Resalta la importancia de la cultural popular y critica sin tapujos a la Real Academia Española. Raúl Castro, miembro fundador de Falta y Resto. Es que el arte es el leit motiv de "Ilegal", el nuevo espectáculo que la murga uruguaya presenta hoy, a las 21.30, en Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
La Falta se vuelve más anárquica que nunca, donde la fiesta popular es un encuentro clandestino. "Ilegalidad se refiere a la tradición murguera en el Uruguay. Es un ataque directo al machismo obsoleto", disparó Castro en diálogo con Escenario.
Formada en 1980, Falta y Resto
marcó, desde sus inicios, una tendencia renovadora en la categoría de murgas de la mano de Castro y Hugo Brocos.
"De las gargantas ilegales brotan nuevos temas de distintas realidades y versiones de los grandes éxitos de la murga con el coro paritario. Excelentes voces femeninas y masculinas transforman viejos éxitos en nuevos y revitalizados. Murga que es pasado y futuro, como un conjuro vuelve a sonar con ritmos de otros tiempos que regresan con su promesa de identidad", reza el comunicado del grupo.
"El péndulo de la historia es bastante claro. Está habiendo un rebrote con determinadas maneras de entender el mundo, que tiene que ver más con la competencia cruel y devastadora que con la solidaridad", reflexionó Castro antes del gran show.
—¿Cómo describís "Ilegal"?
—El espectáculo trata de un grupo de artistas ilegales, a los que no los dejan tocar en ningún lado, los que están en las grandes capitales haciendo sus rutinas para ganar una moneda. Esta vez se reunieron todos en forma de murga y tratan de sorprender. Encuentran en la sala Lavardén el último tablado popular y tratan de salvarlo porque está en peligro. Es una metáfora de la situación que se está viviendo con la cultura y el arte popular, donde muchas veces estamos a merced de los grandes monopolios culturales, y lo que es de raíz de América Latina se deja de lado. A partir de que desarrollamos ese tema, suceden muchas cosas tanto arriba como abajo del escenario y es en ese momento cuando nos vamos a dar cuenta si podemos salvar el tablado. El público es el que tiene el poder de salvarlo.
—¿Por qué la cultura popular está en peligro?
—El péndulo de la historia es bastante claro. Está habiendo un rebrote con determinadas maneras de entender el mundo, que tiene que ver más con la competencia cruel y devastadora que con la solidaridad. Son dos polos que se están contraponiendo en la evolución de la humanidad. O seguimos evolucionando hacia la competencia, que hace que la pirámide social sea cada vez más grande y cada vez más chica la parte de la humanidad que se salva. Eso, contra el modelo de la solidaridad, la ternura y la paz. Parece hasta demodé. Desde nuestra posición de murgueros, tratamos de transmitir eso desde la alegría. Es un momento de paréntesis donde gana la solidaridad.
—¿Cómo es la nueva formación de la murga?
—Somos 15 integrantes en Falta y Resto, el coro paritario y la batería. Hay chicos desde 18 años hasta veteranos como yo que estamos varias décadas después. Con "La misa murguera" se incorporó una especie de "ilegalidad", por el coro paritario que se incorporó. Ilegalidad desde el punto de vista de la tradición murguera en el Uruguay. Es un ataque directo al machismo obsoleto. Las mujeres que se paran en el coro de la Falta ya están diciendo mucho desde la forma. La murga no tiene líderes, aunque parezca increíble lo que estoy diciendo. Es parecido a un cuadro de fútbol: aunque seas muy crack, si el equipo no funciona como tal, se pierde. En cambio, si funciona como equipo, a la larga, más allá de las derrotas puntuales, se gana siempre. Es un trabajo de "todes".
—"Todes", que la Real Academia Española decidió no incorporar...
—La Real Academia es muy académica y poco real. El idioma es una cosa tan viva. Soy un amante brutal del lunfardo, creo que es la piel del idioma, y negarse a la piel es negarse al amor. ¿Cómo puedo decir "boludo" de otra manera? No es perezoso. Y en el diccionario de la RAE no está. Los de la Real Academia llegan tarde. Creo que en este momento, la mujer es el estandarte de lucha contra la justicia, la violencia, la discriminación. El hombre no se da cuenta que la justicia de género es la justicia del mundo.
—Llevan casi 40 años de existencia, ¿cuáles fueron los momentos de mayor felicidad en este viaje que comenzó en medio de la dictadura?
—En 1988, Montevideo estaba tapizada con los ojos de Mariana Zaffaroni, una niña desaparecida de la dictadura. Nosotros hicimos una canción que pedía encontrarla. La estaba buscando su madre, sus abuelos, pero Mariana había desaparecido. Un día, ya en el 2000 y pico, estábamos en La Trastienda de Buenos Aires después de haber actuado y una mujer le tocó el hombro a uno de los muchachos de la murga y le dijo: "Compañero, quiero decirle que me encontraron". El la miró y la reconoció, era Mariana Zaffaroni. Ella le dijo: "Gracias por haberme buscado durante tantos años". Fue muy fuerte. Otro de los momentos más felices fue cuando nos subimos al escenario en la Plaza de Mayo en 2003, en el aniversario del gobierno de Kirchner. No se veía la plaza de la cantidad de gente que había, empezaron a cantar con nosotros y empecé a llorar. Había banderas de todos los países de Latinoamérica. Hicimos dos Luna Park y cada vez que salía al escenario tenía que recuperarme para poder hablar. Pero el mejor momento es el que vamos a vivir este viernes en Rosario, el futuro siempre es más lindo porque tiene la ilusión. En el show espero amar, ser amado, sentir el calor mágico de los argentinos. La murga ya no es uruguaya, es latinoamericana, somos los barrios cantando.
a todo ritmo. Falta y Resto cantará sus cuplés con sátira y humor sobre el arte callejero.