Por Pedro Squillaci
La Familia de Ukeleles, con siete años de carrera, llega desde Buenos Aires con Muñiz al frente y Matías L. Martinelli (voz, ukelele, guitarra tenor, banjo); Adrián Capresi (voz, ukelele, banjulele, lap steel); Damián Manfredi (contrabajo); Luciano Pellegrini (voz, tabla de lavar, percusión) e Ignacio Choroszczucha (violín).
Con dos discos editados "La Familia de Ukeleles" en 2014 y "El Gran Rubí" en 2015, la banda abarca géneros que van desde el swing ("Moonrise swing), el bolero ("Viví de amor"), el vals ("Flores secas"), el calipso ("Caracoles") y el blues ("Three Cats") hasta el folk y el country ("La Familia", "Lullaby").
Desde una estética sonora particular, el grupo muta en una orquesta de época que versiona y compone canciones de estilo clásico. La banda debe su origen al ukelele, instrumento de cuerdas folclórico hawaiano, que aporta su sello distintivo.
—¿Por qué hacer una banda con el nombre de un instrumento musical?¿Qué emoción o qué historia les disparó el ukelele para darle tamaño protagonismo?
—Desde los comienzos surgió un lazo de familia entre nosotros, lo cual es súper importante. Veníamos de tocar en otros proyectos musicales y así nos fuimos conociendo, compartiendo y admirándonos mutuamente. Por aquel entonces la palabra ukelele era una rareza y pocos la conocíamos, fue el instrumento lo que nos unió, un imán muy poderoso. Empezamos a juntarnos, pasarnos data, a tocar algunos covers y sin darnos cuenta la banda ya estaba casi formada. De ahí el nombre La Familia de Ukeleles.
— El repertorio va del bolero al blues y del folk al calipso ¿Con qué común denominador armaron un repertorio tan ecléctico?
—Como te decía antes, para nosotros el concepto de Familia (con mayúsculas) es fundamental. Pensándolo de manera integradora. Si bien coincidimos mucho en el gusto musical, lo que nos nutre y enriquece son justamente las diferencias.
—El sexteto es delicioso a nivel sonoro pero todos saben que no es una propuesta que encaja en los cánones de la música de consumo comercial o masivo. ¿Qué opinión tiene de la música industrial comparada con la otra música, en la que entraría lo que hacen ustedes y muchísimas otras propuestas alternativas?
—Si bien hoy la raíz de La Familia de Ukeleles es un sexteto, en algunos shows nuestros nos damos el lujo de contar con músicos invitados, agrandando la Familia y sumando nuevos colores. También dentro de la banda vamos cambiando de instrumentos y orquestando según la necesidad de cada canción. Cada concierto es único. Todo esto surge de manera natural y espontánea, como un juego libre, trabajando en función y para la música. Hoy en día la industria musical cambió muchísimo con la aparición de las redes sociales. Nos sentimos súper a gusto manejándonos de manera independiente y aprovechando estas herramientas para difundir nuestro material. Sinceramente, hablar de música comercial o industrial es algo que nos es prácticamente imposible, vivimos en nuestra burbuja (risas), sin TV, ni diarios, ni radio. Toda música en definitiva es buena si cumple con su objetivo, que es acompañar o amenizar un determinado momento.
—¿Cuáles son los proyectos más inmediatos y cuál es el sueño que tiene La Familia de Ukeleles?
—El viernes 15 de febrero estaremos lanzando el segundo adelanto de nuestro disco en vivo "Con ritmo en la sangre", grabado en el hermoso teatro Margarita Xirgu (Buenos Aires) y a mediados de marzo calculamos que sale el LP completo. En paralelo seguimos trabajando en nuestro tercer disco de estudio, componiendo y armando canciones nuevas, algunas de las cuales estaremos estrenando este viernes en la Terraza de la Cúpula de Lavardén. El sueño de la Familia lo empezamos a vivir hace ya 7 años. Poder hacer y compartir lo que más te gusta, con amigos y hermanos de la vida es un regalo maravilloso. Tocar en vivo y vivenciar el cariño del publico -que crece día a día-, ver esas caras sonrientes, cantando y bailando cada una de nuestras canciones es un sueño hecho realidad.
Hubo un intento de evacuar a la chica rosarina de 17 años que murió en el cerro el jueves, pero las condiciones eran muy malas. La joven se había descompuesto en el viaje de ida.
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