Arrancaron allá por 1996 como cuarteto pero en pocos años ya eran un trío. Hicieron reír a todo Rosario y luego su arte llegó hasta, por ejemplo, el programa más visto de la televisión argentina, con Marcelo Tinelli a la cabeza (sic). Crearon personajes entrañables, hoy muy populares, ganaron innumerables premios, entre ellos dos Martín Fierro, y luego de mucho trabajo y cuatro de separación, el grupo humorístico rosarino Marca Cañón volvió a ponerse debajo de los reflectores. Jorge Fossetti, Germán Mazzetti y Beto Chiesa hicieron su réentre en Pellegrini Concert.
La noche del regreso se transformó rápidamente en un jolgorio entre su público, amigos y familiares. Festejar 20 años arriba de los escenarios no es para cualquiera y así pareció sentirlo el grupo y sus seguidores.
Con Chiesa haciendo de maestro de ceremonias, al gaucho Zoilo le tocó romper el hielo. El personaje de Fossetti, siempre zezeando, se las tomó con el mundillo del folclore y la tradición campera, alternando anécdotas y bromas sobre la música y las costumbres de la Pampa profunda.
Le siguió Mazzetti con su payaso Chin-Chin, un clown alcohólico y triste, que no tiene reparos en animar fiestas infantiles con una botella de ginebra en la mano. Sorprende el actor con un texto en el que las marcas de las bebidas más famosas conforman un extenso relato sobre la vida no tan alegre del artista de rostro maquillado.
Luego le tocó el turno a Chiesa con su creación del Pastor Gutiérrez de la Iglesia Paz Loco Paz, un hilarante remedo, en tono de castellano neutro, de los autoconvocados por Dios, televisivos y de los de carne y hueso.
Tres en escena. El gaucho del principio y más tarde el homenaje al doctor Fernández dejan en claro la solvencia y la experiencia de Fossetti, quien, serio, con poco despliegue histriónico y hasta parco, consigue recrear humoradas que, a lo mejor, tienen su chispa en esa contradicción entre la seriedad del actor y los chistes que propone.
Se suma a esa escena Osvaldito, quizás el más popular de las criaturas de Marca Cañon, gracias a su exposición televisiva. Mazzetti ha logrado con los años construir un personaje que emana alegría y ternura, lejos de la inicial polémica sobre la pertinencia o no de recrear a un joven con capacidad intelectual limitada. Chiesa se pliega luego a la farsa final para darle la bienvenida al trío con un aluvión de aplausos.
Si es verdad que 20 años no es nada, este es un buen ejemplo. Marca Cañón se asentó durante su trayectoria sobre la solidez de Fossetti, la frescura de Mazzetti y la simpatía de Chiesa, características que están intactas en los comediantes, a la que se suma, claro, la montaña (?): la montaña de años de compartir un escenario o un set de televisión. Marca Cañón esta de regreso. Bienvenidos.