El Cuarteto de Nos juega con la rima, hace pop con algo de hip hop, mecha palabras con concepto, critica a la sociedad de consumo y a la vez desnuda, con cierta ironía e ingenio, las miserias y rarezas de la raza humana. “Jueves”, su último trabajo editado por Sony, llega en la celebración de sus 35 años de carrera y lo presentan esta noche, desde las 21, en La Sala de las Artes. “Jueves no tiene ningún juicio de valor implícito, y por eso le pusimos ese título al disco”, dice Roberto Musso, montevideano hasta la médula, como el resto de sus compañeros, mientras apura un cortado en un bar céntrico de Rosario.
Musso, líder, cantante y letrista de la banda uruguaya, contó por qué dejó su profesión de ingeniero en sistemas para dedicarse a ser músico; dijo que desde su disco “Raro” en 2006 encontraron un estilo que los identifica y que hoy, con giras internacionales, están en su mejor momento y no suena a cuento. Juego de palabras para honrar la impronta de unos músicos que un buen día dijeron: “Nos zambullimos a hacer surf en el mar del arte”. Es verdad que zambullirse es meterse dentro y surfear es estar sobre el agua, pero está visto que la rareza es parte del Cuarteto de Nos.
—La lógica de la rima, incluso a veces sin estribillo, tiene una continuidad en el tiempo y es efectiva y original. ¿Pensaste en cambiarlo antes de cansarte o no te interesa?
—Desde “Raro” en adelante es cierto que el Cuarteto está más instalado, fue un antes y un después de la banda. Y eso a mí me permitió hacer canciones con mucha información, ¿viste?
—El método raro arranca con “Raro” entonces?
—Claro, habría alguna canción en los 90 y un acercamiento hacia el hip hop, pero no tan marcado como está en “Raro” (2006), en donde está por ejemplo “Yendo a casa de Damián” y “Ya no sé qué hacer conmigo”, que dejaron un sello distintivo en la banda.
—¿Te motivó darte cuenta que hacían algo original y pegaba en la gente?
—Claro, todo eso, pero antes de saber que pegaba en la gente tuve que haber pensado algo y que me guste. Además, a mí me encanta el idioma español, soy muy buen lector de autores latinoamericanos y me parecía que en el formato de canción pop tradicional de estrofa y estribillo me quedaban pocas palabras. Y yo no soy de pocas palabras (risas), a mí me gusta afianzar los conceptos con el uso del lenguaje. Y eso me dio un arma súper interesante, el poder contar historias, describir personajes con toda la parte más florida de la palabra, me dio una herramienta maravillosa.
—¿Qué autores y qué vivencias personales te influyeron para crear estas canciones?
—Por ejemplo mi padre era un gran consumidor de literatura de ciencia ficción, desde Ray Bradbury hasta Isaac Asimov, todo eso estaba en la biblioteca de mi casa. Eso influyó para el lado más fantasioso, fantástico y surrealista de algunas canciones. Y después me interesó mucho más la literatura latinoamericana. En mi biblioteca tengo todo Cortázar, Borges, Gabriel García Márquez, y también a escritores uruguayos como Mario Levrero, que es mucho menos conocido que Benedetti y Galeano, pero está lindando con la literatura fantástica y es excelente. Además, todos los integrantes del Cuarteto de Nos pasamos por la universidad...
—¿Vos qué carrera hiciste?
—Ingeniería, nada que ver con la música. Me recibí de Ingeniero en Sistemas, pero hace muchos años que no ejerzo. Pero, claro, durante muchos años trabajaba de ingeniero y el Cuarteto era el grupo de amigos con el que tocaba los fines de semana. Después, el bajista Santiago Tavella es arquitecto y bueno, como que crecimos con eso.
—Ahora, a la distancia, con la carrera de músico afianzada parece sencillo. ¿Pero cómo tomaste la decisión de dejar tu profesión de ingeniero y dedicarte tiempo completo a la música?
—Fue difícil porque no éramos el típico músico bohemio que tu trabajo es una porquería, que no querés ir a trabajar, que odiás a tu jefe, que decís “cuándo pegarán mis canciones para dejar todo esto a la mierda”. No era el caso de ninguno de nosotros, y fue una decisión que atravesó mucho más de lo artístico, ya que pasó a lo personal y familiar. Pero nos conocemos de la secundaria en Montevideo, fue una decisión de vida, decir “qué hacemos che, el cuarteto viene como algo en serio”, y ahí fue cuando dejamos todo lo demás y nos zambullimos a hacer surf en el mar del arte, ¿viste? La verdad fue una de las cosas que más nos unieron y hoy estamos en el mejor momento de la banda.
—¿La pasión pudo más que todo?
—Sí, y también el no quedarte con la incógnita. Si yo no le dedicaba el cien por ciento a componer las canciones, que me insume mucho tiempo y a las giras, todo eso, me iba a quedar eso de qué hubiera pasado si le dábamos el lugar que se merece al Cuarteto. Y con ese cien por ciento le dimos energía y todo fue genial, porque después de “Raro” vinieron 5 discos más y ahora con “Jueves” seguimos sorprendiendo con otro disco nuevo. Es increíble ver que cada vez viene más gente a los shows, que estamos viajando mucho por Latinoamérica y tenemos giras muy largas por Colombia, México, Ecuador, Perú, Chile y Argentina.
—¿Por qué “Jueves”?
—Fue porque cuando empecé a componer no quería un hilo conductor y un disco conceptual como los anteriores. Tenía ganas de sacarme presión tanto a mí como a las canciones. Eso de pensar que tal canción puede ser hitera y le empezás a cuidar la letra, que no se te vaya para un lado escabroso, o si en el puente de la canción te pide algo disonante y mejor la inclinás para algo más pop. “Me quiero sacar toda esa carga”, me dije, y por eso salieron canciones muy distintas como “Punta Cana” o “Contrapunto para humano y computadora”. Cuando llegamos al nombre del disco queríamos que fuera una palabra que no te dijera nada, y pensamos en los días de la semana: el sábado tiene su peso, el domingo también. Ahí vimos que el jueves no tiene ningún juicio de valor implícito, y como ninguna canción es representativa del disco, ahí decidimos que el nombre tampoco (risas)”.