La carga emotiva de pasiones y afectos barrocos se adueño el jueves pasado de la sala del teatro El Círculo con la actuación de la Orquesta Barroca del Suquía y la presencia del contratenor Martín Oro. Esta función en adhesión al Festival permanente Johann Sebastian Bach fue un digno homenaje al Kantor de Leipzig.
La Barroca del Suquía representa de manera consumada la nueva visión de abordar el repertorio barroco centrando el debate en lo interpretativo e históricamente informado, antes que centrar el eje del debate en la instrumentación "original". Al frente de la orquesta está el violinista Manfredo Kraemer, maestro consumado de la técnica violinista barroca e investigador profundo de esos mundos del siglo XVII y XVIII, con su amalgama de pasiones y asombro que todavía nos incitan al deleite.
Toda la ornamentación barroca, mordentes, apoyaturas, trinos, grupetto, interpretado con neto sentido dramático con cambios de dinámica, marcados silencios, enfatizando las disonancias, resaltando los fugados, desplegando con pericia técnica toda la fantasía barroca con énfasis especial en las pasiones o emociones.
El violín de Kraemer articula las distintas secciones de las obras, los tuttis, los impresionantes solos o dúos de carácter íntimo y marcados contrastes de las combinaciones instrumentales. El virtuosismo, no en función del intérprete, sino en función del discurso musical del conjunto. La interpretación del Doble concierto en Re Menor con dos violines de Johann Sebastian Bach fue sin duda la mejor muestra de lo dicho anteriormente.
La presencia del contratenor Martín Oro contribuyó al brillo de la noche. En el Nisi Dominus de Antonio Vivaldi el cantante se destacó con una interpretación superlativa, donde su voz se amalgamó a la Orquesta del Suquía sin fisuras. Se destacó con su hermosísimo timbre de alto, su emisión pura, la perfección técnica que utiliza expresivamente y pasajes de intrincada coloratura, como se pudo apreciar en la obra de Vivaldi.
Oro está lejos de aquellas interpretaciones lánguidas y etéreas de los contraltos masculinos que durante décadas mostraron afectación y llevaron a la música barroca a una estética del sopor. El cantante muestra un juego entre el registro "masculino" y "femenino", o sea notable profundidad en los graves y rápido ascenso a las zonas agudas.
El Círculo, junto con el Festival Permanente J.S. Bach, nos permitió un vistazo exquisito al barroco musical, un período que, pese a las centurias que nos separan, aún respira vida a través de ínterpretes de esta calidad, dotando a esta música de una actualidad que nos sorprende.