"Sin música la vida sería un error". Así, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) sintetizaba su visión de la existencia. La música rehabilita, descontractura, resignifica y agrega sentido a la existencia. Ya sea por conocer los beneficios que genera, o simplemente para liberar situaciones de estrés laboral, son varios los médicos que escogen adherirse al mundo de las corcheas. A nivel nacional, uno de los casos emblemáticos es el de Pablo "El Tordo" Mondello, guitarrista de la banda skate punk Massacre y psiquiatra, profesión que aún ejerce.
Rosario no es la excepción, así que por este motivo, Escenario dialogó con varios médicos-músicos locales para conocer sus historias, indagar cómo es la relación entre ambas disciplinas y entender por qué el arte es tan necesario.
"Escuché «Never Mind The Bollocks», de Sex Pistols, y me sorprendió. Formamos una banda pero no sabíamos tocar ningún instrumento. Fuimos conociendo la movida cultural del punk: los fanzines, el concepto de «Do It Yourself» (hazlo tú mismo) e ideas sobre anarquismo, derechos de los animales, vegetarianismo; cosas hoy más divulgadas que antes resultaban novedosas", dice Guillermo Rodríguez, cardiólogo, miembro del cuerpo médico del Sanatorio Parque y cantante y guitarrista de la banda punk Zona 84 desde 1993.
¿Qué llevó a un joven punkie a cursar en la Facultad de Ciencias Médicas? ¿El deseo o la casualidad? Rodríguez reflexiona que empezó a estudiar medicina para hacer algo, pero que no tenía la convicción de que iba a recibirse. "Más tarde, cuando comencé a ver pacientes y realizar algunas prácticas, me di cuenta que me gustaba. Al principio iba a la facultad con cresta punk y remeras rockeras. Algunos profesores y alumnos me veían raro. Hoy es normal ver estudiantes tatuados o con piercings, pero en aquella época era infrecuente. Recuerdo que tuve la premisa de recibirme y nunca ponerme zapatos. Por suerte la cumplí", dice entre risas, el frontman del combo local.
Ante la pregunta acerca de si considera a la música como una herramienta de sanación, el profesional dice que "es fundamental encontrar una válvula de escape; todo el mundo tiene estrés, pero hay que buscar la manera de desconectar. El secreto es convivir con uno mismo y ese mundo lo tiene que descubrir cada persona".
Rodríguez, que lleva más de dos décadas al frente de Zona 84 —banda que este año giró nuevamente por Alemania y editó "Radio Pirata", su flamante material de 13 canciones— confesó que su costado musical lo libera de las tensiones del trabajo: "Tengo una labor estresante que requiere suma responsabilidad. Trabajamos con unidad coronaría, cirugías cardíacas y urgencias, y la verdad es que a veces es duro. Sin dudas mi escape es la música", asegura.
Cirujanos y rockeros. Son curiosos los casos de Eduardo Alvarado (39 años), cirujano mastólogo, integrante del plantel médico de la clínica Cema, cantante y guitarrista de Fruta Deliciosa, y Federico Sylvestre Begnis (37 años), especialista en cirugía mini invasiva guiada por imágenes, miembro del equipo médico del Sanatorio Parque, y cantante de Inercia y nieto de Carlos Sylvestre Begnis, reconocido médico fallecido en1980 y dos veces gobernador de Santa Fe, e hijo del también médico y político "Canchi" Sylvestre Begnis.
Ambos frecuentaban el circuito musical y también habían cursado en Ciencias Médicas sin que uno supiera del otro. Así lo comenta Sylvestre Begnis: "Con Eduardo no sabíamos que estudiábamos lo mismo hasta que estuvimos bien adentrados en la carrera. Un día me dijo: «Fede, ¿vas a rendir para alguna especialidad? Tratá de sacar buena nota y venite al Sanatorio Plaza conmigo». Yo le pregunté qué hacía ahí y me contestó que era residente de cirugía", dice riendo Sylvestre. "Federico cantaba en Inercia, pero además compartíamos vocación. En un momento fue mi residente inferior", completa Alvarado, líder de "Fruta, septeto formado en 2000 que cierra el año el 22 de este mes en Cañada de Gómez.
Con respecto al estrés que acarrea su labor de cirujano mastólogo y el rol que ocupa la música como mecanismo de contención, Alvarado señala: "En mi profesión trato muchas pacientes con cáncer de mama y es algo que requiere de una energía pesada. La música aliviana mi mochila. Jamás se me cruzó por la cabeza dejarla. Siempre digo que la medicina cura, pero el arte salva. A mí me salva la música".
Sylvestre Begnis, que continuó presentando con Inercia el LP "Todo Vien", afirma que nunca pensó renunciar a la música, pero que considera abandonar la medicina. También expone cuál es el mensaje que da como médico: "Trato de sacar a la gente de la cultura del temor a la muerte y la enfermedad. Estamos acostumbrados a ser pesimistas ante esas situaciones", reflexiona el galeno y cantante del grupo formado en 1995 que cuenta con tres discos en su haber.
