Ricky Gervais es un provocador nato. Su humor corrosivo lo transformó en una estrella a principios de este siglo con la serie "The Office", y después creó otros éxitos como "Extras" y "Derek". Su personalidad irreverente, dentro y fuera de los sets, lo convirtió en una de las celebridades más amadas y también cuestionadas de los últimos años, aunque nunca jamás se puso en duda el talento de este británico de 57 años. Hollywood conoció su lengua filosa cuando condujo en cuatro oportunidades la gala de los Globos de Oro, donde se burló de estrellas como Angelina Jolie y Johnny Depp, e incluso habló de los supuestos sobornos recibidos por los directores de la ceremonia.
Sin embargo, más allá de sus bromas feroces en Twitter y su estilo ácido en entrevistas, Gervais también supo mostrarse como un tipo sensible. En la serie "Derek" (2012?2014) personificó a un empleado de un geriátrico, vulnerable y marginado, sólo preocupado por ser una buena persona. Si bien el personaje tiene problemas de aprendizaje y muchos sospecharon que la serie podría ser ofensiva, el resultado fue una historia agridulce y entrañable.
En ese tono, aunque con un toque más sombrío y maduro, ahora Gervais acaba de estrenar "After Life: Más allá de mi mujer", una serie de seis episodios que está disponible en Netflix. "After Life" ya se anticipó con muy buenas críticas, si bien los críticos aclaran que el actor y guionista británico vuelve a meterse aquí en la piel de un personaje incómodo de ver.
En "After Life" Gervais es Tony, un hombre que debe sobrevivir a la muerte de su esposa. Este trágico hecho lo lleva a convertirse en un ser amargado y deprimido, al límite de lo soportable, que sigue vivo sólo porque tiene una perra que sin él moriría de hambre. El suicidio es una constante en su mente, su trabajo como periodista en un diario local es lamentable y se ha convertido en una carga para todo aquel que lo conozca. Sin filtro y sin que nada le importe, es capaz de decir verdades en la cara y de ofender con las frases más hirientes, aun a aquellos que intentan hacer sus días un poco más agradables. Es casi como si el personaje quisiera imitar al Gervais de sus actuaciones en vivo, ese que habla sin tapujos y aparente falta de respeto de Dios, los transexuales o el Holocausto.
No pasan ni cinco minutos del primero de los seis episodios que ya hay una retahíla de insultos con ingenio al más puro estilo Gervais. "Sé que algunas personas no van a entenderla la serie", dijo el actor en sus redes sociales. "Pensarán que es morbosa, mezquina o negativa. Pero espero que todos vean lo positiva y alegre que es en definitiva. Como la vida misma", apuntó.
Los críticos calificaron a "After Life" como un drama disfrazado de comedia. El dolor por la pérdida y cómo afrontar el duelo son la espina dorsal de la serie. "No se deben confundir mis creencias con lo que digo sobre un escenario o lo que digo en una gala de los Globos de Oro", dijo Gervais a la revista Vanity Fair, defendiendo su punzante sentido del humor. "La razón por la que puedo decir lo que digo es porque he creado un humor que considero a prueba de balas. Puedo afianzarme en su valor cómico. No es que yo crea en cada parte de esas bromas. Es una búsqueda intelectual hecha para desorientar", explicó.
En la misma entrevista, el actor admitió que con el tiempo aprendió a soltar el chiste sin importarle si alguien lo malinterpreta o lo lleva a otra dimensión. "Al final del día, creo que la comedia nos muestra que todos somos un poco idiotas, y que no hay nada que puedas hacer para remediarlo. Si te pasás la vida preocupándote por si ofendés a alguien la estás desperdiciando. Y nadie te va a devolver ese hermoso tiempo perdido", advirtió.