La imagen de una gigante luna coscoína, los integrantes del Ballet El Chúcaro y un texto en off que hablaba de su persona, protagonizaron el puntual arranque del recital de Soledad Pastorutti en El Círculo. Ropa ajustada negra, túnica blanca, pelo recogido, mínimo maquillaje y rostro fresco pese al trajín. Así lucía la Sole en el escenario. Comenzó cantando una baguala Pablo Cordero, con caja y teclado, y estalló el teatro con su ingreso.
Demostrando su evolución como cantante, Soledad Pastorutti hizo un repaso cronológico de sus veinte años de carrera. "Todavía seguimos con la emoción latente de la última vez acá", dijo después de cantar "Apurate José", incluyendo a Teresa Parodi, autora de este chamamé, en recitados grabados.
En la banda sumó a dos músicos que "tomó prestados" a Luciano Pereyra: Beto Merino (percusión) y Héctor "el tigre" Kantur (guitarra electrica). La dirección musical sigue siendo de Bruno Orgaz.
La Sole reunió fragmentos de chamamés, valses, zambas y chacareras para recordar sus inicios y agradecer la compañía fiel "a aquella nenita que apareció en Cosquín hace veinte años". Invitó a cantar con ella aquellas canciones "de aquel primer disco que vendió un millón de copias y que me hizo aparecer en diarios y revistas", relató con nostalgia. En este segmento, con mucha menor velocidad, pero con la misma garra, aquel repertorio re-versionado y mejorado, se hicieron oir sus primeros seguidores, presentes en la sala.
"¿Chacareras les parece?", consultó y arrancó un largo set que inició con "Del norte cordobés". No podía faltar en esta selección "A don Ata", en una versión distinta, más cercana a la de Los Nocheros que a la propia, con revoleo de poncho en el final del tema.
Con respeto a los pueblos originarios cantó "Amutuy soledad" y con admiración recordó a Tamara Castro cantando "Zamba de amor en vuelo", a dúo con Pablo Cordero. Después de "Luna cautiva", mostró una novedad de su repertorio: "Balada para un loco". Se esforzó en la interpretación del texto de Horacio Ferrer para lograr estar a la altura de la obra, eficazmente acompañada por Mario Chávez en el violín.
Luego mostró su costado pop con "Vivir es hoy". "A ver si les gusta esta", le dijo al público antes de ofrecer "Tocando al frente", la profunda y emotiva canción brasileña que grabó con Abel Pintos. Dedicó un bloque al folclore latinoamericano, bailando hasta donde los altos tacos se lo hacían posible. Allí incluyó ""Tambores del sur" y "Juntos", entre otras.
Aplaudida con respeto, irrumpió la imagen en pantalla de Mercedes Sosa y la tecnología hizo posible el dúo. Cantar con Mercedes "Agua, fuego, tierra y viento" en el último disco de La Negra, derribó prejuicios propios y ajenos. Con un brusco cambio de ritmo, encaró el final. "Que nadie sepa mi sufrir", con discutible arreglo de cumbia produjo lo previsible: la gente abandonó sus butacas y se arrimó al escenario.
Soledad ofreció dos horas exactas de un show que en final despertó una euforia muy cercana a los tiempos de su explosión inicial hace veinte años.