"Todos lo saben", un secreto con poca química
"Todos lo saben", un secreto con poca química
Calificación: **. Intérpretes: Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Carla Campra, Inma Cuesta y Barbara Lennie. Dirección: Asghar Farhadi. Género: Drama. Salas: Del Centro, Hoyts, Monumental, Showcase, Village.
Un secuestro destapa la olla de una manera impensada. La joven Irene (impecable labor de Carla Campra) llega a una fiesta de casamiento junto a su madre Laura (Cruz) en plan diversión pero también de reencuentro con un pasado feliz. O no tanto. En medio de la fiesta en un pueblo español (que nunca se nombra) y luego de un cambio de miradas entre Laura y Paco (Bardem), que fueron pareja, Irene desaparece. La fiesta deja de ser tal. Hay que digerir la torta de otra manera, porque el postre es la búsqueda de los culpables. Asghar Farhadi, que ganó prestigio con la oscarizada "La separación", planteó una trama bien pensada, pero no del todo lograda. Y, lo que es más grave, sin explotar al máximo a tres actores de la talla de Bardem, Darín y Cruz. Alejandro (Darín) llega al lugar de los hechos para recuperar a su hija, pero también para saber por qué la secuestraron y quién fue. En medio de las miserias familiares sale a la luz un secreto que no es tan así, en rigor es un secreto a voces. Ahí descubre que todos lo saben. Y tendrá que barajar y dar de nuevo. En ese derrotero transita la historia, en la que se nota demasiado que a Farhadi le costó dirigir a tres figuras de cierto peso en el mundo del cine occidental. Con un poco más de química entre Bardem, Penélope y Darín estaríamos ante una joyita. Pero no. La emoción queda a mitad de camino. Y eso, en un filme del laureado cineasta iraní, es como un pecado capital.
Por Pedro Squillaci
"La casa junto al mar", el tiempo perdido
Calificación: ***. Intérpretes: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan, Fred Ulysse y Anaïs Demoustier. Dirección: Robert Guédiguian. Género: Drama. Salas: Del Centro.
El cine del francés Robert Guédiguian (“Marius y Jeannette”, “Las nieves del Kilimanjaro”) siempre se caracterizó por retratar a las clases trabajadoras de su Marsella natal, bajo su mirada de militante de izquierda de larga data. Pero en su última película, “La casa junto al mar”, sin abandonar sus obsesiones, el director se centra en el paso del tiempo y en la marca imborrable que deja en las personas y los lugares. El planteo ya se vio muchas veces en la pantalla grande: después de años de estar distanciados, tres hermanos vuelven a reunirse cuando su padre sufre un ACV. En una casa con vista mar se encuentran Angèle, una actriz que culpa a su familia por un duelo que no pudo elaborar; Joseph, un cincuentón de izquierda visiblemente deprimido, y Armand, el único de los hermanos que se quedó a vivir junto al padre. Entre los hermanos van a surgir reproches, revelaciones y una nostalgia acallada pero poderosa por un pasado que dista mucho de este presente de ideales quebrados. Guédiguian maneja esa mezcla de sentimientos con gran precisión narrativa y con una sensibilidad justa que nunca desborda. Sus grandes aliados en ese sentido son los protagonistas — su mujer Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin y Gérard Meylan-, los actores con los que viene trabajando desde hace décadas. Ellos mismos aparecen en un flashback, jóvenes y felices, en un fragmento de la película “Ki Lo Sa?” (1986), mientras suena Bob Dylan de fondo. Sin embargo, no todo brilla en “La casa junto al mar”. Por momentos los personajes parecen demasiado autoconscientes y algunos diálogos suenan pomposos. Además, en el último tramo, el director mete con fórceps la subtrama de tres niños refugiados, como para reflexionar sobre la Europa actual y su contexto. Eso está demás, aunque el final de la película es irreprochable.
Por Carolina Taffoni
“Yanka”, busco mi destino
Calificación: ***. Intérpretes: Maite Lanata, Hugo Arana, Gastón Pauls, Ezequiel Volpe, Beatriz Pichimalen, Enrique Dumont y Juan Palomino. Dirección: Ivan Abello. Género: Aventuras. Salas: Hoyts, Showcase y Village.
Fusión de drama, aventuras, road movie y relato con elementos fantásticos, “Yanka” viene a ocupar un espacio en el segmento de cine argentino dedicado a los adolescentes. El relato está protagonizado por Yanka, una chica que hace años que busca una respuesta a la ausencia de su madre que desapareció cerca del volcán Copahue, en el sur argentino. Todas las respuestas que recibe son ambiguas hasta que un día decide ir con su abuelo a averiguarlo. Allí se encuentra con duendes y seres fantásticos que la ayudan o la perjudican en su búsqueda, hasta encontrarse con el mismísimo Pillán, el espíritu del volcán que está furioso porque ya nadie le rinde honores.
El filme marca el debut de Maite Lanata como protagonista en el cine después de la repercusión de su personaje de adolescente trans en la serie “100 días para enamorarse”. Lanata, que antes había trabajado en “Mia”, una película que reivindicaba la identidad de género, acierta en la construcción de Yanka como una chica que no acepta un no por respuesta. El director Iván Abello ofrece en su ópera prima un relato bien resuelto en lo formal y con un argumento original al llevar al cine una historia de aventuras y reconciliación con el pasado que involucra la mitología y las ceremonias del pueblo mapuche.