Para Pablo Fábregas “la comedia es un océano inmenso”. Y desde esas aguas presenta hoy “Inestable”, donde combinará sus desopilantes monólogos con música en vivo junto a Lucien Gilabert, en voz, piano y guitarra; Miguel Angel Cino (Ranatronic), en bajo y Maxi Votta, en batería, con dirección de Julio Panno. La cita es este sábado, a las 20, en el Centro Cultural Güemes (Güemes esquina Ovidio Lagos). En diálogo con Escenario, Fábregas contará por qué motivo no está “ni bien, ni mal, sólo...inestable, como el equilibrio del mundo”.
—En “Inestable” decís que “si nos reímos de lo que nos pasa estamos empezando a sanar”. ¿Qué tan enfermitos nos dejó la pandemia que todavía cuesta sanar?
—Creo que nos afectó mucho. Primero nos puso una barrera con el otro. Se terminó el contacto, le pusimos nuevas reglas al afecto. Por otro lado nos dejó una sensación de fragilidad, de que todo se puede romper de un día para el otro. Como que nos llenó el tanque de la ansiedad.
—¿Te parece que una forma de salir de esta inestabilidad, es que esta supuesta zona gris se convierta en una paleta de colores variadas?¿O tenemos que enamorarnos del gris?
—Yo soy de los que se adaptan, me enamoro del gris y le doy para adelante. Pero necesito de los y las que pelean por recuperar el color. Nadie tiene la solución, la tenemos que construir entre todos.
—Los monologuistas o standaperos se convirtieron en furor al exponer humorísticamente situaciones cotidianas. Incluso los actores se quejaron porque hacían puestas austeras y llenaban teatros. Sin embargo, vos hacés un espectáculo integral con una banda en vivo, y hay otros colegas que van por el mismo camino. ¿Considerás que formás parte de una nueva generación de monologuistas, con shows más producidos, para llegar a otro público o a más público?
—Una persona sola en el escenario se puede ver como austeridad o como la esencia del teatro: el cuerpo, la palabra y el público. Por suerte la comedia es un océano inmenso, desde el stand up al musical, pasando por el formato que se te ocurra. Tengo la increíble fortuna de poder estar un jueves en un bar, monologando, y el sábado, como en Rosario, en un teatro con luces, banda, pantalla y lo que se me ocurra. En lo personal me gusta mucho sorprender al público.