¿Por qué no armamos un reconocimiento que sea una excusa para encontrarnos?” La pregunta la hizo un joven Carlitos Bermejo, en 1993, a unos compañeros de ruta sentados en esa mesa de bar: Fernando Chao, a quien el mismo Bermejo cita como “el padre de todos los que hacemos espectáculos y periodismo en la ciudad”; Abel Rodríguez, que trabajaba en la sección Espectáculos del diario La Capital; Víctor Valentín, que tenía un programa llamado “La radio en vivo y en directo” y el recordado Silvio Mario Valli. En diciembre de ese año, televisado por Canal 3, se hizo el primer Magazine en donde, por citar solo algunos, asistieron Ricky Martín, Mercedes Sosa, Roberto Goyeneche, Mirtha Legrand, Graciela Borges, Roberto Fontanarrosa, Juan Carlos Baglietto, Valeria Lynch y Leonardo Sbaraglia. Al otro día, en la calle, todo el mundo hablaba de los Magazine.
A 30 años de aquel debut, este martes 4 de octubre, después de “Telefe Noticias” se emitirá en vivo desde Salón Metropolitano del Alto Rosario “La Noche de los Magazine”, conducido por el mismo pibe que tiró aquella pregunta del encuentro, pero tres décadas después, en compañía de Susana Manzelli.
Será una fiesta dedicada a la música, Bermejo dice que puede ser la última o no, que la próxima la puede conducir él o no, nadie lo sabe. Tampoco se sabe si Mirtha Legrand vendrá, pero siempre está invitada, y es casi una fija que hará lo imposible para sentarse en la mesa principal, junto a Graciela Borges, Jairo, Fátima Florez y Carlos Rottemberg, entre otras celebridades.
“Y la nave va”, dice Charly Bermejo, evocando a Federico Fellini y también a los Magazine, pero más que nada a la voluntad de seguir adelante en una ciudad que hoy es noticia nacional por estar atravesada por la inseguridad, el narcomenudeo y el humo de las islas. Pero que, como sostiene Bermejo, bien vale apostar a “lo cultural como una tabla de salvación”.
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Magazine 2003. Jorge Luz, Saravia, Perciavalle, Mirtha, Fito, Cansino, Molina, Orselli, entre los invitados.
Enrique Rodríguez/Archivo La Capital
—¿Imaginaste que ibas a llegar a los 30 años?
—Jajaja, para nada, el primero fue un poco por prepotencia, como un desafío, pero nunca me imaginé que íbamos a llegar a los treinta años, ni ahí.
—Cada año la gente repite “a este ya lo premiaron”, “qué largos que son los Magazine”, “mirá quién vino” o “mirá quién faltó”, pero lo cierto es que se enteraron porque lo ven en la tele o alguien se lo contó. ¿Esa es una prueba de la vigencia de estas distinciones?
—Mirá, justamente, todos los años te encontrás con gente que te manda emisarios porque quieren que uno los reconozca, o quienes te dicen “otra vez la misma gente”, digo, yo creo que esto es una excusa para encontrarnos los de acá. Porque sin duda lo que hacemos nosotros es que venga gente de Buenos Aires que le da cierta trascendencia, porque tienen popularidad, porque son masivos, porque están en medios que tienen alcance federal. Pero si hiciéramos una fiesta para encontrarnos tendría una relevancia muy fuerte para nosotros, pero para el público que siempre busca lo que te vende la tele o la revista, no sé si le pegaría de la misma manera. Y esa es la razón por la cual vienen figuras, que por lo general tratamos que tengan una historia que, también por lo general, siempre la tienen. Obviamente que hay una generación que ha marcado camino, es insoslayable, y son referenciales.
—Además acá no hay premios como en los Martín Fierro, que la cámara busca al perdedor para poner al aire su mala cara, acá festejan todos y todas porque es una distinción y estás haciendo un homenaje a su trayectoria.
—Claro, y fijate vos que la idea es que las distinciones sean también para los colegas de la ciudad, que también entregan distinciones, o sea, esta ciudad no es la misma que la de 30 años atrás donde los medios eran menos. Hoy por suerte hay más posibilidades de laburo para todos los colegas y uno trata todos los años de invitar gente nueva o rotar para que vengan otros que alguna vez no estuvieron. La idea es que sea lo más ecuménico posible y que sea fundamentalmente esto: un lugar de encuentro. Y apostar a lo cultural, a través de todas sus variantes, como una tabla de salvación.
—¿Esa tabla de salvación estará basada este año en la música, la principal estrella de este Magazine número 30?
—Mirando todo lo que pasó en plena pandemia, cuando estábamos todos encerrados y sin vacuna, a mí me llamaba la atención que los músicos y cantantes se las ingeniaban armando unas zapadas impresionantes desde la casa y todos nos agarrábamos de la canción, de la música. A mí me conmovió mucho, por ejemplo, ver a Tony Bennett, antes de que se le declarara tan fuerte el Alzheimer, en su casa, sentado en su cuarto con el piano y cantando tres temas para la gente. Y yo digo, si un tipo que ya está de vuelta asume el riesgo de cantar, exponiéndose en las redes, ya enfermo y para ayudar para que el encierro fuera menos encierro, ahí entendí que la música es una tabla de salvación. Y con este encuentro de los Magazine también pasa por ahí, además son 30 años, capaz que el año que viene ya no estoy o sí, pero trataremos de cerrar un ciclo. La música exorcisa todos los demonios y los fantasmas. Y esto lo hacemos con amor y, como decía Roberto Arlt, por prepotencia de trabajo.