El paso del tiempo y sus consecuencias atraviesan “Arritmia”, la obra del dramaturgo y director Leonel Giacometto que la directora Cristina Carozza adaptó con el nombre “Todos los males comienzan con un dolor”. Como parte de su recorrido por los escenarios rosarinos, la pieza se presenta hoy, a las 21, en el teatro Empleados de Comercio (Corrientes 450).
El texto de Giacometto fue presentado por el grupo en una primera versión como obra corta en el Ciclo Historias Mínimas en el año 2017 y el año pasado se estrenó la versión actual interpretada por por María Pía Soler y Marianela Druetta. “Este giro está dado por el tiempo transcurrido y las distintas miradas que hicimos en este tiempo de un material que se fue modificando por las versiones, la profundidad de los personajes, las funciones y la extensión de la obra”, explicó Carozza.
La pieza transcurre en el patio de un geriátrico municipal donde se encuentran “las Anas”, escapando de las enfermeras, de las pastillas y de su realidad. “Son dos ancianas que transitan todos sus días en el encierro de ese lugar. Y en ese encierro tratan de encontrar respuesta en los medicamentos que les son otorgados por las enfermeras. Ellas como un acto de resistencia planean terminar con todos los males de ese lugar. Entre juegos, charlas y recuerdos, estas dos ancianas quieren reivindicar el lugar de la vejez arrasando con todos los males, que siempre comienzan con un dolor”, señaló la directora.
“Los personajes -continuó- son abordados desde el humor, donde tienen preponderancia la exageración de los cuerpos y lo grotesco de las situaciones que viven en un mundo medicamentoso, siniestro y de idas y vueltas entre el pasado y un presente que, si no fuera abordado desde el humor, nos devolvería una mirada dolorosa de estas dos mujeres perdidas en su vejez. Es un material muy actual, que no pierde vigencia y porque está construido desde el humor, haciendo que se puedan reír y reflexionar también de las situaciones por las que transitan dos ancianas en un mundo que nos parece lejano, pero que está más cerca de lo que suponemos”.
Según Carozza, la relación entre vejez y teatro está dada por la relación entre los cuerpos y el espacio. “Hay una idea de controlar los cuerpos, esos cuerpos que molestan son depositados en un espacio, ahí dentro esos cuerpos viven, recuerdan, piensan y reflexionan sobre sus vidas. Pero a mi entender por más que exista ese control hay algo que siempre nos revela esa cualidad inherente al ser humano. Por suerte nos queda ese instinto de rebelión en la sociedad”.
El humor, dijo la directora, es central en esta obra que, aseguró, no es “un drama de la vejez”. “Hoy nuestros cuerpos, además de estar atravesados por historias, están intervenidos por cirugías, drogas, medicamentos, es un cuerpo que enferma y muere. Pero el arte nos da la posibilidad en este caso de ser un cuerpo que ríe de sus propios males. La gente se imagina que con esta obra vamos a hacer un drama de la vejez, pero esa no fue nuestra elección sino reírnos de nosotros mismos, cómo el hecho creativo puede transformar una situación en soportable. Es la posibilidad que te da el teatro de transformar”, concluyó.