tren de las 16").
Así recibió el escenario Catupecu Machu, que abrió el partido a su favor, ganado
de antemano, pero de todas maneras muy bien jugado, con los escalofriantes acordes de "Viaje del
miedo". El show de los de Villa Luro fue un viaje distorsionado y potente, una dosis de altos
decibeles en la mejor tradición catupequense, donde no faltaron las referencias a Gabriel Ruiz
Díaz. Su hermano, Fernando, lo invocó al principio de "Origen extremo", como Mel Gibson al final de
"Corazón valiente" y su grito de libertad, Fernando hizo eco del nombre de su hermano en la noche
de River: "¡Gabiiii!". Más tarde, sobre el final de este viaje, explicaría por qué. Fue antes de
darle rienda suelta a "Dale!": "Desde que pasó el accidente de Gabriel, dos veces acá en River le
dije que escuche ‘Dale!’, primero en el Fernández y después en el Fleni. Ahora lo
escucha acá, en River". Y claro, en el estribillo del tema, alternó eso de "¡Dale!" con
"¡Gabi!".
Fernando usó tres guitarras en este show (la acústica para "Viaje del miedo",
una Les Paul y una Flying V), y a todas les sacó un sonido monstruo. Sumó a Walas, de Massacre, en
"Plan B: Anhelo de satisfacción", y recorrió la historia de su banda, poniéndola a punto para un
futuro cada vez menos oscuro. Cuando Catupecu Machu se bajó del escenario, lo mejor de la fecha ya
estaba jugado.
El clásico ritual piojoso
El día 3 fue para Los Piojos que presentaron por primera vez los temas de
Civilización en un estadio abierto: el marco festivalero fue la ocasión ideal para que las 60 mil
personas que se quedaron hasta el final animaran el tradicional ritual piojoso que ya es un
clásico. El ingreso al escenario por parte de la banda de El Palomar fue también monumental; un
Citroen, un sidecar, una bicicleta triple y un Masserschwitt trasladaron a todos sus miembros y los
dejaron en sus respectivos puestos. Andrés Ciro, que no abandonó las antiparras, adoptó el look de
un basurero eternáutico, con overol azul y guantes de goma, dio inicio al prolongado set con
"Manjar". En seguida, con todas las luces del escenario apagadas, su cara brilló fluorescente y se
movió al son de unos de los más recordados temas de Tercer Arco, "Taxi boy".
Los homenajes se sucedieron a lo largo del show: primero Ciro tocó el himno en
su armónica y lo rindió a los soldados de Malvinas y, luego, exigió un gran pogo en honor a Jorge
Ginzburg en la intro de "Como Alí". Después de que Micky tomara el mando en "Fijate" y "Un buen
día", "Pacífico", terminaría con la primera parte del recital. Pero todavía quedaba más. En los
primeros bises, la formación de La Chilinga agregó percusión a "Verano del 92" y Dani Buira, ex
baterista, volvió a ocupar después de ocho años su lugar tras el bombo en dos clásicos de la
primera época piojosa: "Genius" y "Cruel". "Muévelo" fue el infaltable de la noche, parte del
segundo bloque de bises y "Zapatos de gamuza azul" la real conclusión que, aunque no programada,
sucedió a "Finale" y la tradicional lectura de banderas. Dos horas de fiesta y la promesa de
seguirla en un nuevo Luna Park.
El último recital de Sokol
Como asistiendo efectivamente a su propia despedida, Alejandro Sokol apareció
sobre el escenario vistiendo traje y corbata… ¿Será el fin? La pregunta, provocada por el
rumor de que el cantante dejaría para siempre Las Pelotas, se hizo presente en cada una de las
mentes que colmaban River. La respuesta, la había dado horas antes Adolfo Morales, prensa histórico
de la banda: al parecer, el rol de Sokol terminaría esta noche pero aún no se habría definido el
futuro del resto de la banda.
