Horacio Guarany, el patriarca del folclore argentino, actuará nuevamente en Rosario. El compositor e intérprete nacido en el norte santafesino se presentará esta noche, a las 21, en City Center Rosario.
Horacio Guarany, el patriarca del folclore argentino, actuará nuevamente en Rosario. El compositor e intérprete nacido en el norte santafesino se presentará esta noche, a las 21, en City Center Rosario.
El folclorista que puso una de las bases del mayor festival de música popular de Latinoamérica, como es el que se realiza anualmente en Cosquín, inició en los años 40 una larga y fructífera carrera en la que mostró sus cualidades como autor, compositor e intérprete, a las que luego agregaría sus facetas como actor y escritor.
Después de su viaje a Rusia en la década del 50, donde adquirió gran popularidad a través de las películas que filmó en tierras soviéticas, el artista regresó a la Argentinay descubrió que la fama le había llegado en su ausencia ya que una grabación que había realizado antes del viaje, se había convertido en un éxito popular sin precedentes. El anecdotario que atesora Guarany es inagotable, casi como su incesante paso por los escenarios del mundo. Querido y criticado casi en iguales proporciones, El Potro abre su sonrisa y en cada actuación cumple con el rito eterno que lo mantiene unido con su público.
—¿Tras tantos años de trabajo qué significa subir al escenario de un auditorio colmado?
—Es difícil contestarte porque tengo que caer en la jactancia, en la fanfarronería. Pero toda mi vida ha sido así y creo que está signada por una suerte especial que tuve siempre. El público me acompañó y me acompaña. Lo más asombroso es que, después de haber empezado una carrera en 1949, todavía se siguen llenando los teatros. Hace poco estuve en Necochea y en La Pampa, donde la gente me esperaba aplaudiendo de pie.
—Usted pasó días dolorosos en el exilio de España, ¿cuál fué el mejor momento de su vida?
—¡El mejor momento fue cuando decidí volver! (risas). Estábamos en la casa del gran pintor Carlos Alonso y mis compañeros me decían que no volviera, que todavía había mucho peligro. Recuerdo que estábamos reunidos en la casa de Alonso con Cipe Lincovsky, Armando Tejada Gómez, Quique Llopis, y el titiritero Javier Villafañe, que me invitó a hacer una gira juntos por toda España para que no me viniera a la Argentina. Pero lo mismo me vine. Pasé muchos peligros pero, felizmente, parece que el Barbeta no me quiere arriba y me dice: "Vos quedate ahí".
—Muchos lo critican por su forma de cantar y ahora hay un joven Rodríguez que es cantante lírico, ¿lo siente como un desquite?
—No. Ese es mi hijo Pancho que está haciendo ópera, pero su profesión es la de piloto aeronáutico. Como no le gustaba la calle estudió piano y canto lírico. Ahora, con 20 años, es un piloto que viaja por el mundo. Es una satisfacción que nos ha dado a todos.