“Son de Fierro” empezó tibiamente. Con una propuesta que evocaba grandes éxitos de
Pol-ka, como “Gasoleros”, “El sodero de mi vida” y “Son
amores”. Pero el público, en sus primeros tiempos en el aire, le resultó esquivo. Un lujo que
en una televisión altamente competitiva como la actual nadie puede darse.
Entonces, surgió la idea de darle una vuelta de tuerca a la historia,
dejar de lado el esquema de comedia costumbrista y volcar la trama al drama. Así apareció en escena
Martín Seefeld, quien encarna a Juan Cruz, el hombre que se gana el corazón de Lucía, hasta ese
momento la madre ejemplar, el ama de casa perfecta y el pilar de la familia Fierro.
El triángulo amoroso atrapó al público y desató la polémica: ¿Lucía
debía engañar a Fierro, el carnicero primitivo y bonachón al que da vida Osvaldo Laport? Las
opiniones se dividieron, la cuestión ganó la calle y el rating se puso al rojo vivo.
“Son de Fierro” se convirtió en un éxito, a pesar de los
virajes inverosímiles de la historia. Otra mujer, Isabel, una creación de Andrea Pietra, enamoró a
Fierro. Pero eso no fue todo. Lucho, el hijo adoptivo de la familia, cayó en droga; Sandy, la hija
deja la carrera de vedette al quedar embarazada, y Juan, el hijo ciego de la familia, fue
asesinado.
La tira se convirtió, junto al “ShowMatch” de Marcelo
Tinelli, en una de las bases del crecimiento en el rating que registró Canal 13 en el último tramo
del año. Y fue así porque supo cambiar a tiempo.