Es uno de los galanes más solicitados de la Argentina. Pero él, Pablo Echarri,
no se quiere quedar sólo con ese rótulo. La pantalla grande es su pasión y cada vez se acerca más y
más hacia el séptimo arte. Esta vez será uno de los protagonistas, junto a Federico Luppi y Norma
Aleandro, de "Cuestión de principios", una película basada en un cuento de Roberto Fontanarrosa,
dirigida por el crédito local Rodrigo Grande y que se rodará íntegramente en Rosario. "Siento una
conexión muy fuerte con Rosario, una ciudad que tiene muy buen material artístico", dijo el
actor.
Echarri habla mucho cuando está entusiasmado con un proyecto. Y este es el caso.
Alejado por decisión propia de la pantalla chica, afirmó que va a cumplir uno de sus sueños al
filmar junto a grandes actores un texto del dibujante rosarino, a quien ve como uno de sus ídolos.
Y aunque en la tele siente que se mueve "como pez en el agua", va por el desafío en el cine porque:
"Si te quedás quieto en un rótulo empezás a presenciar la muerte del actor". En la charla con
La Capital hay un sólo protagonista: el Negro.
—¿Qué significa trabajar en una película basada en un cuento del Negro
Fontanarrosa?
—Yo tuve una experiencia tal vez acotada pero bastante intensa con la
literatura de Fontanarrosa. Hace cosa de diez años me llegó un guión para hacer de "Inodoro
Pereyra", de parte del cineasta Diego Musiak. El se había contactado con el Negro y habían cotejado
la posibilidad de hacer un guión, se conectó conmigo y después, como otros tantos proyectos de
cine, nunca se concretó. Más adelante, cuando estaba promocionando en Rosario una película, me
llevaron al restaurante de uno de los amigos del Negro y tuve una charla platónica por teléfono.
Recuerdo su humildad y cómo se me agigantó su figura a partir de ese diálogo hasta convertirme en
un profundo admirador de su obra.
—¿La revancha te llegó con la película de Rodrigo Grande?
—Claro, previamente hice un cuento para hacer en TV y después me llegó la
posibilidad de "Cuestión de principios", que es una joya. Es la historia de un hombre de extremos
principios, que me hace acordar mucho a mi padre (risas), que vive una situación en una empresa
multinacional y sostiene sus principios aunque deba enfrentarse con su familia. Es una pincelada a
una actitud y a una forma de ser, que solo una persona como el Negro podía contar con esa ironía,
picardía y ternura.
—¿Conocías el cuento, que integra el libro "Una lección de vida"?
—No lo había leído, pero me enteré a través de Rodrigo que era un guión
que habían trabajado juntos, mas allá de que es una adaptación de un cuento del Negro. Así que el
hecho de que haya participado de esa construcción hizo que mi decisión no fuera difícil. Yo había
visto el trabajo de Grande en "Rosarigasinos" y me había gustado, y a eso se sumó la posibilidad de
trabajar con Norma Aleandro y Federico Luppi. No suele suceder que un trabajo te dé la posibilidad
de cumplir tantos sueños. Me pone feliz ser parte de este proyecto y le tengo muchísimo cariño.
—¿También vas a participar en una animación cinematográfica del Negro?
—Sí, ya me siento un fanático, entre comillas, de la obra del Negro. Es
que justo coincide con una película animada que es una adaptación de "Boogie, el aceitoso", y en la
que me propusieron que le ponga la voz nada menos que a Boogie. Es un largo impecable, de Illusion
Studios, de José Luis Massa y compañía. Es de primera, respetaron muchísimo el espíritu y sé que
estuvo supervisado en su momento por el Negro Fontanarrosa, así que estoy en un doble frente. Lo
concreto es que después de que se pinchó lo de Inodoro pensé que nunca me llegaría otra cosa de él
y ahora en menos de dos años me encontré con tres proyectos.
—¿Qué te atrapa de los relatos de Fontanarrosa?
—Evidentemente tengo un lazo muy profundo con su forma de contar. Y siento
que puedo tener una conexión más profunda porque puedo ser un instrumento para sus historias. Supe
que a él le interesaba que sus personajes llegaran al cine, y de hecho escribía de una manera muy
cinematográfica.
—¿Ahora estás leyendo algo de él, que no sea algún proyecto laboral?
—Sí, estoy leyendo "Best Seller", y siento que es una película grandiosa.
En verdad nunca había leído un libro entero de él y a medida que me llegaban los textos para TV o
cine me fui acercando un poco más a su obra. Pero por suerte todavía me quedan muchas cosas más por
leer del Negro. Es mágico poder encarnar a un personaje que él escribió con su pluma. Me da
orgullo, creo que es uno de los autores más grandes de este país, el que mejor reflejó la esencia
de la idiosincracia de los argentinos, que ni siquiera se puede explicar, se respira, se siente, se
lee en este caso.
—¿Te pasó que a través de sus relatos te enganchaste más con su mundo, en donde
conviven la mesa de los galanes, las calles de Rosario y su amor por Central?
—Es inevitable. Si vos admirás lo que un autor te cuenta, por ende todos
sus sentimientos los termina transmitiendo. Por primera vez voy a trabajar en Rosario y me intriga
bastante. Siento una conexión con Rosario, te digo más, ahora estoy leyendo justamente una novela
de Reynaldo Sietecase, llamada "Un crimen argentino", cuya trama central ocurre en Rosario, y me
voló la cabeza la novela.
—¿Adherís a esa expresión generalizada que sostiene que Rosario es un polo cultural
muy importante en la Argentina?
—Absolutamente, por mi parte conozco muchos rosarinos talentosos, como
Luis Machín, que es un gran amigo y uno de los actores mas grandes de la Argentina; ni hablar del
Negro, de Olmedo, de Fito, y de Reynaldo, que para mí es una revelación. Evidentemente hay muy buen
material artístico en Rosario, y como soy un artista y cada vez me voy interesando en lo que pasa
en mi país, considero a Rosario un foco atractivo.
—¿Puede pasar que a través de estos trabajos tenés la posibilidad de mostrar otra
faceta tuya, como ocurrió en "El método" y "Crónica de una fuga"?
— Y... uno se pone cada vez más coherente con lo que elige hacer. Aparte,
venís cada vez más grande y tengo la certeza que hay cosas que ya no quiero volver a realizar, y
que hay personajes que sí quiero encarnar porque me dan la posibilidad de desarrollar al máximo mi
profesión, que es muy amplia y tiene mucho para disfrutar. Si te quedás quieto en un rótulo empezás
a presenciar la muerte del actor, porque terminás encarnando sólo un personaje que la gente quiere
ver y eso es francamente peligroso. Yo me preocupé por hacer otras cosas en el cine. Y en TV,
aunque me siento como pez en el agua, siento que es importante, pero para mí fue una gran puerta de
entrada a la posibilidad de filmar, y eso cambió mi vida como persona y como actor. Me creó más
compromisos a la hora de elegir mis trabajos.
—¿En tu vida, parafraseando al título de la película, hay una cuestión de principios
en lo artístico?
—Sí, debe haber algo de eso, de gusto y de superación, pero también hay
principios. No soy moralista a la hora de elegir un proyecto, pero sí artísticamente tiene que
sumarme y que me despierte el deseo. Siempre trabajé de una forma pasional y poniéndole las
entrañas a todo lo que hago, dure lo que dure y sea lo que sea. Y creo que eso ya no lo voy a poder
traicionar, lo que elijo es porque sé que a la hora de hacerlo le voy a poner el corazón.