La televisión es show, hoy más que nunca. Lo entienden los productores porteños, que explotan tanto como pueden las ocurrencias de los famosos, y también, poco a poco, los rosarinos, que de un tiempo a esta parte tratan de salir del corsé que asegura que la seriedad es sinónimo de trajes oscuros, voces graves y ceños fruncidos. Cómo será de importante el cambio que días atrás, con la planilla del rating en la mano, un veterano mandamás de los medios locales llamó a su oficina a uno de sus conductores estrellas y le aconsejó, casi le ordenó, que se dejara de "reír para adentro" y que le pusiera un poco más de "onda" a su programa. Hoy la tendencia, que busca desacartonar la pantalla rosarina, quedó expuesta en "Bien temprano", el envío que conduce con mano firme Susana Rueda por Canal 5. Con la excusa de festejar el Día del Padre, le hizo hacer a los periodistas que trabajan en el programa lo que, en otro momento, jamás se hubiera animado. Fue en los últimos minutos, cuando como todo el mundo sabe el encendido de la televisión matutina se enfría. Y fue así, seguramente, para darle un atractivo extra al cierre del programa. Por eso fue anunciado, con bombos y platillos, como la frutilla del postre de una emisión, la del viernes, que se atreve a aflojarse la corbata. Así fue como, después de presentar un emotivo informe en el que los hijos de los integrantes del equipo del programa, saludaban a sus padres, confesando públicamente porque los consideran "súper papás", llegó el momento de la verdad: los periodistas, que hacen un culto del look formal, revelaron su identidades secretas. Como los superhéroes, pero al revés, Leo Ricciardino fue el encargado de romper el hielo. Tímidamente vestido como Flash, el paladín de la justicia más veloz del planeta, no abandonó el saco ni los zapatos de charol. Para excusarse, ante la mirada atónita de la conductora del programa, dijo: "Es un héroe oficinista". Depués le tocó el turno a Roberto Paz, el hombre del interior, que apareció ataviado como Clark Kent, o sea, vestido como habitualmente lo hace ante cámaras pero con lentes de gruesos cristales. Ante el clamor del piso, se quitó la camisa y abajo tenía el traje azul de Superman, sospechosamente musculoso. Fernando Lingiardi, el columnista de deportes, fue el primero que se animó a aparecer con el traje completo. En su caso, de Batman. Acaso demasiado enjuto para dar el "fisic du rol" del Hombre Murciélago, el conductor de "Pelota detenida" fue el que más se esforzó por componer el personaje. No le salió. Lamentablemente. Finalmente, casi sin quererlo, saltó al piso Gustavo Lorenzatti, acaso el único metrosexual confeso del equipo, sin su corcel ni a la luz de la luna. Aún así ensayó una versión un tanto devaluada del Zorro de Antonio Banderas, pero sin una fragancia exclusiva, ni una esposa hollywoodense, y lo peor de todo, sin bigote. La ocurrencia, que no tuvo otra intención que rendirle homenaje a los padres que son capaces de correr, volar, saltar y hasta hacer el ridículo por sus hijos, dejó a los espectadores con ganas de más. No era el momento, claro, habrá que aguardar al Día de la Madre para ver a Susana Rueda como la Mujer Maravilla. Vale la pena la espera.