Hay cartas de presentación que no hay cómo rebatirlas. Y si el que las ofrece conoce al dedillo esto de batir, preferentemente parches, más todavía.
Rubén Lobo tocó 20 años la batería con Mercedes Sosa, 4 años con León Gieco, y acompañó y grabó junto a nombres de la talla de Sandro, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Jairo, Chico Buarque, Pablo Milanés y Joan Baez, por nombrar sólo algunos ilustres de la música.
Pero hay algo que suena más fuerte que el bombo de su set de percusión: “Yo fui el primero que le puso batería al folclore”, dijo Lobo, al recordar su paso por Tushka Trío, la agrupación que le puso electricidad a la música autóctona en 1972, pese a las resistencias políticas y de la moda. “Lo que tenía en la cabeza en los 70 recién lo pude plasmar ahora con este disco”, confesó.
Hoy, este tucumano apodado “el profe” por Gieco, que además es el padre de Hugo Lobo, líder de Dancing Mood, trompetista de Los Fabulosos Cadillacs y compañero de banda; presenta en Rosario su primer trabajo solista. “Y eso que soy sub 70”, dice el sesionista y también docente universitario con su simpleza provinciana, mientras garabatea un ritmo con la sutileza de sus toques armónicos en una batería de Dr. Drum, el ámbito donde se hizo la foto que ilustra esta nota.
La cita es esta noche, a las 21, en el teatro de Empleados de Comercio (Corrientes 450).
Allí presentará las canciones de “La voz de los parches” (ver aparte), el disco en el que además de tocar la batería demuestra que su voz da para mucho más que para las guitarreadas norteñas con sus amigos.
A todos los bateristas les gustan los solos, pero la soledad en el escenario no es lo suyo. Por eso estará muy bien acompañado en el show, por Fredy Vidal (guitarra); Leandro Marquesano (piano); Agustín Marquesano (bajo); Mariano Gómez (percusión) y la sección de vientos de los Dancing Mood: Hugo Lobo (trompeta y flugelhorn), Martino Gesualdi (trombón) y Rubén Mederson (saxos).
“A mí siempre me gustó la parte humana de los artistas y saber qué piensan, cómo piensan socialmente. Y después rescatar su calidad artística, por qué convoca, cómo le llega y qué le dice a la gente. Para mí lo más importante es cuando estamos abajo del escenario, ahí, frente a frente, por más artista famoso que sea, yo compruebo si es sincero conmigo, y con ellos me pasó eso”, dijo Lobo, haciendo mayor hincapié en las figuras de Sosa y Gieco, con quienes compartió más tiempo en escena.
La referencia al Tushka Trío no es casual. Un tema que ese trío grabó en su único disco en la CBS (“que no lo escuchó nadie” afirmó) es la perlita de este debut solista. Se trata de “Noche de ensueño y ausencia”, una zamba jazzeada, que en esta versión se extiende al doble de la original, con todo ese pulso transgresor y una riqueza instrumental que marcó una huella en su carrera.
“Quizá el haber tocado con Mercedes me dio esa apertura, porque ella cantaba temas de Gieco, de Fito, de Charly, pero después tocaba una zamba tucumana con guitarra y bombo y se te caían las medias. Siempre estuve en la búsqueda de fusionar el folclore con el jazz y otros géneros, pero lo que pregono es que tenemos que cuidar la raíz de lo nuestro, nuestro origen, porque la memoria es importante”, concluyó a parche batido.