Raúl Lavié transmite un optimismo a prueba de todo y tanto entusiasmo por su trabajo como si no hubiesen pasado 65 años de carrera. A pocos meses del estreno de su próxima comedia musical, "El violinista en el tejado", el cantante y actor rosarino quiso festejar sus 80 años en su ciudad con un show que dará hoy, a las 20, en el parque Héroes de Malvinas (Ayacucho entre Juárez y Gutiérrez). La presentación forma parte del ciclo Rosario bajo las Estrellas organizado por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad, con entrada libre y gratuita. Lavié estará acompañado por una orquesta de 35 músicos, además de su quinteto y Noelia Moncada y el dúo Bien Pulenta como artistas invitados.
—Vuelvo porque creo que amerita que habiendo cumplido 80 años el 22 de agosto y haberlo festejado musicalmente para el público de Buenos Aires en el CCK con la Orquesta Sinfónica, creo que también debía hacerlo en mi ciudad, la ciudad que me vio nacer, que me acompañó en los primeros pasos de esta profesión. Por eso me ofrecí, no me buscaron, para hacer un festejo mío, propio, y por eso agradezco al gobierno de Rosario que me dan todo para que pueda realizar esto. Yo no voy a cobrar un solo peso porque considero que es una obligación compartir este momento tan feliz de mi vida.
—Tangos, folclore, los clásicos, los temas de Piazzolla, es un recorrido total de la música que he venido haciendo toda mi vida y con distintos colores. Tenemos un repertorio argentino maravilloso que no debemos perderlo y rescatar otras cosas para que otras generaciones conozcan la riqueza musical argentina. Me van a acompañar miembros de la orquesta sinfónica, además de mi grupo de músicos, un quinteto de jóvenes que los conocí en Tandil, me parecieron muy talentosos y les propuse que me acompañen a Buenos Aires para trabajar en mis presentaciones.
—Está en plena actividad y con ganas de seguir haciendo cosas. ¿No piensa en relajarse, viajar?
—Yo ni pienso en eso para nada. De ninguna manera. Es mi vida y si por alguna imposición, algún hecho ajeno a mí, tengo que suspender cosas, creo que me voy a ir secando poco a poco. Para mí lo fundamental y para seguir viviendo, bien, feliz, activo, es seguir en esto que Dios me ha concedido como gracia.
—Más allá de la decisión del público que lo eligió, ¿cómo se mantiene en una profesión en la que suele haber altibajos o carreras frustradas?
—Por suerte, gracias a Dios, hasta yo me sorprendo. Yo le presto mucha atención a mi trabajo, respeto mucho lo que hago, me respeto a mí mismo, y respeto al público por sobre todas las cosas. Yo debo estar bien para hacer las cosas bien.
—¿Cuál es su rutina para estar en forma?
—Ahora estoy perfecto para encarar este nuevo trabajo que voy a hacer en teatro que es muy exigente, hago yoga dos horas y media, dos veces por semana, estoy haciendo un cuidado de mi voz a través de la alimentación, todo esto para poder responder en lo que hago. Creo que esas son algunas de las razones por las cuales puedo seguir haciendo lo que hago y estar bien físicamente, vocalmente y, por sobre todas las cosas, mentalmente, para encarar todas estas exigencias que gracias a Dios, se me siguen dando.
—¿En algún momento se desalentó y pensó que lo que estaba haciendo no era lo correcto?
—No, nunca. Salvo una circunstancia que fue importante para mí. En 1954 yo ya estaba actuando en LT8 con la orquesta de Julio Conti, una orquesta muy importante y compromisos con los bailes. Pero el director artístico de la radio consideró que no le gustaba mi forma de cantar y pidió que Conti me separara de su agrupación. Yo sin ningún tipo de dramatismo y sin cortarme las venas, acepté. En ese momento tenía una obligación con la familia de mi primera novia de acompañarlos a Buenos Aires porque se mudaban, y ahora podía hacerlo. Viajé a Buenos Aires y por esas cosas que están predestinadas, me encontré con otro artista, Enrique García Páez, de Rosario pero radicado en Buenos Aires y muy exitoso, y lo acompañe a Radio Belgrano. Allí le conté que había terminado mi relación con la música y tenía que pensar en otro trabajo. El me dijo que le parecía absurdo. Le pidió a un pianista que me acompañe para que demuestre cómo cantaba. Y ahí comienza otra historia. Al día siguiente me llamaron de Radio El Mundo para que vaya a dar otra prueba. Fui y cuando terminé ya tenían el contrato preparado. Era para que debutara en un programa mío con la presentación de Antonio Carrizo y la dirección musical de Víctor Buchino. Así que en enero de 1956, a los pocos meses de haber llegado desahuciado de Rosario, debuté con mi propio programa en radio El Mundo en horario central.
