El californiano Tom Harrell, uno de los mejores trompetistas de jazz actuales, cierra hoy el Festival de Jazz Rosario 2012 con un show en el Parque de España. Desde las 20.30 se presentarán Ruggieri Marquiore Di Renzo Mamet, Ramón Fossati Glowing Trío (Barcelona), y por último Tom Harrell Quintet.
El portal español Zona de Jazz traza un perfil más que interesante de Harrell: “Un hombre de conocimientos musicales enciclopédicos, admirado por su capacidad para improvisar de una manera cerebral, pero emocionalmente conmovedora. Sufre de esquizofrenia. Harrell se mantiene inmóvil bajo los focos del escenario mientras no toca, con sus brazos colgados en los costados, los labios extrañamente fruncidos, los ojos cerrados, escuchando con más atención que cualquier otro de los que están en la sala. Entonces levanta la trompeta, toca una notas claras, ricas, alegres, en perfecto ritmo con su banda y, durante breves instantes, se siente totalmente a gusto.
Harrell, que trabajó en la big band de Woody Herman y en los grupos Horace Silver, además de colaborar con Lee Konitz, Bill Evans, Dizzy Gillespie y tantos otros, a partir de 1989 dirigió sus propios grupos, especialmente en formato de quinteto.
—¿Qué es el jazz para usted?
—Es la música contemporánea de la libertad. Usted puede llegar con otras influencias, pero cuando tocás jazz entendés que es una música que todavía conserva su esencia.
—¿Cómo fue crecer en California en una época donde el rock y el movimiento hippie tuvo su epicentro en esa zona?
—Es cierto, pero había muchos músicos que buscaban tocar bebop, por lo que nosotros nos reuníamos y tocábamos en sesiones improvisadas. La cultura hippie, que fue una cultura juvenil, era un gran movimiento, y yo que crecí en el distrito de Haight- Ashbury podría decir que fui parte de ello. Y entré en el rock y más tarde en el rhythm & blues, a finales de los años 60. También viajé a Nueva York durante aquel tiempo, precisamente en 1996, y estaba en auge el free jazz.
—¿Pero cómo no se convirtió en un músico de rock con semejante entorno?
—Yo entré en el rock y más tarde en el rhythm & blues, a finales de los años 60. En realidad toqué y escribí música para grupos de rock; Malo y Azteca, por ejemplo, e hice arreglos para Carlos Santana.
—¿Recuerda cómo eligió la trompeta como instrumento?
—Me gustó el sonido de la trompeta desde un comienzo. La oí sobre todo en las grabaciones y más tarde la pude vivir en persona.
—¿Qué músicos de jazz le gusta escuchar?
—Me gustan Charles Mingus, Horace Silver, Miles Davis, Dizzie Gillespie... Una de las grandes cosas sobre los músicos que amo es aquello que se escucha en sus grabaciones, siempre se encuentra algo nuevo y esto todavía tiene un impacto.
—Durante un tiempo usted fue un músico de sesión muy buscado, ¿de aquellos músicos que acompañó de quién guarda los mejores recuerdos y por qué?
—Horace Silver, Bill Evans... También Dizzie Gillespie, con quien grabé cuando él armó en quinteto junto al saxofonista. Gillespie es la persona más grande e increíble que conocí en mi vida. El creó una nueva forma en la música y una nueva filosofía de vida. Dizzie me mostró en el piano un acorde suyo y quiso que yo lo trabajara. Toqué para él lo que yo haría y le gustó. Quiero decir que también él era un tipo muy alentador con los demás. Horace Silver es un gran músico y también un innovador. Además creó una nueva forma en la música. Horace era muy productivo conmigo. Cuando vine a Nueva York, por primera vez, él me llevó a los clubes para encontrar gente. Por ejemplo, una tarde, encontré a George Russell, George Benson y Jimmy Madison. Fuimos al Village Vanguard y Joe Farrell tocaba allí junto a Jimmy Madison. George Russell estaba en una audiencia de Vanguard. Tocaban como sesionistas la banda de Betty Carter y alternaban con George Benson.
—¿Y Bill Evans?
—Bill creó un nueva forma de armonía en el jazz. Era un tiempo que nosotros tocábamos con Chuck Israels y Bill Evans era un invitado. Sal Nestico le preguntó sobre su acercamiento a la progresión del acorde y él movió su mano izquierda en un movimiento muy sutil y mostró cómo se hace. Fue algo simple y maravilloso, difícil de olvidar.