Ramiro Bonilla tiene 43 años. Es psiquiatra, coordinador del equipo de salud mental en el Hospital Español y docente de la Facultad de Ciencias Médicas en la Cátedra de Psiquiatría de Adultos. También es músico solista —"Ven a ver", su flamante material está disponible en la plataforma online Spotify— y cantante y guitarrista de la agrupación Audiofacto, banda influenciada por Led Zeppelin, The Rolling Stones y Muse, entre otras. En conversación con este diario, el profesional relató que su primer instrumento fue la batería, aunque siempre hizo hincapié en la composición de canciones.
A diferencia de algunos de los entrevistados, el psiquiatra pensó abandonar la actividad musical durante el estudio de la carrera. "Hubo un tiempo en el que creí que era algo terminado. No tenía en claro si iba volver a tocar o no", reveló. ¿La música sana? Bonilla cree que sí: "Totalmente. Hay estudios que lo demuestran, además. Ella nos une, ayuda a transmitir cosas que no comunica la palabra. Es un lenguaje que va directo a la emoción", piensa en voz alta el médico.
A cada uno de los profesionales se le preguntó sobre algún tema o disco que los relaje. Rodríguez dice: "No sé si tengo un CD en particular. Me gusta mucho la música y siempre pienso desde la mañana qué disco voy a poner cuando vuelva". Bonilla prefiere temas de The Beach Boys, Sylvestre Begnis opina que la música en su totalidad "es reconfortante" y Alvarado asegura que todas sus canciones "tienden a buscar esa escapatoria, cada una planteando diferentes cosas".
De la oncología a ser un fana de Ringo Starr
Ricardo Miechi es médico especializado en radioterapia oncológica, titular del centro de terapia radiante que lleva su apellido y propietario de Beatmemo, el bar beatle más grande de Sudamérica. Miechi, baterista de origen, sólo se presenta esporádicamente en la actualidad, pero aún conserva gran pasión por la música y, claro, por los Fab Four.
"A los 12 empiezo a escuchar The Beatles. Luego estudié batería con el percusionista de la Orquesta Sinfónica de Rosario. Quería ser como Ringo Starr. En esa época era muy difícil poder dedicarse a la música. Yo provenía de familia de médicos y mi madre era profesora de inglés, así que al terminar el colegio tuve que decidir. Quería ser baterista profesional, pero ella me dijo: «Te vas a morir de hambre con la música». Ahí frené un poco e ingresé a la Facultad de Medicina", confiesa Miechi.
Luego, el panorama cambió, de a momentos: "En tercer año me crucé con Fernando de la Riestra y Fernando Ingrassia y realizamos varios shows. Incluso acompañamos a Sandro en algunos carnavales. Después toqué un tiempo, sufriendo mucho, pidiendo en pubs que nos dejaran hacer música. Creo que esa fue la razón por la que me puse el bar décadas más tarde. A los artistas nos costaba mucho tener un lugar para expresarnos", razona.
A Miechi nunca se le cruzó por la cabeza abandonar la batería. "La música mantuvo mi eje durante tres momentos cruciales. La primera vez fue cuando comencé a estudiar medicina; la segunda, al abordar la rama de la oncología y la tercera, al momento de empezar con la pediatría oncológica. Veía niños con tumores y cosas que parecen injustas, así que casi dejo la profesión. La música fue y es un gran escape para mí", afirma el facultativo.
¿Qué música escucha Miechi? Como era de esperar, dice: "La etapa inicial de The Beatles y los temas rockeros de John Lennon son las canciones que más escucho cuando necesito aliento", meditó.
Sobre el jazz y otras yerbas
Fernando De La Riestra es jefe del servicio de neumonología del Sanatorio Parque desde 1983, músico de más de 40 años de carrera y miembro fundamental de El Umbral y Mundo Bizarro, dos recordadas agrupaciones. Daniel Martina, oriundo de Las Rosas, fue un anestesista y guitarrista de jazz fusión que formó parte de distintos grupos y editó discos como "Propinas", "Tute", "Pichincha Latin Jazz" (con el saxofonista Emilio Maciel) y "Luna rosarina" -este último con la participación del teclista norteamericano Jeff Lorber-, antes de fallecer en 2012.
Otro ejemplo es el de Rocío Giménez López, médica clínica y pianista contemporánea de jazz. Por otra parte hay varios facultativos que también son bateristas. Tales son los casos de Jorge Chirife (cirujano general y especialista en coloproctología), Luciano Rubí (traumatólogo), Pablo "Pano" Mariani (traumatólogo y baterista de Fluido), Pablo Locicero (gastroenterólogo) y Roberto Petrini (urólogo).
Un dato extra es que Sin Anestesia, grupo local que comenzó su carrera en 1996 y que fue declarado grupo musical distinguido por el Concejo Deliberante en 2014, cuenta con tres médicos en sus filas.