Siempre hay un buen motivo para festejar, dijo alguien alguna vez. Con sus más de 50 años de historia, el rock and roll tuvo varios oportunidades para celebrar o recordar buenos momentos, léase ediciones de discos, recitales o festivales históricos, consagraciones de grandes artistas. A veces, exagerando un poco como si se tratara de un perro que intenta morderse la cola.
Pero ese no sería el caso de Los Living Colour. La banda oriunda de New York integrada por Corey Glover, en voz; Vernon Reid, en guitarra y voz; Whilliam Colhoun, en batería, y Doug Wimblish en bajo y voz, salió de gira por el mundo para celebrar los 25 años de la aparición de su primer trabajo discográfico, “Vivid”, que los mostró ante el mundo como una de las revelaciones de la música.
La combinación de heavy metal, funk, hip hop o rap, con algo de acid jazz, sumado a un cantante fuera de serie y al mensaje que transmitían muchas de las letras sobre los problemas que sufría la población afro americana en Estados Unidos, convirtieron a “Vivid” en un clásico indiscutido, un disco que no podría faltar en la colección de cualquier fanático de la música. También se dijo que era la primera banda de músicos negros en hacer esa fusión.
Y ese tour es el que transportó al grupo por tercera vez a Rosario. En Club Brown, el cuarteto demostró en casi dos horas de show que tiene un sonido arrollador, sin fisuras, con unos músicos, tanto en la base rítmica conformada por el bajo y la batería como en la guitarra, que supieron sacar el brillo a sus instrumentos. Es cierto que no exhibieron nada nuevo, pero qué importa si lo que se vio y escuchó sobre el escenario fue una “master class” de profesionalismo.
Unas líneas a parte merece el frontman de la banda. Corey Glover probablemente sea el mejor cantante de rock que pasó por esta ciudad.
Living Colour tocó en la primera parte del show “Vivid” completo y con los temas en el orden en el que fueron incluidos en el disco. Por eso, tras una canción que tocaron a modo de introducción, el show arrancó con “Cult of Personality”, el tema más famoso de la banda, con un riff de guitarra que merece estar en top five de clásicos. “Mírame a los ojos, qué ves. Conozco tu ira, conozco tus sueños”, canta Glover, quien luce para la ocasión una gorra, un delantal mitad de cocinero, mitad de obrero, camisa celeste y corbata de varios colores.
Tras ese primer golpe, la banda avanza con una mini tanda con “I want to know”, “Middle man” y “Desperate people”. Glover ya tiene las cuerdas vocales calientes y es alucinante escuchar su dicción cuando incluso llega a las notas altas. Sus compañeros forman un tamdem que suena muy cerca de la perfección. Se podría decir que no hay distorsión extra, más allá de la “natural” de cada canción. No hay saturación. Es lo más parecido al sonido de un CD. Y Reid, con su guitarra, hace lo suyo, que le da el sonido clásico a la banda.
El show baja un poco en intensidad con la introducción de “Open letter (to landlord)”, pero cuando llega la segunda estrofa Club Brown queda otra vez en llamas. “Este es mi barrio. Este es el lugar de donde vengo y a ese lugar lo llamo mi hogar”, canta Glover en uno de los temas en el que la banda baja línea sobre las necesidades y abusos que sufre la población afro americana.
Después llega “Fanny vibe”, donde Living Colour muestra su ADN musical. Glover rapae y sus compañeros, especialmente Colhoum y Wimblish pisan el acelerador y tiran a la parrilla todo el pulso funk de la banda. Después llega otro rastro genético en la historia del grupo con “Memories can’t wait” de los Talking Heads, una de bandas de la que se nutrieron allá por principios de la década de 1980. Tanto hard rock, funk y rap dio paso a la festiva “Glamour boys”, otro de los momentos más festejados por el público.
La primera parte del show cerró con “What’s your favorite colour?”, muy cantada por la gente, y “Which way to America”.
Para el final quedaron otros clásicos un poquito más cercanos en el tiempo como “Love rears Its Ugly Head” y “Time’s Up” mezclada con “Get Up (Sex machine)” de James Brown, con la que Glover jugó con el público. También dedicaron una canción a las víctimas del atentado a las Torres Gemelas, del que ayer se cumplieron doce años. La banda cerró el show con su clásica e incendiaria versión de “Should I Stay or Should I Go” de The Clash. Ellos, los neoyorkinos, se fueron del escenario contentos. La ciudad, al igual que sus presentaciones anteriores, los despidió con una gran ovación. Los otros, los que estábamos abajo, nos fuimos con el corazón contento y una buena dosis de música.