Mercedes Morán encara un año en el que los proyectos de trabajo desafían a la pandemia y en el que, confiesa, se siente “muy afortunada” por poder “seguir eligiendo qué hacer a partir de poner en juego el deseo, el miedo y la imaginación”, dijo la actriz, que estrenó el unipersonal de su autoría “Ay, amor divino” en la plataforma Teatrix (consultar promociones y descuentos de La Capital en www.beneficios.lacapital.com.ar).
Morán destacó que para aceptar un proyecto deben confluir varios factores: “Algo que sea importante contar, el resto del elenco, quién dirige y si eso ocurre no importa si es un gran personaje o uno pequeño o si, en el caso de una película, es de la industria o independiente”, dirá en charla con Télam. En clave más personal, la actriz de 65 años y de una extensa y laureada trayectoria en cine, teatro y televisión, señala que al momento de elegir un nuevo papel le da “mucho miedo repetirme”.
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Dupla de lujo. Claudio Tolcachir, el director de Mercedes Morán en "Ay, amor divino".
El largo camino de Morán en sets y escenarios suma una faceta inédita con el desembarco de “Ay, amor divino”, la pieza que creó y encaró bajo la dirección de Claudio Tolcachir, en la plataforma de teatro por streaming Teatrix.
La obra en la que la artista recorre su vida en tono intimista y personal se estrenó con gran éxito en junio de 2016 en el Teatro Maipo de Buenos Aires, giró por algunas salas del país, llegó a la Sala Verde de los Teatros del Canal en Madrid y ahora se ofrece en una puesta filmada a cinco cámaras por la citada plataforma de teatro.
“La verdad es que me cuesta disfrutar del teatro si no es en una sala, pero al tratarse de una producción tan cuidada siento que no se pierde para nada el ángel de lo teatral”, resalta Mercedes.
—¿Influyó la pandemia en la decisión de ofrecer “Ay, amor divino” en una plataforma de streaming?
—La pandemia nos atraviesa en todo sentido e interviene en todas las decisiones que tomamos. Llevarla a Teatrix no fue literalmente por la pandemia, aunque como no estaba en mis planes volver a hacer pronto esta obra y la pandemia nos habituó a vincularnos de otra manera con los espectáculos, terminó teniendo su influencia.
—¿Aún así fue una decisión difícil llegar a Teatrix?
—La verdad que fue toda una decisión que tardé mucho tiempo en tomar porque cuando lo escribí y lo hicimos pensé que “Ay, amor divino” podía hacerla durante mucho tiempo por ser un formato de unipersonal. Pero pasó el tiempo y por ser tan autorreferencial sentí que debía revisar algunas cosas para que tuviera sentido reponerla, y ahí apareció Teatrix como un lugar ideal para encontrase con ella desde las casas y con la intimidad que propone.
—¿Puede pensarse que por su carga personal “Ay, amor divino” es una pieza única en tu trayectoria?
—Sin dudas. Al ser tan intimista estrené un vínculo diferente con el público y significó una propuesta arriesgada porque en este caso no tenía ningún personaje que me protegiera y decidí conectar con la gente desde un lugar más personal.
—¿Eso marcó una diferencia fuerte en relación a tu andar teatral?
—Absolutamente. Cada función era una fiesta por reencontrarme con el público desde otro lugar y poner en práctica que me conociera. Pero aún así logré equiparar esa sensación con la función sanadora de la ficción que hace que tengas que tomar distancia para encararla.
—Como muchos artistas tenés una vida extraordinaria. ¿Cómo lograste conectar con una audiencia que no tiene esas vivencias?
—Es que no es lo extraordinario de una vida sino la manera de contarlo y de generar empatía y reconocerse en los vínculos. “Ay, amor divino” habla del amor en mi vida desde sus diferentes facetas y de los afectos tan entrañables que me colmaron, y allí aparece que lo que te define como persona es cómo te vinculás con los demás.
De Maradona al Colón
La actriz Mercedes Morán aguarda que la situación sanitaria por la pandemia de coronavirus mejore para encarar la segunda temporada de las series “Maradona, sueño bendito” (en Amazon) y “El reino” (Netflix), un formato que, asegura, le “encanta porque es como hacer televisión pero con realización cinematográfica, menos demanda de tiempo y mayor repercusión internacional”.
“Tal vez me siento tan contenta con hacer series porque he tenido la suerte de trabajar con grandes directores”, completa Morán al repasar una agenda laboral que promete ampliarse en cuanto el contexto lo permita.
En lo que respecta a cine, la intérprete que en 2001 escribió en coautoría con Betty Couceiro “Las diosas se desnudan”, cuenta que hay tres películas en ciernes, y son “Manhattan”, con guión de Mariano Llinás; otra junto a Darío Grandinetti y una tercera con dirección de Santiago Giralt.
Esos planes audiovisuales, que están en compás de espera por las restricciones pandémicas, no dejan a Mercedes perder el foco de su primera vez en el Teatro Colón en otro paso inédito en su largo camino por las artes. “Me hace mucha ilusión poder llegar a un escenario tan mítico como el del Colón”, asegura Morán sobre “Theodora”, oratorio de Georg Friedrich H„ndel en versión semiescenificada, con puesta de Alejandro Tantanian y dirección musical de César Bustamante.
“Se trata de cuatro o cinco funciones de una versión semi-montada con dirección de Tantanian donde interpretaré unos textos. Es algo que se iba a hacer en junio y ahora se pasó para julio”, comenta la artista.
Todo empezó con “Gasoleros”
Con esta llegada a Teatrix, la intérprete suma un nuevo paso a un tránsito plagado de hitos que en TV la tuvo como protagonista de “Gasoleros”, en el que hacía el rol de Roxi, la pareja de Panigassi, personaje interpretado por Juan Leyrado. Pero además fue determinante en “Socias”, en la versión local de “Amas de casa desesperadas”, y también en “El hombre de tu vida” y “Guapas”, por citar solamente algunos.
Su andar en cine -que comenzó en 1987 como parte del elenco de “Mirta, de Liniers a Estambul” y ostenta otros 25 títulos con dirección de Lucrecia Martel y Juan José Campanella, entre más-, le regaló su primer papel central recién en 2014 con “Betibú”, de Miguel Cohan, y desde entonces su presencia se hizo más notoria en filmes como “El Angel”, su premiado protagónico en “Sueño Florianópolis”, “La familia sumergida” y dos rutilantes piezas del cine chileno: “Neruda” y “Araña”.
Sobre las tablas, Morán debutó en 1983 y entre la veintena de piezas en las que actuó se destacan “Locos de contentos”, “Cristales rotos”, “Pequeños crímenes conyugales” y “Agosto: Condado de Osage”, además de que también tomó la batuta de la dirección cuando en 2010 estuvo al frente de “Amor, dolor y qué me pongo”.