Piñón Fijo sale a la calle y le cuesta dar dos pasos seguidos sin que alguien le pida una selfie, que un chico diga "¡mirá, ma!" a los gritos o una nena lo pare para abrazarlo y darle un beso. Jamás pasa desapercibido, y hace más de 25 años que se repite esta escena, sea en su Córdoba natal, en Jujuy, en Buenos Aires o en Rosario. "Trato de mantener la magia del personaje", dice el actor, al que pocos lo llaman Fabián Gómez. Junto a sus hijos Sol y Jeremías hoy presenta, en dos funciones, a las 15.30 y 18, "Piñón en familia" en Metropolitano (Alto Rosario). "El establishment necesita que el artista sea inalcanzable y que sea una súper estrella difícil, y uno se mantiene en estos 26 años a base de mostrarme tal cual soy", dijo Piñón Fijo.
—¿Qué tiene Piñón que seduce tanto a todos?
—Yo creo que lo que tiene mi personaje es esa comunión y complicidad con los adultos. Viste que el tiempo de atención es muy efímero y el hecho de que algo se haga compartiendo es como que se mastica de otra manera.
—¿De dónde viene ese guiño con los adultos?
—Esa complicidad con el adulto viene desde que era artista callejero. A mí me quedó desde aquellos tiempos esa conquista por tratar de divertir a todos, no solamente a los chicos. Y me pasó también cuando llegaba a un cumple y animaba fiestas infantiles. Ahí tenía que divertir a la abuela, al nieto, a la cuñada, a la tía, al padre y a la madre. Trataba de hacer un estudio rápido de cómo estaba la cosa e intentaba entretener a todos.
—¿Y ahora con qué público te encontrás?
—Me parece que eso me ha dejado una enseñanza en esta etapa de mi vida, y es lo que me lleva a subir al escenario y ver que en la platea no hay un público esperando al payasito que le gusta al nene, hay un público medio rockero, con una expectativa medio de cancha de fútbol y está buenísimo.
—¿Qué significó para vos trabajar junto a tus hijos Sol y Jeremías?
—La llegada de mis hijos sucedió en una etapa muy particular de mi carrera y de mi vida, han sido una bisagra muy fuerte para mí. Primero los veía como mis hijos, pero ahora ya los veo como colegas y compañeros de ruta y de aventuras, entonces es muy rica esta experiencia. Yo estoy muy agradecido a ellos, con el desparpajo que les corresponde por su edad y su juventud, son una gran bocanada de aire fresco.
—¿El título del espectáculo sintetiza mejor que nunca este momento o apunta a algo artístico del show?
—Se llama "En familia" porque refleja el punto de madurez que ellos han logrado a lo largo de cinco años que trabajamos juntos. Por eso me animé a ponerle así, en otro momento hubiese sonado desubicado o impostado. Pero ahora, desde el ensayo, hasta el viaje, la puesta en escena y volver a viajar para actuar en otro punto del país, concluye todo en un concepto familiar, es una pyme familiar, y eso trasciende y se traduce en el título.
—¿Puede ser que lo tuyo atrae tanto porque en esta Argentina voraz a veces falta un poco de humor sano y fantasía?
—No sé, ese concepto es atendible y puede tener algo que ver que en esta vorágine de vida que tenemos, se encuentra a alguien con una propuesta muy simple y humana y llega más. Y además, que está fuera del concepto de superstar que por ahí el show business ofrece. El establishment necesita que el artista sea inalcanzable y que sea una súper estrella difícil, y uno se mantiene en estos 26 años a base de mostrarme tal cual soy.
—Pregunta del millón, ¿pensaste alguna vez en actuar sin maquillaje?
—Al principio lo evalué, porque algunos chicos se asustaban en mis inicios, pero en general no me saco el maquillaje porque trato de mantener la magia del personaje, que no es agresivo ni invasivo, sino respetuoso y cálido. Mantengo un equilibrio, nunca reniego del concepto artesanal que me dio ser artista callejero, y creo que la gente lee eso y lo traduce en afecto.