Nadie en el mundo del rock tuvo que esperar hasta el anuncio oficial para saber que en Las Pelotas estaba todo mal. O mejor, que entre Sokol y los restantes miembros de Las Pelotas no había arreglo. Nada personal, diría Gustavo Cerati, pero el romance se había roto. Esa relación, sólida como una roca, que Germán Daffunchio y Sokol habían forjado en sus tiernos años de juventud en Hurlingham y fortalecieron en sus salvajes años de rocanrol de Sumo, estaba desgastada, erosionada por el inexorable paso del tiempo. Los rosarinos lo vivieron en carne propia en junio del año pasado, cuando Las Pelotas hizo la presentación nacional del álbum "Basta". Después de poco más de dos horas de rock furioso, llegaron los bises y el delirio, del público y de Sokol que, empujado por una fuerza incontrolable, se subió a una de las columnas del Galpón 11 desde donde cantó "Sin hilo". Sus compañeros asistieron a su show sorprendidos y asustados y cuando acabó el tema dejaron el escenario sin atinar siquiera a ayudarlo a bajar. Lo dejaron solo, colgado en las alturas.