Hace dos años, Jack White se llevó todos los aplausos con su primer disco como solista, “Blunderbuss”. Después de redefinir el rock y el blues para el siglo XXI con los White Stripes, y de seguir experimentando con otros grupos como The Raconteurs y Dead Weather, el cantante y guitarrista se lanzó en solitario y volvió a sorprender reflotando la tradición con aires renovados. Ahora regresó con un segundo álbum, “Lazaretto”, un trabajo más elaborado que le llevó más tiempo del usual, y en el cual confluyen todos los elementos que hacen de su música una experiencia original.
White es del tipo de artista que intenta que el proceso creativo sea distinto en cada una de sus encarnaciones. Pero para “Lazaretto” su instinto innovador iba a tomar su tiempo. Los discos de los White Stripes se escribían y se grababan como un relámpago: “White Blood Cells”, su primer gran éxito de 2001, se terminó en sólo tres días. “Lazaretto”, en cambio, es el producto de 18 meses de trabajo. A veces el guitarrista completaba la música y recién escribía las letras meses más tarde. “Fue una mala idea escribir de esa manera”, admitió. Parte de la inspiración le vino cuando encontró apuntes de algunas historias que había escrito cuando tenía 19 años. Algunas eran bochornosas, pero otras ideas se podían salvar. “Pense, «¿por qué no escribir una canción con uno mismo?». Y lo mejor es que no tenés que pagar ningún royalty”, dijo entre risas.
El singular guitarrista está de alguna manera preparado para que la prensa y la gente especule con las letras de “Lazaretto” y su vida personal. En su primer disco como solista, “Blunderbuss”, mucho se habló de que las letras estaban inspiradas en su agrio divorcio de la supermodelo británica Karen Elson. Tanto que el cantante se vio obligado a reafirmar que nunca más iba a escribir cartas abiertas a sus afectos personales, pasados o presentes. Es más, cuando se le pregunta sobre el tema su expresión de irritación es palpable. “Escribo lo que escribo, y la gente puede pensar cosas diferentes. Yo sé que no es sobre mí, entonces me molesta un poco cuando tengo que perder tanto tiempo aclarando a la prensa. Parece que estuviéramos teniendo esta conversación en los años 60, cuando gente como Bob Dylan rompió esas barreras”, disparó.
A pesar de su hermetismo, White concede algunas observaciones personales en el disco: no tiene celular ni vínculo con las redes sociales, y claramente tiene sus reservas con respecto al avance imparable de la tecnología. Estos sentimientos están expresados en “Entitlement”, una diatriba sobre el deseo de gratificación instantánea de las generaciones más jóvenes. Y el guitarrista está haciendo su propia tarea para retrasar el reloj: en sus shows impone una estricta prohibición con respecto a las fotos y los videos, y en su casa sólo permite que sus hijos —Scarlett, de ocho años, y Hank, de seis— jueguen con juguetes mecánicos. “Hay romance y belleza en los juguetes mecánicos”, dice. “Y es más importante y creativo para ellos que usar IPads y videojuegos”, aseguró.
“Lazaretto” está dedicado a tres feministas pioneras: Florence Green, la última veterana sobreviviente de la Primera Guerra Mundial hasta su muerte en 2012; la anarquista y escritora norteamericana Voltairine de Cleyre, y Grace Hopper, una ingeniera infomática y contralmirante de la Marina de EEUU. El músico reconoció que no conoce más de un párrafo de la biografía de cada una de ellas, pero dijo que anotó sus nombres en distintos puntos del proceso de grabación. Desde los White Stripes a los Dead Weather, el cantante ha trabajado en colaboración con mujeres, y como productor de su sello, Third Man, ha colaborado con muchas más. Esto no ha sido suficiente, sin embargo, para escapar de las críticas que lo señalan como “misógino”. Estas críticas se volvieron más explícitas en 2012, en un artículo de la revista “Atlantic”, que se titulaba “Los problemas de Jack White con las mujeres”, y apuntaba contra las letras de algunas de sus canciones, como “Freedom At 21”.
“Realmente no lo entiendo”, dice el músico. “Porque mirás los temas y los videos del mundo del R&B y el hip hop y, por el amor de Dios, están hablando de tirar mujeres embarazadas por las escaleras y dicen «puta» cada tres palabras. No sé de dónde carajos la gente saca que soy misógino, si he trabajado un montón en mi vida para promocionar a distintas artistas. He trabajado con tantas mujeres como te puedas imaginar: Loretta Lynn, Wanda Jackson, Alicia Keys, Ruby Amanfu, Alison Mosshart, Meg White y la lista sigue. Las respeto y me inspiran mucho”, afirmó.
Misterio y artificio. Parte del éxito de White está relacionado con el misterio que lo rodea. No obstante, con el paso de los años, algunos detalles salieron a la luz, sobre todo cuando se revelaron certificados de nacimiento, matrimonio y divorcio. Estos confirmaron que nació el 9 de julio de 1975 bajo el nombre de John Anthony Gillis, el último de diez hijos, de padres que trabajaban en la arquidiócesis de la Iglesia Católica de Detroit. Se casó con Megan White en 1996, tomó su apellido, le enseñó a tocar la batería, y se divorciaron en 2000. Está claro que el guitarrista disfruta de cierto grado de artificio, y al mismo tiempo no tiene problemas en hablar de su personalidad difícil.
“Soy una persona muy provocativa e intimidante”, confesó. “No culpo a nadie que no quiera estar cerca de mí, es algo esperable”, agregó entre risas. “Soy increíblemente complicado, increíblemente lleno de energía, estoy siempre ocupado y nunca paro de crear. Nunca dejo de pensar. Estar sentado cerca de mí en una habitación o estar recostado conmigo en una cama puede significar mucho trabajo. Ser amigo mío, desayunar conmigo, tomar un café, puede significar mucho trabajo también. Es como si fueras a almorzar con Larry David, Alan Partridge y Chris Rock todo en una misma persona, y tal vez con un poquito de Woody Allen mezclado ahí. ¡Y alguna gente puede pensar que no es divertido!”, exclamó.
Con semejante descripción, a White no le sorprende que sus mejores esfuerzos, desde los White Stripes hasta sus matrimonios, no duren para siempre. “Tampoco es lo que espero”, aclaró. “Trato de sacar lo mejor de las cosas mientras están pasado. Los grandes logros de mi vida han sido crear una familia y crear distintos escenarios donde las cosas puedan mejorar y durar un tiempo. Pero en el fondo sé que mi personalidad es una trágica figura griega que posiblemente destruya lo que hice y tal vez ese sea mi plan a largo plazo”, admitió.
El guitarrista confesó que lo único que le interesa es crear canciones que puedan durar como “pequeñas cápsulas de tiempo”. Y con respecto a las opiniones sobre “Lazaretto”, dijo que las que más le interesan son las de sus hijos. “Los chicos no mienten. Si no responden a algo es porque probablemente no sea bueno. Pero si un chico dice: «¿Podés poner esa canción de nuevo?» sabés que ahí hay algo verdadero, porque un chico jamás diría eso si no lo siente”, aseguró.