Cómo olvidar una de las escenas más desopilantes de “La odisea de los giles”: los hermanos Gómez haciendo alarde de su nueva adquisición, un celular Startac con mucho crédito para hablar. Lo loco de todo esto es que uno de ellos, precisamente Eladio Gómez, es rosarino. Se trata del actor Alejandro Gigena, que interpreta a este personaje tan peculiar en esta película elegida para competir en los Oscar, junto a gigantes de la actuación como Ricardo Darín y Luis Brandoni.
Fue largo el camino que tuvo que hacer este joven de 36 años para llegar a formar parte de un elenco estelar en la pantalla grande dirigido por Sebastián Borensztein y lo cuenta todo en esta entrevista íntima con Escenario.
—¿Cómo llegaste a estar en esta película elegida para representar a la Argentina en los Oscar?
—Me vine a vivir a Buenos Aires a los 27 años, ahora tengo 36. Dejé muchas cosas que estaba haciendo allá en Rosario. Veníamos una vez por semana a estudiar con Juan Nemirovsky y Romina Tamburello y más amigos. Cuando llegué a Capital me costó mucho. Hice mucho varieté y fui conociendo gente. Cuando llegue a Capital, no quería estudiar aquello que estudiaban todos, sino que quería acercarme a un lenguaje más audiovisual. Así que elegí la escuela de Nora Moseinco, que dirigió el programa de culto “Magazine for fai”, junto a Mex Urtizberea y Lucrecia Martel. En las clases de Nora conocí a quienes fueron los directores actorales de “La odisea de los giles”, fueron ellos quienes me llamaron para que haga el casting.
—¿Cómo fue el proceso del casting?
—Los directores me pasaron algunos lineamientos del personaje. Lo único que sabía era que la película iba a estar dirigida por Sebastián Borensztein y que la productora asociada era la de Ricardo y el Chino Darín. Y que estaba basada en el libro de Eduardo Sacheri “La noche de la usina”. Así que me acerqué a hacer el casting con una propuesta estética y de personaje. Después me llamaron por segunda vez y ahí mismo conocí a quien fue mi hermano en la película, Guillermo Jacubowicz y audicionamos juntos. El director nos dio indicaciones y el casting fue súper solidario porque improvisamos y no hubo competencia. La instancia de espera fue de mucha ansiedad hasta que me dijeron que había quedado y ahí la felicidad vino a mí.
—¿Cómo fue el proceso de filmación?
—La película fue filmada 80 por ciento en exteriores durante 9 semanas. La mayoría de las escenas las grabamos en Alsina y Baradero. Filmamos de lunes a viernes durante 12 horas, entre lluvia, calor, frío. Estábamos todo el tiempo mojados, corriendo.
—¿Te sentiste nervioso al estar compartiendo el set con íconos del cine argentino?
—La verdad es que Guillermo y yo, que somos los únicos dos no populares del elenco, nos sentíamos los colados de la foto estando ahí con todos esos monstruos. Fueron días de mucho disfrute, me hacían sentir uno más y se trabajó con mucha horizontalidad. Muchas veces el mundo del cine es muy hostil. Y de hecho, entré a filmar con ese miedo. Hasta que conocí al director de cámara, a quien ya conocía porque fui profesor de sus hijos, y hubo mucha empatía con todos.
—¿Cuál fue la escena que más te costó?
—La primera escena en la que aparezco, cuando me enfrentó a Darín y a Brandoni. Esos momentos fueron de mucho terror. Esos monstruos nos hacían sentir “acá no pasa nada”, nos bajaban un poco la ansiedad y la pretensión actoral de querer hacerlo todo bien. Y así pude disfrutar de todo el proceso. Lo mismo de parte del director, que siempre hizo todas las correcciones con una sonrisa en la cara y me transmitía mucha felicidad. Y poco a poco fui sintiéndome más libre y proponiendo cosas.
—Tu personaje es uno de los hermanos que pone plata para crear la cooperativa, que tiene momentos de mucha comicidad, como el del descubrimiento del Startac. ¿Cómo fueron creados esos momentos?
—La escena del celular estaba en el guión. Creo que habla del sentido de pertenencia de cada personaje y todo lo que significa tener algo, que ocurre desde las clases sociales más bajas a las más altas.
—¿Qué estás haciendo actualmente? ¿Se abrieron puertas a partir de esta película?
—Soy maestro de actores, hago coaching y laburo en publicidad. Actualmente estoy haciendo “Sham Rock” los viernes en Capital, una obra en verso que habla del amor y los engaños. Y los sábados, dirijo “Los miedos”, que es de pura improvisación y está haciendo mucho ruido en Capital. Hay muchas propuestas dando vueltas, las puertas se van abriendo.