"Yasí vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado". Estas líneas de Francis Scott Fitzgerald, de las primeras páginas de "El gran Gatsby", reflejan muy bien lo que pasa en este siglo cada vez que una leyenda del rock edita un nuevo disco. ¿Es importante un nuevo álbum de Paul McCartney? ¿El disco solista número 25? Realmente no. Como tampoco es relevante a esta altura si sale un disco nuevo de los Rolling Stones o de Bob Dylan. Son artistas que dieron todo y más, cuya obra ya trascendió décadas, idiomas y todo tipo de barreras culturales. Un puñado de canciones nuevas (o inéditas) de Paul McCartney son una especie de souvenir, una excusa para salir de gira y revivir un catálogo histórico para las nuevas generaciones. Es decir, es una excusa mucho más que válida (y disfrutable), más allá de que nos guste mucho, poco o nada el contenido del disco en cuestión. McCartney es el primero que lo tiene claro. ¿Habló Paul de sus nuevas canciones en las entrevistas recientes? Poco y nada. ¿Del productor del álbum? No. ¿De algún sonido buscado en el flamante disco? Someramente. En realidad la promoción para el disco arrancó dos meses atrás, con el nostálgico Carpool Karaoke que hizo con el comediante James Corden. Todos nos emocionamos (el programa se viralizó hasta el infinito) viendo a Paul recorriendo su Liverpool natal, el lugar de su infancia, donde está el corazón de las mejores canciones de los Beatles. Después "Macca" dio un show para 250 personas en The Cavern, el mítico sótano donde dieron sus primeros shows los Fab Four. Y también publicó fotos en sus redes sociales cruzando la famosa senda peatonal de Abbey Road, recordando la tapa de aquel disco de los Beatles de 1969. Ahí estaba Paul, con jeans y unas simples sandalias con medias como un turista más, con esa afabilidad que ya vale tanto como su propio talento. Lo que cuenta es el pasado. El presente es apenas una anécdota. Ahora, más cerca del final, todos los caminos conducen a Liverpool, o a los estudios de Abbey Road. Todavía buscamos el secreto detrás del genio y las canciones que nos cambiaron la vida. Y tal vez ni el mismo McCartney lo sepa.