“Al fin de cuentas, Joan Manuel Serrat es también un poco rosarino”, dijo Fernando Montalbano, único participante de la ciudad que será parte del primer Encuentro Mundial de Serrateros, que se desarrollará este sábado desde Cali (Colombia), a las 13 de Argentina, por streaming. La cita incluirá a siete cantantes y cuatro conferencistas que aportarán lo suyo desde Buenos Aires y Rosario (Argentina); Cali (Colombia), Barcelona, Cádiz y Tudela (España).
En principio, el evento iba a realizarse en forma presencial, pero a raíz de la pandemia será transmitido por streaming. Para inscribirse, los interesados deben escribir al WhatsApp +57 318-796-1484. Allí recibirán información para abonar la entrada y un enlace para ver el encuentro.
Además de Montalbano, por Buenos Aires participarán Germán Bermúdez, cantante y arbitro de fútbol del ascenso de AFA; Rubén Uslenghi y Daniel Bormida. Entre los disertantes, sobresale la presencia del reconocido periodista español Luis García Gil, de Cádiz, considerado como el principal estudioso de la obra del cantautor catalán tras su logrado libro “Serrat, canción a canción”.
En diálogo con Escenario, Montalbano describió al Nano Serrat como “un abanderado del abrazo cantado en tiempos de desencuentros” y adelantó que el año próximo Rosario sería una de las sedes argentinas del Segundo Encuentro Mundial de Serrateros.
—Sos el único rosarino en el primer encuentro que homenaje a Serrat por streaming, ¿Qué características de la impronta de Serrat tenés incorporadas en tu labor artística para que te hayan considerado como un representante de la trova del catalán?
—La organización del encuentro, liderada por un empresario español, se contactó conmigo al conocer algunas versiones mías de temas de Serrat. Desde mis comienzos las incorporo y cada tanto realizo un especial integrado por la obra del Nano. Tanto ellos como el público español destacan mi acento argentino como un plus a las interpretaciones, que por otra parte son personales, sin imitaciones. Quizás el hecho de ser compositor y rosarino me permite realizar arreglos con una impronta propia bien definida.
—Elegiste “Padre” y “Lucía” para este espectáculo. ¿Por qué motivos fue esa elección en medio de la vasta obra de Serrat?
—”Padre” me acompaña desde la noche misma de mi debut, en un café cultural local que se llamaba Calle 3. Me conmovía y lo sigue haciendo, ya sea por el alegato ecologista de Serrat como por su sabia intuición presagiando ecocidios que iban a suceder en nuestro planeta. Y, especialmente, por la manera sencilla y poética de su historia, sin complejidades intelectuales ni clichés propios de la canción de protesta, muy de moda en esos años. Se me ocurrió hacer la versión en castellano luego de escucharlo a Serrat en el estadio de Rosario Central, creo que en 1983, traduciéndolo para el público antes de cantarlo en su lengua catalana. Me ayudó entonces un gran amigo, Oscar Lauría, quien sabía hablarlo. Luego fui buscando palabras que también sean fieles al sentido literal pero que a la vez tuvieran la sonoridad adecuada para amalgamarse con la música. En el caso de “Lucía”, también la incorporé en esos años iniciales. La siento como la canción de amor insuperable, como un modelo y un faro de cómo realizar un homenaje íntimo a quien hemos amado.
—Este diciembre cumplís 35 años de trayectoria, ¿en qué te influenció Serrat y qué aporte hicieron otros de los autores que frecuentemente versionás en tus espectáculos?
—La influencia de Serrat es muy fuerte en mí. Comenzó cuando una vecina de mi barrio revoleó dos discos simples a la calle, de esos de vinilo, que fueron a parar justo enfrente de mi casa, sobre la piel de tierra aún sin pavimentar de la calle Virasoro al 2.800. Uno de ellos era del Nano, con dos temas: “Penélope” y “Manuel”. Y así mi mundo cambió en un segundo, al escuchar desde el Winco la magia de ese catalán. “No hay nada más bello que lo que nunca he tenido” dice en “Lucía”, y años más tarde me encuentro escribiendo en mi canción “Mujer imaginaria”: “Ay, imagen perfecta, ay, utópica hembra. Nunca se tiene lo que se desea”. Así, inconscientemente o no, el Nano ha sembrado mi modo de decir y componer. Tal vez al principio, demasiado, y luego, incorporando otros modelos y otras músicas (Facundo Cabral, Aute, Silvio Rodríguez, Sabina, Troilo, Manzi, Goyeneche, Horacio Molina, Yupanqui, Tejada Gómez, Paco Ibáñez, Piazzolla, Charly, Nebbia, entre otros) fui encontrando mi propia voz.
—Serrat tiene una vigencia de 5 décadas en la música popular, ¿qué hizo que su obra siga intacta hasta el día de hoy?
—Serrat es sinónimo de la palabra coherencia. Quizás el más grande poeta-juglar contemporáneo. Habla como todos y dice lo que pocos. Un sabio discreto y de a pie, que despliega el universo de su voz diversa desde aquellas pequeñas cosas, nunca desde la poesía rimbombante y compleja, pero con la hondura y la ternura necesaria y vital en este mundo problemático y febril. Un muchacho de barrio y a la vez ciudadano del mundo, campechano. Un abanderado del abrazo cantado en tiempos de desencuentros. Alguien que simplemente puso en boca del pueblo los cantares justos para celebrar la vida, el amor, las utopías personales y colectivas. Por allí, quizás, encuentro pistas para descifrar su mito y su vigencia.
—¿Después de esta movida en Cali, se podrá considerar hacer un encuentro de similares características, cuando pase la pandemia, en la ciudad de Rosario?
—Paco, el español que desde Cali dirige esta movida, tiene pensado realizarlo el año que viene, de forma presencial, en Cali, en España y en Argentina. Me habló de Buenos Aires y yo estoy motivándolo con respecto a Rosario. Desde afuera, especialmente en Europa, se asocia Argentina con Buenos Aires. Sin embargo, con la admiración que muchos países latinoamericanos tienen por grandes artistas rosarinos como Fito, Fontanarrosa, Baglietto, creo que podremos armar algo en conjunto con la Capital Federal. Trabajo en ambas ciudades permanentemente y espero contar con la colaboración de productores, periodistas, músicos, amigos y serrateanos para tal fin. Porque al fin de cuentas, Joan Manuel Serrat, también es un poco rosarino.