Axel habla desde su casa en Traslasierra, en Córdoba, y los contratiempos en la comunicación no le hacen perder la sonrisa. Finalmente atiende a la llamada como siempre, atento y sin apuro para la charla, con un aire familiar que hace que uno se olvide rápidamente que está hablando con un “famoso”. A más de diez años de “Amo”, su primer gran hit, y en un mundo de éxitos fugaces como el del pop, Axel logró mantenerse con su propio estilo. Su último álbum, “Tus ojos mis ojos”, se convirtió en disco de oro en menos de 24 horas, y viene de dar diez shows con entradas agotadas en el teatro Opera de Buenos Aires, donde agregó dos funciones más. El próximo viernes se presentará en Rosario, en Metropolitano, para mostrar sus nuevas canciones, y para el año que viene tiene programada una extensa gira por Latinoamérica y España. En diálogo con Escenario, el cantante explicó por qué apostó a un disco más pop y bailable, aseguró que nunca le interesó lo que está de moda y dijo que no genera histeria porque no se mueve como una “súper celebrity”: “La gente ve en mí a un tipo común y corriente”, afirmó.
—Uno en cada disco busca evolucionar, sorprender a la gente, crecer en la lírica, en la composición, en el audio, en los arreglos y en la producción. Año a año uno se va reiventando, buscando nuevas herramientas, nuevos condimentos para decorar las canciones. Este es un disco muy pop, fresco y moderno. La gente siempre espera la parte más clásica mía, las baladas, que están, pero también hay canciones más bailables, hay instrumentos más orgánicos como la guitarra acústica, que se conectan con la parte más pura de la música, y también hay sonidos procesados y electrónicos. Eso lo hace un disco que suena supermoderno sin perder lo clásico de mi música y mi manera de componer.
—Sí, estuve escuchando mucho a Bruno Mars en estos últimos dos años. Y después seguí con lo que escucho siempre: los Beatles, Queen, Elton John y los cantautores que más me gustan, como Billy Joel y Stephen Bishop. Creo que de la mezcla de eso, de lo más clásico con lo más moderno, que es Bruno Mars, salió un disco bien pop y fresco.
—¿Te cansaste un poco de las baladas? ¿Querías desprenderte en parte de ese sonido?
—No, en absoluto. Cuando yo me siento en un piano la balada es el terreno en donde mejor me desarrollo. Yo quería hacer un disco más moderno, con la cantidad de baladas justa. Además, hoy día, cuando uno graba un disco, ya piensa automáticamente en el show en vivo. Y yo quería hacer un concierto más arriba, más alegre, donde la gente se contagie de ganas de bailar, de cantar, de aplaudir, que se vaya alegre, con el alma renovada, y eso lo da un concierto más up tempo. Las baladas en este disco son tres canciones muy claras como “Sólo una vez”, “Y qué?” y “Quédate”, que son fuertísimas, muy profundas, con una gran producción, pero en general el disco tiene estribillos más bien para arriba. A mí me encanta cantar baladas, me encanta sentarme al piano y cantar “Amo” como el primer día, pero también mi cabeza va evolucionando y voy escuchando música nueva.
—¿Es muy difícil distinguirse en un mundo tan cargado de información, donde desde las redes sociales te bombardean con músicos y canciones nuevas cada cinco minutos?
—Yo creo que uno no debe preocuparse por eso. Este es un momento de la música mundial que está buenísimo, porque cualquier persona que hace música la puede mostrar en una red social, en Facebook, en una plataforma como Spotify o en ITunes. De alguna manera la música llega, sin necesidad de tener una compañía discográfica detrás. La música está más cerca que nunca para el público, y eso hace que uno tenga que esmerarse mucho más porque, entre comillas, hay más propuestas y más competencia. Pero si uno es genuino, si es auténtico, si es honesto con lo que hace, no debe preocuparse por eso. En mi vida y en mi carrera yo nunca transé. A veces me han dicho: “Mirá Axel, dejá esto y hacé lo otro porque está de moda”. Pero a mí nunca me importó. Yo siempre hice lo que me salió naturalmente, lo que me gusta, las canciones que disfruto cantar. Nunca me interesó lo que está de moda, porque así como está de moda, de moda se va. Siempre fui muy sincero conmigo mismo y, aunque suene raro, cuando yo hago un disco, en primer lugar lo hago para mí, lo hago para satisfacerme a mí mismo. Por eso cuando la gente escucha un disco nuevo de Axel se sorprende, porque yo a mí mismo no me permitiría hacer un disco que sea más de lo mismo, o copiarme a mí mismo o copiar a otra persona.
—Vos tenés mucho público femenino, pero no se nota tanta histeria a tu alrededor, como en esos casos donde las fans odian a la esposa del músico. ¿Por qué creés que en tu caso el tema es más relajado?