Por las dudas, era necesario vivir éste como el último concierto y retener cada
uno de sus mejores momentos. El inicio, con"Muchos mitos", fue entonado por un galante Sokol que le
pasó rápidamente la posta a Germán Daffunchio que, en gorra blanca y anteojos de sol, cantó
"Desaparecido" y lo dedicó a Julio López. Para agregar su saxo a "Partidos", la aparición de
Roberto Pettinato implicó el surgimiento de otra gran duda: ¿habrá una nueva reunión de Sumo sobre
el mismo escenario que hace un año los vio regresar? La esperanza fue, sin embargo, sofocada
rápidamente: Petti bajó en seguida para volver a subir para "Sin hilo", hit que pondría fin al
repertorio.
Al igual que en los últimos shows de Las Pelotas, la tensión entre sus
integrantes no se hizo explícita pero pudo intuirse. Y la resignación de Sokol al final del
concierto se evidenció en la expresión de su cara. Luego de "Debedé" de Sumo, tercer bis después de
"Cuando podrás amar" y "Bombachitas rosas" con Gillespie y de nuevo Pettinato de invitados, Sokol
apareció vistiendo una remera con la inscripción "Simplemente gracias". Aunque él no dijo nada más
que "Chau", ya estaba todo dicho.
Charly con un body negro, casi un stripper
El primer show porteño de los Ratones Paranoicos luego de volver a su formación
original, mostró intacta la química del bajista Pablo Memi con Juanse, la otra mitad fundacional
del grupo.
A pesar de permanecer 10 años fuera de los escenarios rockeros, Memi tuvo un
crecimiento como instrumentista a la par del de los Ratones. Ahora incorporó el contrabajo y
renueva el sonido de temas como “Colocado voy” de Planeta Paranoico, (1996) el último
disco en el que participó.
No fue la única sorpresa. En la mitad del show, un invitado misterioso apareció
para quedarse. Cubierto bajo una túnica negra y un sombrero, mostraba dos brazos flacos esposados.
En un acto simbólico, las cadenas se rompen y el personaje se descubre: ¡Era Charly!
SNM saltó al teclado y empezó “Cerca de la revolución”. De repente
los dos hombres más parodiados del rock nacional estaban juntos en escena. El segmento García
continuó con “Influencia” y el hit del inédito Kill Gill, “No
importa”.
Como es habitual, Juanse terminó descamisado y trepado a los caños de la
estructura, con su eterna declaración de hombre de rock, “Sigue girando”.
El show de la Bersuit
A un mes de cumplirse un año de su último (e histórico) show en el mismo
Estadio, Bersuit Vergarabat regresó para satisfacer de la misma manera a todos sus seguidores.
Desde el comienzo, la gran banda liderada por Gustavo Cordera generó un clima festivo que fue in
crescendo: los cuatro primeros temas, pertenecientes a su más reciente disco, ?, introdujeron a más
de 50 mil personas a lo que sería una seguidilla de éxitos, de los viejos y de los nuevos. "De
onda", "El baile" y "Cachaca" (durante la que el Monumental se transformó en una suerte de
gigantesca bailanta), constituyeron el bloque movido que alcanzó su clímax con "La danza de los
muertos pobres (afro)" con los tambores de La Bomba de Tiempo de invitados. Los pijamas
íntegramente negros fueron el perfecto atuendo para la sucesión de baladas que partieron en dos al
setlist: "La soledad", "El tiempo no para", "Vuelos" y "Un pacto".
Hacia el final, divertidas declaraciones políticas antioficialistas ("Néstor se
llevó toda la plata...Cristina viene por el cambio) fueron acompañadas de titulares al mejor estilo
Barcelona. La sátira continuó con un cambio de vestuario: luciendo túnicas naranjas y collares
floreados, el Pelado y su troupe danzaron en círculo al grito de "Hare Krishna" precediendo a los
dos últimos temas "Tomo" y "Se viene". Claro que nadie iba a dejar que esto terminara de manera tan
abrupta: para comenzar los bises, Cordera, vistiendo ahora el típico pijama a rayas, habló sobre la
necesidad de la legalización del cannabis para cantar "Madre hay una sola" y, así, anunció el ya
indefectible final. "La Bolsa" y "El viento" concluyeron de la mejor forma lo que fue una verdadera
celebración. Y todos contentos.
(Fuente: Rolling Stone)