En términos de Hollywood, lo de Meryl Streep es de récord: ahí están no sólo las 18 nominaciones y las 3 estatuillas que ya lucen en su vitrina, sino también los 35 años que lleva casada con el escultor Don Gummer y, hasta hoy, sin escándalo alguno. Esta mujer, madre de cuatro hijos, es sólo noticia por su trabajo como actriz, no por su vida privada.
La familia vive en Nueva York y tiene también una casa de campo en Connecticut, lejos de los focos de Hollywood. No es de extrañar que Streep celebre hoy su 65 compleaños en la intimidad. Su portavoz no quiso dar detalle alguno de cómo la actriz, una de las más celebradas de Hollywood, pretende soplar las velas de un aniversario tan redondo.
Seguramente le llegarán felicitaciones de colegas, pues compartir cámara con esta sensacional intérprete es un privilegio. Julia Roberts (46 años) se deshacía en elogios el año pasado durante el Festival de Toronto recordando el rodaje juntas de “Agosto”. Rodar con Streep es ver cumplido un sueño largamente anhelado, dijo Roberts. “Es adorable. Se aprende todos los días de ella”, agregó entusiasmada la protagonista de “Mujer bonita”.
En la película, Streep encarna a una matriarca dependiente de sus medicinas que controla con mano férrea a su familia, mientras que Roberts da vida a la mayor de sus tres hijas. Nunca antes se había mostrado Streep tan autodestructiva ni se la había visto tan poco agraciada en la gran pantalla. Su labor le reportó su decimoctava nominación a los Oscar.
En 2012 recogió su tercera estatuilla tras meterse en la piel de Margaret Thatcher en “La dama de hierro”. La primera se la llevó allá en 1979 por “Kramer vs. Kramer”, sobre una pareja que se divorcia. Cuatro años después llegaría la segunda por el drama del Holocausto “La decisión de Sofía”.
Tras alzarse con su tercer Oscar, la actriz comentó en la rueda de prensa posterior a la premiación que entendería que hubiese cierto “cansancio de Streep”. Cuando recibió la primera hace 30 años años era prácticamente una niña, dijo. No obstante, en una entrevista a la revista InStyle, señaló que el reconocimiento de sus colegas era lo importante para ella, más allá de todo eso la estatuilla tan sólo sirve para “acumular polvo”.
Tan sólo hay una actriz que haya acumulado “más polvo” que ella: Katharine Hepburn levantó cuatro Oscar. Pero Streep podría igualarla e incluso superarla, pues a sus 65 años no se plantea alejarse de los platós. Al igual que a su colega británica Helen Mirren (de 68 años), no dejan de llegarle buenos guiones a pesar de las canas.
Así, Streep apareció con pelo cano dando vida a la esposa de un reverendo en el último Festival de Cannes con “The Homesmann”, de su amigo el actor y director Tommy Lee Jones. También se la verá con melena canosa en “The Giver”, el trabajo postapocalíptico de Phillip Noyce, en el que comparte cartel con Jeff Bridges. No obstante, su corte de pelo más estiloso hasta el momento (y que también era blanco) fue como intransigente editora jefe de una revista de moda en “El diablo viste a la moda” (2007).
A Streep siempre le confiaron papeles rompedores, como cuando hace 20 años protagonizó con Clint Eastwood “Los puentes de Madison”, una emotiva historia de amor en la que los protagonistas no eran veinteañeros.
Y le gusta asumir riesgos. Quería cantar y lo hizo a lo grande en el musical de ABBA convertido en película “Mamma mia”, que fue todo un éxito en taquilla. Rob Marshall además ha convertido en película el musical “Into the Woods”, un espectáculo basado en los cuentos de los hermanos Grimm, en el que Streep encarna a una bruja.
Parece que todo lo que toca Streep se convierte en oro. Su primer papel protagónico fue junto a Robert de Niro en un drama sobre veteranos de la guerra de Vietnam “El francotirador” (1978). Y la película estuvo nominada al Oscar. Después, el drama romántico “Africa mía” (1985), una de las películas más conocidas de la actriz, junto a Robert Redford, recogió siete hombrecillos dorados.
Además, a Streep se la conoce por su profesionalidad, su férrea voluntad de trabajo y su perfeccionismo sin precedentes. Para “La decisión de Sofía” aprendió polaco a fin de poder reproducir mejor el acento de una joven polaca superviviente de los campos de concentración.
“Soy como una chica que espera que alguien la saque a bailar”, dijo en el Festival de San Sebastián cuando se alzó con el premio por su trayectoria en 2008 y al hablar sobre cómo seleccionaba los guiones. A pesar de su modestia, ya la gran Bette Davis la proclamó su sucesora. Pasión y valentía no le faltan.