—¿Cree en el destino?
—Totalmente. Por supuesto. No hay nada gratuito en la vida. Tuvo que ser así. Había un destino prefijado que me decía vos tenés que hacer esto. Y se arma ese destino para que me pasara lo que me pasó. De lo contrario, quizás hubiera seguido cantando en Rosario, hubiera tenido mi familia acá, quién sabe lo que hubiese pasado. Pero estaba otra historia escrita. Me ha pasado muchísimas veces en esta profesión y se fue dando con sorpresas maravillosas. Creo que cuando uno está para algo, de una u otra manera, lo puede lograr con fe.
—¿Es una fe basada en la religión o en uno mismo?
—Todo pasa por uno. Creo que la religión también tiene que pasar por uno. Uno incorpora a Dios y con El uno debe tener una relación directa, sin intermediarios, y conversarlo con El y agradecerle a El, como lo hago todos los días de mi vida.
—¿Es parte de su trabajo para estar en forma? ¿Aporta al equilibrio?
—Hay algo increíble en ese tema. El personaje de "El violinista en el tejado" tiene sus conversaciones con Dios, cree en el futuro a pesar de pertenecer a una colectividad que está siempre pendiente de quienes lo rodean; él cree en su familia y lucha por ellos, pero por sobre todas las cosas, tiene una relación directa con Dios. Hay mucha similitud con mi forma de ver la vida.
—¿Trabaja porque le gusta o por necesidad?
—(Ríe) No... No se puede. Esto no se hace por necesidad, se hace por vocación y por amor a un oficio. Por supuesto, soy profesional y por lo tanto cobro, vivo de esto, y vivo muy bien gracias a Dios y gracias a mi trabajo.
—¿Qué piensa de algunos géneros muy populares hoy, como el reggaeton?
—La música popular está siempre en crecimiento. Y siempre estoy viendo las posibilidades futuras. Estoy haciendo unas grabaciones con música popular argentina, tangos, ritmos latinos, algún tango en ritmo de cuarteto. Hago cosas, no me quedo atrás. Creo que eso es fundamental para un artista, por más que vengan las críticas, eso no importa. Hay que estar adelante, hay que seguir experimentando cosas y buscando para no quedarte siempre en un mismo lugar. Creo que eso es fundamental para que uno siga creyendo en uno mismo y siga vivo. De hecho con mis hijos hice música electrónica y ya veremos qué se me ocurre de aquí en más. Siempre me rodeé de grandes artistas. Y gracias a Laura, mi mujer, hice "Las mujeres de Lavié", donde me junté con las grandes cantantes de la música argentina para hacer un CD. Hice de todo gracias a Dios.
—Transmite un optimismo notable en un país en el que el optimismo no suele ser protagonista...
—(Ríe) Yo lo lamento por aquellos que no son optimistas. Creo que cuando uno tiene la virtud, la suerte o lo que sea, de abrir los ojos y despertarse y ver la maravilla que tenemos y que me rodea, empezando por mi casa y mi familia, por lo que tengo y lo que significa el público que aun en la calle me agradece tantos años de recorrido, y le vengo cantando a varias generaciones de argentinos, ¿cómo no voy a ser optimista?
El regreso a la comedia musical
"Hace mucho que quería hacerlo", dijo Raúl Lavié sobre "El violinista en el tejado", la comedia musical que estrenará en abril próximo junto a a Julia Calvo y Dan Breitman. "Tuve la suerte, y no sé si llamarlo suerte, de hacer personajes maravillosos, hice un Martín Fierro en el Cervantes, Zorba, «El hombre de la Mancha». Los personajes que hice son fuertes, y este del «Violinista... » se dio en un momento justo", aseguró el cantante y actor local.