—El público nuestro se expandió mucho y hay de todo: público familiar, público grande, abuelos, niños, adolescentes... Y por supuesto que las hormonas están más a flor de piel en cierta franja de público. Pero es cierto lo que decís, hay un equilibrio muy bien logrado. Eso pasa porque yo nunca me mostré como una figura inalcanzable. Eso del artista en un pedestal allá arriba, intocable, estrella, súper celebrity, a mí nunca me gustó, nunca me cerró. La gente ve en mí a un tipo común y corriente, que sigue caminando por las calles del barrio donde nació. Ahora estoy en el campo acá en Córdoba, en la montaña, y bajo a caminar y la gente me saluda, y me paro con todo el mundo a charlar, soy uno más. Entonces no se genera esa desesperación por tocarme. Claro que hay un público que tiene su histeria. Pero en general yo me siento muy respetado, la gente se me acerca y está todo más que bien.
—Siempre se te ve sonriente y parecés un tipo tranquilo y afable. ¿Qué cosas te sacan o te hacen perder la calma?
—Me hacés pensar y no encuentro mucho (risas). Soy un tipo más bien agradecido, feliz, optimista, bien predispuesto, con mucha voluntad de trabajo. Me gusta pensar que la gente cuando se equivoca no lo hace a propósito, entonces por qué reaccionar mal, no? Así pienso yo y en la vida me ha funcionado muy bien. Es verdad que cuando estoy en televisión o en un programa de radio yo siempre soy un tipo predispuesto y abierto al diálogo, y la gente puede pensar como que estoy fingiendo, como que es una postura, pero yo soy así, soy un tipo agradecido con la vida. En el único lugar en el que me puedo llegar a enojar es en un partido de fútbol, cuando te pegan una patada mal pegada (risas).
—El año pasado cantaste ante el Papa Francisco en la jornada mundial de la juventud en Río de Janeiro. ¿Sentís que tenés una responsabilidad desde tu imagen de chico bueno? ¿Creés que te convocaron por eso?
—Creo que sí. La primera vez que me convocaron, que fue para cantar en su vigilia en su asunción como Papa, me llamaron y me dijeron literalmente eso: “La verdad es que a Jorge Bergoglio le gustan mucho los mensajes que transmitís, cómo sos vos, la personalidad que tenés, los mensajes que le das a la juventud en los conciertos”, y a partir de ahí se dio la segunda posibilidad de cantar con la Sole en Río. Nadie es tan bueno como la gente piensa, ni tan malo como la gente dice. Yo soy un tipo normal, tampoco soy un santo. Pero sí me preocupo por ser buena persona, por mirar alrededor. Eso me genera cierto compromiso y cierta responsabilidad, porque sé que mucha gente me ve como un chico bueno, como que tengo que dar un ejemplo, y yo tengo defectos como cualquier persona. Pero cuando me enfrento a un micrófono trato de dar un buen mensaje, un mensaje de vida, un mensaje de cuidarnos unos a otros, de ser sanos, de cuidar el medio ambiente. Eso lo busco siempre.
—Siempre se te ve muy cómodo en la televisión, cuando fuiste jurado en “La voz” y en diferentes cameos que hiciste en distintos programas. ¿Alguna vez te ofrecieron trabajar en la tele más allá de tu papel como músico?
—Yo me siento cómodo en la tele, me divierte, la paso bien. En la producción de los programas me han tratado de maravillas. Pero yo ante todo soy músico. Si me ofrecen estar en un programa relacionado con la música, y si tengo tiempo, lo haría encantado de la vida. Lo de “La voz” fue una experiencia muy linda porque descubrí a un montón de talentos ocultos, anónimos, que pedían pista. Si se diera otra vez esa posibilidad creo que lo haría. Pero como actor no me animo, eso no es lo mío. Puedo hacer un pequeño papel para divertirme, pero no podría dedicarme a eso, porque no es lo que sueño, para nada.
—Tenés tu propio estudio de grabación profesional y tu refugio para descansar en Córdoba. Es como el sueño de todo músico consagrado. ¿Sentís que esa era tu meta?
—No me detuve a pensarlo. Yo dejo que la vida fluya todo el tiempo. Te puedo asegurar que cumplí muchos más sueños de los que había soñado. Por eso agradezco a Dios todo el tiempo. Me genera un compromiso en devolver todo lo que se me dio de alguna manera. Tener mi propio estudio era un viejo sueño. Además es un estudio de primer nivel, podemos grabar un disco con un sonido internacional como “Tus ojos mis ojos” con la misma tecnología que usábamos en Estados Unidos. No me puedo quejar de nada, pero siempre hay nuevos objetivos, nuevas cosas para hacer y para aprender. Me queda mucho por recorrer.