El director estadounidense Terry Gilliam desplegó de nuevo su fantasía para ilustrar la incomunicación del presente y plantear cuestiones de calado filosófico con "The Zero Theorem", la película que se presentó ayer a concurso en la Mostra de Venecia. Protagonizada por el austriaco Christoph Waltz, que extrañamente no acudió a la ciudad de los canales a defender la película, "The Zero Theorem" cuenta con colaboraciones puntuales de Matt Damon, que se sumó sin siquiera leer el guión, y Tilda Swinton, además de las actuaciones de la francesa Mélanie Thierry y el británico David Thewlis.
Aunque la película ha sido presentada como la tercera parte de una trilogía conformada por "Brazil" y "12 Monos", Gilliam lo desestimó.
"No pensamos en términos de trilogía, porque parecería que somos más inteligentes, profundos y académicos de lo que somos", señaló en rueda de prensa. "El futuro se ha hecho realidad y nos ha hecho prisioneros antes de que nosotros lo hiciésemos prisionero. Ahora el futuro ha retrocedido y hablamos de cómo nos conectamos", agregó el director.
"¿Todavía tenemos relaciones reales o solo relaciones virtuales? Parece que el mundo corporativo nos controla y la gente tiene miedo de hacer preguntas. Las personas empleadas en las grandes empresas no cuestionan lo que hacen sino que se limitan a trabajar", agregó el único miembro estadounidense del mítico Monty Python (aunque Gilliam renunció a su pasaporte en 2006).
En el avance de la tecnología puede haber dos lados, uno bueno y uno malo. "No conozco la respuesta. Puede ser peligroso, pero puede ser entusiasmante. Por ejemplo la Primavera Arabe, que ha llegado a su otoño, ha sido posible gracias a que los jóvenes se han podido comunicado por Internet, pero me pregunto cuántos quedan ahí visto que las mismas personas del pasado han tomado de nuevo el control de Egipto", reflexionó el realizador.
La película, que recibió un contenido aplauso de parte de la prensa, no atrapó del mismo modo que hizo "Brazil" o "Pescador de ilusiones", largometraje este último con el que Gilliam levantó el León de Plata en Venecia.
Más cálida sin embargo fue el recibimiento para el niño prodigio del cine canadiense, Xavier Dolan, quien mostró a concurso el thriller psicológico "Tom à la ferme", que dirige y protagoniza. El más jóvenes de todos los realizadores a concurso con apenas 24 años sigue dando vueltas al tema de la homosexualidad con la historia de un joven cuyo novio muerte y acude a su funeral en una granja perdida de Canadá. Allí se ve obligado por el hermano del difunto a mantener escondida su identidad sexual para mantener las apariencias frente a la madre.
La película es "una psicosis, una inmersión en la profunda neurosis de dos personas que intentan llenar un vacío", explicó Dolan, que a los 19 años se alzó con el premio al mejor guión de la Quinzaine des Realisateurs de Cannes con "J'ai tué ma mère", su debut.