El amor, el casamiento, los mandatos familiares, más el deseo de ser parte de la aristocracia sin contemplar la dignidad son los tópicos en los que se mueve “Persuasión”, la película basada en la novela de Jane Austen, que se estrenó el viernes en Netflix. No fueron pocos los relatos de Austen adaptados a la gran pantalla, entre los que se destacan “Orgullo y prejuicio” y “Sensatez y sentimientos”, pero aquí se privilegió otro modo de contar la historia, ambientada en la Inglaterra de principios del siglo XIX. Anne (la bella Dakota Johnson) habla a cámara para contar sus desventuras y toma a ese espectador y espectadora de testigo y hasta de cómplice de sus palabras y vivencias. En ese juego, a veces simpático y efectivo, otras no tanto, Anne expone su pesar por ser la oveja negra de una familia que estuvo en la cresta de la ola, pero a causa de un padre tan desprolijo como egoísta entran en bancarrota. En medio de una vida sin exigencias laborales, ni objetivos profesionales que cumplir, el foco está puesto en conseguir un alma gemela para tener una familia, pero para que eso ocurra, primero él o ella deberá ser una persona con títulos de nobleza y un buen pasar. Anne vive desesperada porque se enamoró de Frederick hace ocho años y nunca lo pudo olvidar. No pudo llegar a nada porque él no tenía dinero, por lo tanto su familia lo rechazó. Pero claro, ahora es un capitán de la marina, con poder y prestigio, justo cuando ella está casi al borde del default, pero emocional. El reencuentro entre ambos se dará entre el rencor de Frederick y la desesperanza de Anne, pero siempre con el amor en las miradas. La directora Carrie Cracknell mantuvo a rajatabla el tono frío y distante de las relaciones humanas de esa época, pero apostó a poner en valor la palabra de Austen y acomodarla a los tiempos que corren. Por eso parece que Anne estuviese hablando en 2022 cuando dice “que nadie te diga cómo vivir ni a quien amar”. ¿Un golpe efectista para seducir a los espectadores? Puede ser. Pero lo cierto es que la trama apela a ese guiño y logra el ida y vuelta que desde el vamos propone Anne al romper la cuarta pared. Hay mucho de novela rosa y también del típico malentendido que deviene en la resolución del conflicto para que todos sean felices y coman perdices. Una película liviana. Tal vez una buena elección para esos días pesados.