La actriz estadounidense Natalie Portman dividió a la crítica en el Festival de Venecia con "Vox Luz", el drama de una estrella del pop cuyo éxito surge de una masacre.Aunque la actuación de la intérprete fue recibida con aplausos, no así el conjunto de este drama, de su compatriota Brady Corbet, aclamado por su debut "Childhood of a Leader".
"La oportunidad de interpretar a una estrella de la canción ha sido un sueño", aseguró Portman (de 37 años), quien da vida a una cantante tan célebre como caprichosa y despótica, que conoció el estrellato tras ser víctima de una masacre en una escuela.
Al ser preguntada en rueda de prensa sobre si la película suponía un mensaje contra la cultura de las armas en su país, Portman señaló: "No es un película con mensaje, es más bien un retrato, una reflexión sobre nuestra sociedad en la que se cruzan la cultura pop y la violencia y el espectáculo que hacemos de ambas", dijo la actriz.
"Para mí es una reflexión del momento en el que vivimos. Y espero que la gente que lo vea se plantee algunas de las cosas a las que nos enfrentamos ahora", agregó la intérprete nacida en Israel.
Ante el fenómeno de los tiroteos que se se viven frecuentemente en Estados Unidos, Portman destacó el impacto psicológico de este tipo de acciones, de cómo pequeños actos de violencia pueden provocar un tormento amplio.
Brady, que definió su filme como una crónica de los momentos que han definido los últimos 20 años su país, apostilló que si el siglo XX fue el de la banalidad del mal, en el XXI se repite ese mal.
"Vox Lux" concurre por el León de Oro y fue recibida con aplausos y algún abucheo, como también sucedió con la argentina "Acusada", también el segundo trabajo del director Gonzalo Tobal.
Víctimas del éxito
Tanto Portman como la protagonista del drama argentino, la cantante Lali Espósito, tienen en común ser víctimas de un éxito involuntario, una notoriedad que nace de un episodio sangriento. En el caso de la segunda se trata del asesinato de su amiga.
En "Acusada", Espósito se convierte en una joven que se sienta en el banquillo por el asesinato de su amiga. Aunque ella defiende su inocencia, los indicios la señalan. Mientras, sus padres (Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez) se vuelcan en su defensa.
"Actuar esta neutralidad, por decirlo de alguna manera, fue difícil", señaló Espósito. "El énfasis estaba puesto en la culpa y trabajar la culpa no necesariamente es por lo que hiciste, sino por cualquier tipo de culpa que genere la situación que estás viviendo", explicó la artista, a la que se le notan las tablas frente a los micrófonos por la soltura con la que maneja todas las preguntas de la prensa.
En la tercera película presentada hoy a concurso en Venecia, la cámara del alemán Florian Henckel von Donnersmarck vuelve a enfocar al pasado de su país para contruir la historia de un artista marcado por el nazismo y la Alemania comunista.
"Creo en la libertad del arte", dijo Henckel von Donnersmarck en Venecia. "El arte que quisieron los nazis y los comunistas se centraba fuertemente en el oficio y en el mensaje político", añadió el realizador, que quiso construir una historia sobre la creatividad humana, sobre ese proceso que viven las personas cuando transforman sus heridas en en arte.
Tom Schilling y Paula Beer protagonizan el tercer trabajo del realizador de 45 años, que no consiguió entusiasmar como sí lo hizo su debut "La vida de los otros" (2006).